Las aportaciones a los partidos, sujetas a discusi¨®n en Gran Breta?a
?Qui¨¦n paga las campa?as electorales de los dos principales partidos pol¨ªticos brit¨¢nicos? La evidencia de que los empresarios, directamente o a trav¨¦s de organizaciones fantasmas, cubren la mayor parte de los gastos conservadores, y los sindicatos hacen lo propio con los laboristas, ha llevado al l¨ªder liberal a pedir la prohibici¨®n urgente por el pr¨®ximo Parlamento de las donaciones pol¨ªticas tal y como ahora funcionan.
Las declaraciones del se?or Steel se producen cuando la oposici¨®n conservadora est¨¢ bajo intenso fuego laborista por haber iniciado su precampa?a electoral -la opini¨®n general es que el pr¨®ximo 5 de octubre ser¨¢ el d¨ªa D- con un despliegue publicitario cercano a los trescientos millones de pesetas. El no confesado objetivo tory es evadir el l¨ªmite de gasto legalmente determinado desde el momento en que comienza la campa?a oficialmente.Para David Steel el intento de vender a destiempo a la se?ora Thatcher a trav¨¦s de indirectos carteles callejeros est¨¢ condenado al fracaso. La moral electoral brit¨¢nica, tradicionalmente puritana, no ve con buenos ojos todav¨ªa la propaganda pol¨ªtica al estilo americano. Y mucho menos cuando acarrea un gasto inicial que en el caso tory casi triplica la cantidad con que financi¨® su campa?a nacional de 1974.
Organizaciones fantasmas
El partido de la oposici¨®n alega intencionadas tergiversaciones en el c¨¢lculo de su gasto publicitario y culpa al laborismo de haber sido incapaz de llevar a la pr¨¢ctica su propia iniciativa para modificar el sistema de financiaci¨®n de los partidos. En mayo de 1976 un comit¨¦ parlamentario recomend¨® que el Estado subvencionara a las formaciones pol¨ªticas con una suma proporcional a su soporte electoral. El tema no ha vuelto a ser tocado desde entonces.Adem¨¢s, y como declara Angus Maude, miembro del Gabinete ?en la sombra?, las donaciones empresariales al partido constan desde la ley de 1967 en la contabilidad de las compa?¨ªas. ?A trav¨¦s de este sistema el Partido Conservador no recibe m¨¢s all¨¢ del 15 % de sus ingresos totales?, calculados para 1978 entre 1.200 y 1.300 millones de pesetas.
Lo que los conservadores no dicen, sin embargo, es que una parte sustancial de su presupuesto les viene a trav¨¦s de organizaciones-pantalla creadas por los medios de negocios para alimentar las arcas tories. Hay no menos de media docena, pero la principal de ellas es Industriales Brit¨¢nicos Unidos (IBU), una asociaci¨®n cuyo fin es ?promover los intereses de la libre-empresa? y que dirige un consejo de quince empresarios. IBU, que coopera estrechamente con otras organizaciones con los mismos fines, la principal de las cuales es Aims of Industry, habr¨ªa canalizado hacia el Partido Conservador casi medio mill¨®n de libras en lo que va de a?o, procedentes de grupos econ¨®micos que prefieren evitar la donaci¨®n directa y ?pol¨ªtica?.
Sindicatos, s¨ª; empresas, no
Para el Partido Laborista, por su parte, est¨¢ claro que los sindicatos, a trav¨¦s de las cuotas de sus afiliados, s¨ª que pueden contribuir a su financiaci¨®n. Pero no as¨ª los accionistas empresariales respecto de los conservadores, salvo si quieren vender su participaci¨®n. La raz¨®n esgrimida por el ministro del Interior, Merlyn Rees, al sugerir el pr¨®ximo estudio de un cambio en la legislaci¨®n para controlar m¨¢s estrechamente a las empresas, es que desde 1913, y por ley, los sindicatos pueden establecer por votaci¨®n un fondo econ¨®mico para sus actividades pol¨ªticas, separado del que les es propio como organizaci¨®n obrera. Las cuotas de las que este fondo se alimenta se cobran aparte de la de afiliaci¨®n sindical y de su montante el sindicato correspondiente paga su afiliaci¨®n al Partido Laborista.El argumento favorito del partido gobernante es que la relaci¨®n sindicatos-Labour est¨¢ claramente regulada, lo que no sucede con las organizaciones-pantalla de quese valen los conservadores. Durante 1976, ¨²ltimos datos disponibles, los sindicatos brit¨¢nicos contribuyeron a la econom¨ªa laborista con 1.200.000 libras, casi diez veces m¨¢s de lo que el partido recaud¨® en concepto de cuotas de sus militantes individuales.
Lo que el l¨ªder liberal propone ahora, desde la obligada austeridad de su peque?o partido, es que en Gran Breta?a se regule la financiaci¨®n partidista mediante un sistema de m¨ªnimas desgravaciones fiscales a los ciudadanos, por el valor de su donaci¨®n individual al partido de su elecci¨®n. Un sistema similar al introducido en Estados Unidos a partir de las elecciones presidenciales de 1971. ?La financiaci¨®n de laboristas y conservadores por sectores opuestos de la empresa -dice Steel- est¨¢ contribuyendo a nuestro declive econ¨®mico. ?
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