El principio del fin del principio del fin
Al principio de la pel¨ªcula Martin Scorsese pregunta a Robbie Robertson, l¨ªder del grupo The Band y productor del filme: ??En realidad, qu¨¦ se celebraba, el fin o el principio de algo? "El principio del fin del principio del fin..."?, responde ¨¦ste. Estaban hablando del concierto de despedida del grupo The Band celebrado en el Bill Grahams Winterland de San Francisco, el d¨ªa de Acci¨®n de Gracias de 1976. Dicho acto fue registrado en directo por varias c¨¢maras dirigidas y coordinadas por Scorsese; tras ellas, algunos de los mejores directores de fotograf¨ªa del cine americano: Vilmos Zsigmond, Lazslo Kovaks, etc¨¦tera.?Qu¨¦ hace el autor de Taxi Driver y New York, New York filmando un documental de este tipo?, se preguntar¨¢ m¨¢s de uno. Sin lugar a dudas, completando el fresco sobre Am¨¦rica, que constituye su a¨²n corta obra. La pasi¨®n de Scorsese por la m¨²sica hab¨ªa quedado patente en las bandas sonoras de Mean Streets (Rolling Stones) y, sobre todo, Taxi Driver (Bernard Herrmann) y en el hecho de haber filmado toda una ¨¦poca del jazz en New York, New York.
The last waltz
Director: Martin Scorsese, Fotograf¨ªa: Michael Chapman, Lazslo Kovaks, Vilmos Zsigmond, David Myers, Bobky Byrne, Michael Watkins e Hiro Narita. Norteamericana, 1977. Local de estreno: Fuencarral.
Ahora Scorsese ha hecho de la m¨²sica el centro y el objeto de su pel¨ªcula. Pero nadie vaya a pensar por ello que The last waltz es un concierto pop m¨¢s, de los muchos filmados por ineptos y desconocidos realizadores-de-un-d¨ªa. Los t¨ªtulos de cr¨¦dito nos advierten que vamos a ver A Martin Scorseses Film. Y no mienten.
En The last waltz vemos, junto a The Band, a Ronnie Hawkins The Hawk un vocal histri¨®nico pero con fuerza, que estuvo en la formaci¨®n inicial de The Band; al Dr. John, un m¨²sico mucho m¨¢s cl¨¢sico de lo que la coqueter¨ªa de su convencional disfraz de bohemio deja ver; a Neil- Young, que hace una bell¨ªsima interpretaci¨®n de Helpless con la que se hace acreedor al t¨ªtulo de el m¨¢s pasado de la velada; a Joni Mitchell con su seriedad perfeccionista, a la inspirada arm¨®nica de Paul Butterfield, el profesionalismo y la sobriedad de ese viejo maestro que es Muddy Waters, el aparatoso y consumado virtuosismo de Eric Clapton... Michael MacCIure recita su incongruente Introductionto the Canterbury Tales y Lawrence Ferlinghetti, con su aspecto de rey destronado, su Loud Prayer que la distribuidora nos:-escamotea h¨¢bilmente, limit¨¢ndose a no subtitularla.
De pronto, al final de una panor¨¢mica vertical, un sombrero claro entra en campo. Debajo de ¨¦l est¨¢ Bob Dylan, quien, con su figura de geniecillo ejerciendo de tal, nos ofrece, sin mucho con vencimiento, dos temas. Al final, esta troupe de grandes se?ores se despide interpretando I shall be released. Ignoro cu¨¢ntas l¨ªneas le conceder¨¢n los historiadores a esta m¨²sica. Supongo que pocas. En cualquier caso, carece de importancia. La cuesti¨®n es que, durante quince a?os -per¨ªodo simb¨®lico que va de 1960 a 1975- la m¨²sica pop signific¨® una forma de vivir, una forma indirecta, imaginativa y distinta de entender el mundo que, cada vez que ha intentado sistematizarse a trav¨¦s de ideolog¨ªas, religiones y modos de conducta, ha avanzado un paso hacia su destrucci¨®n y fracaso.
Los agresivos jovencitos de anta?o se han vuelto ni?os grandes de m¨¢s de treinta a?os, la m¨²sica que escandaliz¨® al mundo serio ha accedido -al fin- a las salas de concierto...
,El concierto de despedida de The Band ha servido a Scorsese para resumir toda esta ¨¦poca. Sus diecis¨¦is a?os de existencia son los de toda la m¨²sica pop. Diecis¨¦is a?os on the road. Ahora Robbie Robertson dice: ? La carretera no es un sistema de vida?. En esta constataci¨®n de fracaso puede leerse toda la amargura de una integraci¨®n inevitable, quiz¨¢ de la ¨²nica forma de supervivencia.
?El camino se ha llevado a muchos de los mejores: Otis, Janis, Hendrix.... algunos sobreviven. Otros hasta sobreviven gloriosamente ... ? Scorsese ha filmado el final de un sue?o con nostalgia, carino, inteligencia y dureza. Con un sentido del ritmo perfecto y una c¨¢mara que est¨¢ siempre en el lugar adecuado y en el momento exacto. Con una luz controlada al detalle que remite de inmediato a sus anteriores trabajos. Con elegancia. La actuaci¨®n de The Staples es magistral desde un punto de vista cinematogr¨¢fico y tras sus constantes travellins y sus inspiradas gr¨²as late el pulso inconfundible del autor de Taxi Driver. Por lo dem¨¢s, el gran ausente de este espect¨¢culo es el p¨²blico. Scorsese sabe que, en el cine, el p¨²blico est¨¢ de este lado de la pantalla.
En esta ¨¦poca de fe¨ªsmo gratuito, a los artistas que a¨²n creen en la belleza pl¨¢stica se les tacha de sofisticados. Martin Scorsese es uno de ellos.
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