La tarde fue de Eliseo Capilla, que levant¨® clamores
El toro de la alternativa era un bonito colorao fortacho, aunque cornicorto y recogido, pero result¨® manso. Puso la divisa en el foso del descr¨¦dito con sus galopadas en sentido contrario al que sigue un normal toro de lidia, que es el del caballo y la pelea.Condenado a banderillas negras, los especialistas en la suerte las pusieron una a una, lo cual quiere decir que el colorao camaligera se qued¨® a media raci¨®n. Y en el ¨²ltimo tercio fue ella: bronco, avisado y entero, quedaba calificado como imposible para cualquier faena que no fuera la de alivio.
Mas Jos¨¦ Salazar, nuevo doctor, ?sorpresa!, que ten¨ªa un grupito de fans en el tendido siete, uniformados de blanco, boina roja y dos trompetas, quiso hacer posible lo imposible -el fasto de la alternativa lo merec¨ªa- y casi lo logr¨®. Con un trasteo por bajo, ganando terreno hasta los medios, sin perder la cara del toro, t¨¦cnicamente impecable y por tanto eficac¨ªsimo, a punto estuvo de lograr la proeza. Si llega a dejar al toro dominado, lo saco a hombros.
Plaza de Las Ventas
Un toro del Jaral, manso, para el rejoneador Luis Valdenebro: Tres pinchazos bajos con los rejones y, pie a tierra, dos pinchazos estocada corta aviso con cinco minutos de adelanto y descabello (silencio) Cinco toros de Camaligera y uno (segundo) de Mart¨ªn Marcos, todos mansos; manejables salvo los dos primeros. S¨¢nchez Bejarano: Estocada contraria y rueda de peones (silencio). Dos pinchazos, otro hondo ca¨ªdo, media, descabello, aviso y dos descabellos m¨¢s (bronca). Pepe Colmenar: Dos pinchazos estocada tendida y ca¨ªda y descabello (aplusos y silencio). Pinchazo, estocada atravesada que asoma ligeramente y descabello (vuelta con muchas protestas) Jos¨¦ Salazar, que confirm¨® la alternativa: Estocada contraria que asoma por abajo (aplausos y saludos con la toalla). Estocada tendida (palmas).
Pero el camaligera ten¨ªa fuerza y genio, y embest¨ªa a violentas oleadas. Salazar, unas veces las aguantaba y otras las sorteaba con un brinco, que era lo adecuado. Dio derechazos y naturales de tal guisa, algunos de pecho de buen trazo y un molinete con la izquierda, que sali¨® un poco churro, pero tuvo la gracia de que con ¨¦l resolv¨ªa en torero una colada de abrigo. Mat¨® a volapi¨¦ impuro, pero certero, y pasaba con aprobado, tirando a notable, su primer ejercicio pr¨¢ctico ante la c¨¢tedra. La esperanza quedaba abierta...
Sin embargo, en el otro toro se cerr¨®. Manso y con genio el sexto Salazar no pudo con ¨¦l. Hac¨ªa de tripas coraz¨®n, intentaba el toreo pero aquel camaligera no era de carril, requer¨ªa manos expertas que supieran embarcar la embes tida, mandar en los remates. Salazar, siempre descolocado, en mal terreno durante la primera parte de la faena, perdi¨® los papeles y a¨²n se pudo llevar una cornada si no fuera porque El¨ªseo Capilla sali¨® del burladero como un rayo, se cruz¨® y le hizo el quite.
Eliseo Capilla: ?descubrirse! Vaya pe¨®n, vaya torero. Siempre perfectamente colocado, justo y pulcro en la brega, en ese sexto toro dio un tercio de banderillas memorable. El primer par fue bueno pero en el segundo se super¨® y puso la plaza boca abajo Mira c¨®mo: el toro entre las rayas, ¨¦l tambi¨¦n. Andaba despacio, relajado (y pinturero) las manos apoyadas un poco m¨¢s abajo de la cadera, los palos hacia atr¨¢s. No provoc¨® la arrancada que es lo usual. Paso a paso acortaba distancias, que llegaron a ser muy comprometidas. Hasta que el toro se arranc¨® con fuerza y peligro. Fue inmediatamente despu¨¦s cuando Capilla corri¨® hacia los medios, de poder a poder, y ganando limpiamente la cara a la fiera, cuadr¨® ante ella, clav¨® arriba y sali¨® de la suerte andando.
Como el manso era de los que hacen hilo. poco despu¨¦s tuvo que salvar la piel por pies y brincar al callej¨®n. ?Qu¨¦ par! Los taurinos, cuando quieren relatar gr¨¢ficamente el entusiasmo del p¨²blico. dicen: ?Aquella plaza no era plaza.? Pues bien: aquella plaza, efectivamente, no era plaza. Una conmoci¨®n, el p¨²blico en pie, clamores. Capilla caminaba lentamente por el callej¨®n, sin corresponder a los aplausos, pero la insistencia de ¨¦stos le oblig¨® a saltar a la arena y saludar montera en mano. Las ovaciones se repetir¨ªan despu¨¦s.
Suya fue la tarde. El resto de la corrida, con altibajos, no hab¨ªa sido precisamente de altos vuelos. S¨¢nchez Bejarano estuvo aseado con el tardo toro de Mar¨ªn Marcos, y al cuarto, que embest¨ªa noble, pero se iba suelto, no se tom¨® la molestia de meterlo en la muleta. Quiz¨¢ porque hac¨ªa calor. Las reses boyantes fueron para Pepe Colmenar, que dio alg¨²n buen lance con el capote e importantes muletazos, templados y hondos, en los que acompa?aba el viaje con la cintura. Y, es curioso, porque ya no tiene. Colmenar, que era como un fide¨ªllo, lleg¨® el domingo bien presentado, con trap¨ªo. El vestido de luces parec¨ªa que le iba a estallar. Ahora va a resultar que lo que faltaba a Colmenar era peso. Con los kilos ha sedimentado y perfeccionado el toreo. Su actuaci¨®n fue interesante.
Todo empez¨® con sol, sofoquina, y Valdenebro, no muy brillante torero a caballo, con un manso jaral que fue a m¨¢s, mientras el rejoneador iba a menos. Mat¨® mal de jinete y de peat¨®n, y escuch¨® un aviso, que fue injusto, pues el presidente cont¨® el tiempo desde que empezaron los rejones de muerte, cuando debi¨® hacerlo desde que ech¨® pie a tierra. Hay un reglamento, ?no?
Babelia
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