Historia y nostalgia en Cioran
Los textos de Cioran han encartado siempre una gran dosis de escepticismo, instrumento engendrado desde su cr¨ªtica lucidez y exquisito sentido de la iron¨ªa. Su capacidad de sugerencia es innegable: la duda y el desaprendizaje sirven de m¨¦todo de abordaje a cuestiones tan inasibles y ambiguas como la historia, la nostalgia, el tiempo o la libertad, tan esquematizadas, reducidas, y de hecho ridiculizadas en los sumarios existencialistas y marxistas, en los que el pensamiento negativo resulta un ?devenir? del retr¨®grado: ?Realizarse es abocarse a la embriaguez de lo m¨²ltiple.? De la fatiga del tiempo resulta acomodaticia la ca¨ªda del hombre en el pajar de la historia, en la que los signos, como agujas, resultan dif¨ªciles de encontrar e interpretar, porque ?el tiempo no est¨¢ hecho para ser conocido, sino para ser vivido?.Cuando Nietzsche expone su visi¨®n de conciencia y advierte la pluralidad (e intensidad) de fuerzas que se combinan en el individuo, los valores sistem¨¢ticos y racionalistas de Freud, y sobre todo Marx, en las normativas tocantes a la moral, yo, verdad, producci¨®n (en el sentido marxista), quedar¨¢n consolidadas en un abstracto puding (en sentido repostero). ?Estamos -dice Cioran- entregados a una falsificaci¨®n de infinito, a un absoluto sin dimensi¨®n metaf¨ªsica.? De lo contrario, como paral¨ªticos al volante de su respectivo papagayismo, s¨®lo estaremos escondi¨¦ndonos de nosotros mismos.
La ca¨ªda en el tiempo
E. M. Cioran. Ed. Monte Avila.
Cioran propala el cultivo de la locura, dadas las caracter¨ªsticas que ofrece la vida como estado de no-suicidio y, por otra parte, tambi¨¦n ant¨ªdoto ante un universo explicado. Hay que reconvenir en la simetr¨ªa que Cioran sugiere entre escepticismo y ca¨ªda: el misterio se abre, entonces, a la ceremonia de las m¨¢scaras y las apariencias, donde nada existe en funci¨®n de los segundos. Es el rito tr¨¢gico que practicara Artaud, y que, seg¨²n Rosset (y Cioran), supone haber recuperado la noci¨®n del absurdo que nos remite a un sentido primigenio de las cosas que ha habido o deb¨ªa haber, de tal manera que la idea de azar excluye hasta la nostalgia por un sentido perdido.
Sarcasmo y af¨¢n destructor para negar todos los sistemas filos¨®ficos; su escritura no es la de un fil¨®sofo de masas, sino de conciencias; su t¨¢ctica se despliega entre la an¨¦cdota y el mito; su admiraci¨®n reposa junto al suicida, su fobia junto a Teilhard de Chardin, su lectura exige una previa desintoxicaci¨®n filos¨®fica: ?Me apart¨¦ de la filosof¨ªa en el momento en que se me hizo imposible descubrir en Kant ninguna debilidad humana, ni en Kant ni en ninguno de los dem¨¢s fil¨®sofos.? Cioran es impunemente fil¨®sofo, o acaso elaborador de horas neutras tras su ca¨ªda en el tiempo, en uno u otro caso, un oficio sin destino.
Emile M. Cioran, nacido rumano, y que ha escrito en franc¨¦s todas sus obras (fija su sancta sanctorum en Par¨ªs desde 1937), pod¨ªa ser considerado, como tantos otros desarraigados: Becket, Nabukov... un ? extraterritorial ? -en el argot de Steiner- o, concretani ente, un condenado selecto, artesano de ficciones, agente de universos caducos y ac¨®lito del tiempo, que ha sabido desde su lucidez encontrar en la literatura una forma de crueldad.
Cioran, como Nietzsche, Baudelaire o Dostoievski, es un maestro en el arte de pensar contra s¨ª mismo, que admite y advierte la necesidad de dejarse llevar por la soberan¨ªa de la ausencia (al igual que Lezama o Mallarm¨¦). Y que sabe, hacer de su ?pereza? un aut¨¦ntico liberado, en definitiva con los mismos atributos que Rimbaud.
??Nuestro mal? Siglos de atenci¨®n al tiempo, de idolatr¨ªa del futuro?. que dice este aciago demiurgo.
Cioran posee los dos venenos (ajenos a cualquier metodolog¨ªa racionalista o reductiva): la sabidur¨ªa y la rebeli¨®n.
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