"El pa¨ªs m¨¢s peque?o del mundo" es una plataforma mar¨ªtima de la ¨²Itima guerra mundial
El pa¨ªs m¨¢s peque?o del mundo es Sealand (Tierra en el Mar). Tiene su propia Constituci¨®n, emite sus propios sellos y sus proyectos econ¨®micos son tan ambiciosos como los de cualquier Estado capitalista.La ocupaci¨®n de este pa¨ªs se produjo poco antes de la Navidad de 1966. Un hombre, Roy Bates, que fue combatiente en la segunda guerra mundial, acudi¨® con su esposa y una tripulaci¨®n exigua a hacerse cargo de la fortaleza que hoy es este pa¨ªs peculiar.
Sealand no es otra cosa que un territorio artificial que se alza sobre el mar brit¨¢nico. En la ¨²ltima a guerra mundial fue una plataforma con la que se protegi¨® la costa inglesa. Ahora es un gran proyecto capitalista, que controla nominalmente, el propio Roy Bates, al que el Financial Times de Londres dedicaba hace unos d¨ªas el calificativo de pr¨ªncipe.
Roy Bates es, de acuerdo con la informaci¨®n difundida por el mencionado diario de la City, un hombre de negocios que pretende que el pa¨ªs cuya declaraci¨®n unilateral de independencia ¨¦l mismo proclam¨® hace once a?os se convierta en un gran complejo tur¨ªstico y comercial.
Sealand ser¨¢ escenario, a partir del pr¨®ximo a?o, dec¨ªa el Financial Times, de una fren¨¦tica labor de remodelaci¨®n. En cierto modo, aquello parecer¨¢ Manhattan, Torremolinos o la Riviera, porque en efecto habr¨¢ de todo.
En realidad, Sealand era conocida antes por el nombre de Roughs Tower (torres fragosas, en la traducci¨®n literal). Fue durante la fiebre pop de los a?os sesenta la plataforma preferida por los aficionados a la pirater¨ªa radiof¨®nica, que fueron sucesivamente expulsados del lugar por el Gobierno brit¨¢nico, que manten¨ªa las dos torres como un s¨ªmbolo del pasado b¨¦lico, pero no deseaba que constituyeran un peligro de contaminaci¨®n informativa underground.
El ¨²nico pirata que resisti¨® todos los intentos de las autoridades brit¨¢nicas de desalojar Rouglis Tower fue el pr¨ªncipe Roy de Sealand. El conflicto legal que pudo haber acabado con la ocupaci¨®n termin¨® mal para sus enemigos. Un hijo de Roy dispar¨® en una ocasi¨®n contra quienes trataban de expulsarlos de la plataforma. Un juez ingl¨¦s, encargado de investigar y de dictaminar sobre este caso, se declar¨® incompetente porque Roughs Tower se hallaba fuera de la jurisdicci¨®n brit¨¢nica. En efecto, Sealand se alza a siete millas del puerto de Harwich, al este de Inglaterra.
La incompetencia legal del juzgado brit¨¢nico le dio a Roy Bates el primer argumento para confirmar la independencia, declarada unilateralmente en 1967. La opini¨®n internacional, recordaba el Financial Times, fue favorable a la tesis del pr¨ªncipe Roy, pero el Gobierno brit¨¢nico ha seguido manteniendo sus reticencias ante esta declaraci¨®n unilateral de independencia, menos grave que la que proclam¨® lan Smith en Rodesia. Pero igualmente inc¨®moda para los ingleses.
Esa reticencia brit¨¢nica fue la que oblig¨® a Roy Bates a buscar la financiaci¨®n de sus proyectos de desarrollo capitalista de la plataforma m¨¢s all¨¢ del Reino Unido. En principio pens¨® en Jap¨®n y en Estados Unidos, pero al fin decidi¨® que la suya deb¨ªa ser una aventura estrictamente europea. Uno de los consorcios alemanes con los que se halla negociando ser¨¢ el que ponga los 36 millones de libras (m¨¢s de 5.000 millones de pesetas) que se precisan para iniciar la construcci¨®n de un casino, una emisora de radio, un hotel para conferencias internacionales y apartamentos de lujo.
No se tratar¨ªa, afirma Guy Hawtin, el periodista del Financial Times que realiz¨® este reportaje sobre tan min¨²sculo Estado, de convertir la plataforma en una peque?a Alemania, porque Sealand tiene una Constituci¨®n en la que todo se halla atado y bien atado con respecto a la posible venta de su territorio soberano. Su sistema legal est¨¢ basado en las leyes comunes brit¨¢nicas y los contratos tambi¨¦n se rigen seg¨²n los mismos principios.
Roy Bates no s¨®lo ha tenido tiempo de hacer una Constituci¨®n para su peculiar pa¨ªs, donde por supuesto no hay edificios parlamentarios. Tambi¨¦n ha remodelado por completo la superficie de la plataforma, que ahora est¨¢ dotada de todas las ventajas electr¨®nicas, que permiten a Sealand ser independiente en el m¨¢s amplio sentido de la palabra.
La estructura de hormig¨®n armado sobre la que se halla la plataforma se encuentra tambi¨¦n en excelente estado, aunque la superficie est¨¢ expuesta a la erosi¨®n que produce el agua del mar y ha de ser sometida a una vigilancia costosa y constante. Por esta raz¨®n, siempre tiene que haber un grupo de personas que cuidan del Estado y que ayudan a la que el Financial Times llama ?la familia real?, compuesta por el matrimonio y el hijo Michael, el que protagoniz¨® el incidente cuya consecuencia inmediata fue la consolidaci¨®n de la independencia de Sealand.
De carnicero a ?jefe de Estado?
La historia del rey de este pa¨ªs min¨²sculo no es com¨²n a la de otros jefes de Estado del mundo, pocos de los cuales han comenzado su vida pol¨ªtica como carniceros. Cuando abandon¨® la carrera militar, Roy Bates se dedic¨®, en efecto, al negocio de la carne. Luego cre¨® una peque?a industria pesquera que poco a poco se convirti¨® en una gran industria, con una flota considerable.Roy Bates justifica la seriedad de su aventura actual recordando que ¨¦l era un hombre poderoso y que lo dej¨® todo para dedicarse a Sealand. Por supuesto, quiere beneficios, porque la suya no es una historia rom¨¢ntica. Convertir a Sealand en un Estado capitalista es su objetivo, para compensar los sacrificios que ha tenido que hacer para abandonar una vida que fue muy confortable.
Sealand cuenta con todos los elementos burocr¨¢ticos de un Estado organizado. Despacha pasaportes, imprime sellos y distribuye monedas. Los pasaportes est¨¢n en manos de las 180 personas que se han hecho acreedoras de la ciudadan¨ªa de la plataforma. Los aceptan en pa¨ªses de burocracia tan grave como Gran Breta?a, Francia y la Rep¨²blica Federal de Alemania.
Roy Bates ha querido mantener su credibilidad como jefe del Estado. Se ha negado a inventar y vender falsos t¨ªtulos universitarios de la inexistente universidad de Sealand, y tambi¨¦n ha rechazado demandas para que venda sus pasaportes.
El proyecto del se?or Bates es el de a?adir una nueva plataforma a la que ya ¨¦l llama ?vieja Sealand?. La nueva plataforma tendr¨ªa 13.082 metros cuadrados, y sobre ella se alzar¨¢n el hotel, el casino y los apartamentos. La construcci¨®n de esta plataforma adosada a la antigua puede ser muy barata, dice Roy Bates, porque la plataforma continental europea es muy alta por la zona en la que se halla Sealand.
Roy Bates cree que no es dif¨ªcil conseguir el dinero preciso para poner en marcha la fase de engrandecimiento de su Estado. En principio, cree que Sealand podr¨ªa ser una especie de puerto de mar, en el que los grandes petroleros podr¨ªan vaciar su carga en buques de menor tonelaje, para que ¨¦stos hagan el viaje hasta su destino final, con las ventajas econ¨®micas y de seguridad que ello comportar¨ªa.
Los proyectos de Roy Bates coinciden con el cuarenta aniversario del reinado de Frank Joseph II, jefe del principado de Liechtenstein, el para¨ªso fiscal de numerosas compa?¨ªas fantasmas que se dedican a esquilmar a los pa¨ªses de los que proceden. Roy Bates no quiere tomar como ejemplo a Llechtenstein y a otros para¨ªsos en los que pueden evadirse impuestos con toda tranquilidad. El p¨ªncipe Bates ha dispuesto que todo el que gane m¨¢s de 5.000 libras anuales (unas 700.000 pesetas) tendr¨¢ que pagar el 30 % de impuestos. Tiene previsto que todo aquel que use su dinero para proyectos atractivos para la Administraci¨®n del Estado tendr¨¢ una consideraci¨®n impositiva especial. Asimismo, Sealand llegar¨¢ a acuerdos mutuos con pa¨ªses que est¨¦n dispuestos a colaborar en sus proyectos.
Una idea que, al parecer, abriga Roy Bates es la de rodearse de pa¨ªses peque?os, junto a los cuales podr¨ªa conseguir influencia internacional. Se tratar¨ªa de una uni¨®n de peque?os para combatir la preponderancia de los grandes, sin los cuales, por otra parte, no podr¨ªan ni respirar.
No se trata de crear un cuarto mundo o de adscribirse al Tercer Mundo. Se trata, simplemente, como se?alaba el periodista del Financial Times que habl¨® con el se?or Bates, de demostrarle al mundo que ?lo peque?o puede ser comercialmente maravilloso?.
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