La seriedad triunfalista de la plaza de Bilbao
La plaza de Bilbao es muy seria; salvo cuando pierde la seriedad. Y en ella sale el toro; menos cuando sale el borrego. Y si sale el toro es porque el p¨²blico lo exige; pero a lo mejor no lo exige, como ayer y tantas otras veces.Ya nos lo pregunt¨¢bamos en anteriores ocasiones: ?por qu¨¦ y para qu¨¦ el toro en Bilbao y dem¨¢s cosos donde el p¨²blico es capaz de entusiasmarse por tres rebanadas ventajistas a un borrego desfallecido; donde chillan por sistema a los picadores ya cuando van a pegar el primer puchazo; donde, si la suerte de varas se simula, lo celebran?
La plaza de Bilbao daba pena ayer. Como islitas en el oc¨¦ano atemporalado del triunfalismo, alguna vez se o¨ªan voces de aficionados con certeras denuncias de lo que estaba sucediendo en la arena por la lidia del fraude o para subrayar alguno de los escasos momentos felices de la lidia. Pero el fragor triunfalista las ahogaba en seguida.En Bilbao hay una afici¨®n competente, ecu¨¢nime y ejemplar, pero es una minor¨ªa entre las minor¨ªas que gustan de la fiesta y la comprenden. Esa afici¨®n, conocedora a fondo de la tauromaquia, es torista, y tiene entre otros m¨¦ritos haber conseguido que una plaza donde es mayor¨ªa el p¨²blico festivalero salga el toro de trap¨ªo al menos cuan do no est¨¢n en danza las figuras, atropellando descaradamente los fundamentos b¨¢sicos del espect¨¢culo. Pero no es l¨®gico y justo confundirlo todo y atribuir al vistoso coso de Vista Alegre un prestigio que actualmente no merece.
Plaza de Bilbao
Corrida de abono. Toros de Joaqu¨ªn Buend¨ªa, escasos de presencia y fuerza, sospechosos de cabeza, mansotes, aborregados. Paquirri: media estocada tendida y rueda de peones (oreja). Estoconazo desprendido (oreja).Angel Teruel: estocada tendida, atravesada y delantera y rueda de peones (ovaci¨®n y saludos). Bajonazo y vertiginosa rueda de peones(p¨ªtos). Manzanares: pinchazo y estocada baja (silencio). Estocada corta (oreja).
En la plaza donde dice la fama que sale el toro, sacaron ayer tres mu?ecos cardenitos sin la m¨¢s m¨ªnima resistencia f¨ªsica y tres borreguitos m¨¢s aparentes, casi todos ellos tocados de pitones o eso parec¨ªa, y no pas¨® nada. Mejor dicho, s¨ª pas¨®: que hubo tres orejas, y si no llegaron a cuatro fue porque el presidente supo estar en su sitio y cort¨® por donde pod¨ªa el triunfalismo, ahora volcado en petici¨®n clamorosa del segundo trofeo para Paquirri.
Aqu¨ª pegaban vueltas a los toros, con frenes¨ª loco e impulso primitivo (es una de las plazas donde con m¨¢s violencia e impunidad marean a las reses despu¨¦s de la estocada), y no hubo protestas; aqu¨ª se puso Manzanares a montarle circulares a un borrego inofensivo, y dec¨ªan que hac¨ªa arte. Aqu¨ª, para abreviar, los caballos de los picadores llevan petos antirreglamentarios, manguitos incluidos, y eso que es plaza seria donde importa el toro.
Esperemos que no salgan ahora los demagogos acus¨¢ndonos de atentar contra la afici¨®n bilba¨ªna. No nos extra?ar¨ªa, sin embargo. Pero ser¨ªa rid¨ªculo porque lo que nos subleva es precisamente que esta semilla de afici¨®n admirable no se multiplique (hay terreno abonado para ello) hasta hacer de Bilbao una aut¨¦ntica capital del mundo taurino, como debe ser. Y si no lo es verdaderamente ser¨¢ m¨¢s bien porque a quienes viven de este negocio les va muy bien en el machito de un prestigio que puede traicionarse cuando conviene a sus intereses. Como ayer.
Y as¨ª tenemos: Manzanares cort¨® una oreja. Como fue en Bilbao, ese trofeo es credencial suficiente para airear la hombrada. El toro con que se enfrentan otros le renta a ¨¦l lo mismo que si lo hubiese toreado, pues el cr¨¦dito procede de la plaza que lo otorg¨®. Pero no hay otra verdad que esa oreja fue orejita de borrego derrotado, al que si peg¨® pases, no tore¨®, y esos pases fueron aislados, alargando el brazo, rematado hacia las lejan¨ªas, con el recurso del circular en su mayor¨ªa, y tanto los que dio con la derecha como con la izquierda.
Las dos orejas de Paquirri respondieron al mismo triunfalismo, aunque tambi¨¦n a la entrega incuestionable del barbate?o y a uno de sus estoconazos a ley. Teruel fracas¨® porque est¨¢ en sus horas bajas (?o ser¨¢n sus a?os bajos?) del toreo premioso y anodino que se pierde en el bostezo. Ni un solo lance a la ver¨®nica vimos en toda la tarde. En cambio vimos un tercio de banderillas sensacional: Paquirri coloc¨® uno de sus pares en el cuarto trasero del mu?equito que sali¨® en primer lugar.
Finalmente, hubo una reacci¨®n extraordinaria del p¨²blico, cuando abronc¨® al salvaje que desde la andanada lanz¨® una botella contra un picador. Le pas¨® como una bala, silbando el castore?o, pero si le da, lo parte en dos. Unos mozos agarraron al sujeto y lo expulsaron violentamente del grader¨ªo. Para ellos fue la ovaci¨®n m¨¢s justificada de la tarde.
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