El Pa¨ªs Vasco, en la encrucijada
El Pa¨ªs Vasco se ha convertido en una de las claves de nuestra convivencia pol¨ªtica, de nuestro futuro democr¨¢tico y de nuestra unidad nacional.Las especiales circunstancias por las que atraviesa el pueblo vasco, ciertas actitudes de los pol¨ªticos, la violencia de algunos extremistas... tal vez nos est¨¦n deformando (y no s¨¦ por cuanto tiempo) la realidad de lo que es esa parte entra?able de Espa?a; y est¨¦ creando fronteras invisibles, animosidades encubiertas y hasta expl¨ªcitas, dentro y fuera de Euskalerr¨ªa; a ¨¦ste y al otro lado de los puertos y los valles y los r¨ªos, que sin soluci¨®n de continuidad, unen y no separan al Pa¨ªs Vasco de Cantabria, de Castilla, de la Rioja, de Navarra.... s¨ª, de Navarra, porque Navarra tiene personalidad propia, seg¨²n yo entiendo.
El Pa¨ªs Vasco es y ha sido siempre Espa?a. Ha compartido con el resto de Espa?a las dificultades y vicisitudes de nuestra formaci¨®n nacional, y estuvo desde el principio en la plenitud de la naci¨®n espa?ola, dando a esa plenitud parte esencial de su sentido y dimensi¨®n universales. Desde los navegantes vascos que, en nombre de Espa?a, ensancharon el conocimiento del mundo, a los conquistadores y emigrantes que en Ios viejos siglos y en los m¨¢s recientes, contribuyeron de forma decisiva a la primera y a la segunda proyecci¨®n de Espa?a en Am¨¦rica; desde los escritores que dieron a Espa?a, a su cultura y a su lengua, nombres universales, a los artistas que en todas las manifestaciones del arte contribuyeron a que sintamos el orgullo de ser espa?oles.
Parte sustancial de las cosas importantes que ha hecho Espa?a en el mundo, las han hecho los vascos. Y Ias han hecho como espa?oles. Pienso que tanto es el honor que debe sentir el pueblo vasco por ser Espa?a, como el honor que debe sentir Espa?a por tener un pueblo como el vasco.
Esa uni¨®n en la Historia, en la Cultura y en el Arte, se ha hecho uni¨®n tambi¨¦n en el progreso material, estimulado en todo el territorio nacional por el esp¨ªritu de empresa y la capacidad de trabajo de hombres vascos; y convertido en realidad espl¨¦ndida en el propio territorio vasco, por la aportaci¨®n del esfuerzo, y muchas veces la sangre, de tantos extreme?os, andaluces, castellanos... muertos en las trincheras del trabajo o en la defensa de la paz de este pueblo.
El sudor y la sangre de muchos espa?oles, no vascos, ha regado, se ha fundido con la tierra vasca, para hacer posible la prosperidad de una de las regiones de m¨¢s alto nivel de vida de Espa?a. Y se ha fundido, tambi¨¦n, con la sangre vasca, para engrandecer el pueblo vasco con nuevas familias, que han reforzado as¨ª la entra?able espa?olidad de este pueblo.
?Qui¨¦n cometer¨ªa la insensatez de separar al pueblo vasco, al pueblo que hoy vive en Vasconia, en raz¨®n del origen de su sangre? Afortunadamente la vida, con toda su fuerza, no har¨ªa posible esa separaci¨®n, si con incomprensible locura se intentara. Pues as¨ª resulta de imposible tambi¨¦n la separaci¨®n del pueblo vasco de esa s¨ªntesis de pueblos que es Espa?a. Y la mayor¨ªa de los vascos lo sienten emocionalmente. Aunque ciertos hechos o ciertas palabras pudieran hacer pensar a muchos lo contrario, yo he visto vibrar al pueblo vasco con una espa?olidad y un patriotismo ejemplares, tan intensos como los de cualquier otra parte de Espa?a. Y ello es compatible con su amor a su tierra y a su pueblo, a sus tradiciones y a sus s¨ªmbolos, a su lengua y a sus peculiaridades. Ser¨ªa grave error, y est¨¢ si¨¦ndolo, contraponer lo uno y lo otro.
Cuando juzguemos al pueblo vasco, hag¨¢moslo desde la Historia grande y no desde la peque?a Historia, con la comprensi¨®n de su total y actual dimensi¨®n; y no nos dejemos llevar, ni tomemos decisiones por la visi¨®n deformada, que desde su propia visi¨®n ofrecen algunos pol¨ªticos o algunos sectores m¨¢s o menos radicalizados, en uno u otro sentido. Si presionados por estas manifestaciones deformadas y extremas, se tomaran decisiones equivocadas. que de un modo u otro contribuyeron a debilitar o separar al Pa¨ªs Vasco de su entra?able uni¨®n en Espa?a, adem¨¢s de comprometer la unidad nacional en su conjunto, el pueblo vasco ser¨ªa la primera v¨ªctima. Lo est¨¢ siendo ya. Y desde su situaci¨®n y sus problemas necesita de nuestra solidaridad y comprensi¨®n.
?Que el pueblo vasco es, adem¨¢s de parte entra?able de Espa?a, una parte muy singular? ?Y qui¨¦n lo duda? ?Pero es que en una gran naci¨®n como Espa?a no puede caber, no ya la singularidad del pueblo vasco, sino la del pueblo catal¨¢n, y el andaluz, y el castellano...? Naturalmente que caben. Y hemos de procurar que quepan. Posibilitando a trav¨¦s de aut¨¦nticas autonom¨ªas regionales el desarrollo de cada uno de estos pueblos, con sus propias peculiaridades.
Pero sin romper la unidad de Espa?a. Ni un sentido de fundamental igualdad y solidaridad entre todos los espa?oles. Porque lo que sea de Espa?a, depende de todos nosotros y nos afecta por igual a todos nosotros, vascos, catalanes, castellanos, valencianos, extreme?os... Por eso hemos de mantenernos unidos. Y tirar del carro juntos. Manteniendo las ?diferencias?, pero cuidando que no se conviertan en ?desigualdades?, en ?privilegios?, o en ?barreras?. Porque eso nos dividir¨ªa y nos enfrentar¨ªa. Y acabar¨ªa volvi¨¦ndose en contra de todos.
Estos d¨ªas podemos leer con frecuencia las declaraciones de algunos pol¨ªticos vascos, declaraciones que desconocen esta realidad en toda su amplitud, y con las que no podemos estar de acuerdo. Ni con las que hablan de un derecho de secesi¨®n del pueblo vasco, que es s¨®lo una utop¨ªa. pero una utop¨ªa que puede hacer mucho da?o al Pa¨ªs Vasco y a Espa?a. Ni con los que dicen que de momento no les interesa plantear la autodeterminaci¨®n, pero dejando sentado que sostienen este derecho, como si necesitaran m¨¢s tiempo para alimentar el sentimiento ?nacionalista?, o traslucieran la inseguridad en el ¨¦xito de sus pretensiones separatistas. Ni con los que piden una restauraci¨®n foral plena, y un pacto con la Corona, que romper¨ªa la unidad y el equilibrio de la naci¨®n y del Estado y del status jur¨ªdico-pol¨ªtico de los espa?oles. Pero, por supuesto, tampoco estamos de acuerdo con los que pretenden desconocer las singularidades del Pueblo Vasco, su conflictiva actuaci¨®n, que requiere comprensi¨®n y tacto, manos tendidas, y no gestos de hostilidad o de dureza. La insolidaridad puede llegar desde fuerzas contrapuestas que se alimenten rec¨ªprocamente.
En esta encrucijada de Espa?a, tengamos en cuenta que la Historia nos une en las ra¨ªces, la vida nos ha fundido en abrazo entra?able, y el futuro nos llama desde un horizonte en el que todos nos necesitamos unos a otros, en el que s¨®lo la uni¨®n y el trabajo de todos puede seguir lentando Espa?a, en el que s¨®lo la igualdad fundamental puede mantenernos unidos y solidarios. Este horizonte de futuro, s¨®lo reclama trato de favor para levantar a los que est¨¦n m¨¢s abajo; no para defender a?ejas desigualdades y privilegios, sino para fomentar una igualdad de perspectivas de futuro para todos los espa?oles.
Muchas veces hemos o¨ªdo a pol¨ªticos vascos y catalanes acusar a los dem¨¢s espa?oles de incomprensi¨®n para sus singularidades. Y puede haber algo de verdad. Pero, ?tienen estos pol¨ªticos comprensi¨®n para los problemas del resto de Espa?a? Bueno ser¨¢ que hagamos todos un esfuerzo para comprendernos. Y para comprender la entera dimensi¨®n de Espa?a, sin ?localizarnos?. sin ? parcializarnos ?. As¨ª ser¨¢ posible el trabajo en com¨²n y solidario que Espa?a necesita de todos.
Ser¨ªa muy de desear que este esp¨ªritu de mutua comprensi¨®n acabara cristalizando en la redacci¨®n final de la Constituci¨®n. La paz del Pa¨ªs Vasco y su uni¨®n en Espa?a son esenciales en la encrucijada que estamos viviendo.
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