Pepe C¨¢mara, herido muy grave en una cogida impresionante
Hay un torero en la UVI de la ciudad sanitaria Francisco Franco. Un saltillo le cogi¨® de forma espeluznante el domingo y le peg¨® dos cornadas. Su estado es grav¨ªsimo. Era el ¨²ltimo toro de la tarde; un manso con trap¨ªo y serio, que lleg¨® noble a la muleta. El venezolano Pepe C¨¢mara, en tarde de presentaci¨®n y alternativa, le toreaba simplemente aseado cuando las embestidas largas y fijas admit¨ªan buen toreo, toreo de calidad.Pero un toro de casta (en realidad cualquier toro) puede producir la tragedia en cualquier momento. El toro de casta hace pagar muy caras las equivocaciones. Nos pareci¨® apreciar que, en un derechazo, C¨¢mara desacompasaba el viaje, pues aceler¨® el recorrido de la muleta en relaci¨®n con el ritmo que llevaba el toro. Y ¨¦ste se le col¨®. Cogi¨® al torero por la pala del cuerno derecho y lo volte¨¦. En el suelo peg¨® un derrote al cuerpo, del que sali¨® despedido el venezolano a varios metros. Arremeti¨® de nuevo la fiera, tir¨® un ga?af¨®n al cuello, sin alcanzarlo, y luego prendi¨® al torero por la axila, levant¨¢ndole en vilo.
Plaza de Las Ventas
Cinco toros de Javier Moreno de la Cova, con trap¨ªo, seriedad y sentido; hiri¨® a un caballo el primero, que era bravo; mansos los dem¨¢s; devuelto por cojo el cuarto. Un sobrero de Cortijoliva, bronco. El Inclusero: media estocada baj¨ªsima a toro arrancado, rueda de peones y descabello (silencio). Bajonazo descarado y seis descabellos (silencio). Estoca da corta y dos descabellos (palmas). Ra¨²lS¨¢nchez: pinchazo hondo, laborioso intento de descabello y descabello (palmas). Estocada hasta la bola haciendo muy bien la suerte (ligera petici¨®n y vuelta). Pepe C¨¢mara, venezolano, debutante, que confirm¨® la alternativa: media, en la que sufre un palotazo (algunas palmas). Herido muy grave por el otro toro. Parte facultativo: Pepe C¨¢mara sufre cornada en hemit¨®rax izquierdo de quince cent¨ªmetros, penetrante en cavidad tor¨¢cica, con fractura de costilla, contusi¨®n pulmonar y gran hematoma; y otra de diez cent¨ªmetros en el muslo derecho que destroza el cuadriceps y contusiona el f¨¦mur. Shock traum¨¢tico que precisa transfusi¨®n de novecientos cent¨ªmetros c¨²bicos. Pron¨®stico muy grave, firmado por el doctor Garc¨ªa de la Torre. La operaci¨®n dur¨® dos horas.
El dramatismo de aquello momentos alcanz¨® proporcione quiz¨¢ sin precedentes. Como un trofeo exhib¨ªa el toro el cuerpo del torero, clavado en el pit¨®n, y no lo soltaba. El saltillo daba vueltas, como eje sus patas traseras -tres o cuatro debi¨® dar-, y el torero segu¨ªa enganchado en el pit¨®n izquierdo, agitado como un pelele, en un macabro movimiento giratorio de tiovivo, sin poderse desasir. Nadie pod¨ªa hacer nada. Los otros matadores, los banderilleros, corr¨ªan desesperados; unos intentaban un imposible quite con el capote, otros tiraban del rabo del toro, otro hac¨ªan por alcanzar con las manos al torero herido.
Cay¨® C¨¢mara ensangrentado y no call¨® el grito de horror y angustia que hab¨ªa acompa?ado toda la escena. Las asistencias lo llevaron apresuradamente a la enfermer¨ªa. El Inclusero acab¨® en seguida con el toro. Unos minutos m¨¢s tarde abandon¨¢bamos la plaza. Imposible obtener ninguna informaci¨®n en la enfermer¨ªa, d¨®nde la entrada estaba rigurosamente prohibida. Todos salimos apabullados, con el amargor de unas im¨¢genes de tragedia que nunca hubi¨¦ramos querido presenciar.
La corrida entera -o casi entera- tuvo la cornada como posibilidad inmediata. Ya el primer toro, un bravo animal, derrib¨® y le abri¨® la grupa al caballo. Sac¨® el asta ensangrentada hasta la cepa. Desarroll¨® sentido ese saltillo y C¨¢mara no pudo con ¨¦l. Los achuchones se suced¨ªan, hubo un fuerte palotazo, y en el momento de la estocada sali¨® el matador rebotado, con un pitonazo en la oreja. Despu¨¦s de ese bravo toro, encastado y poderoso, cuyo comportamiento nos hizo concebir la esperanza de que el resto de la corrida ser¨ªa un gran espect¨¢culo, empezaron a salir mansos.
Todos, adem¨¢s de serios, eran mansos, y dif¨ªciles, y la mayor¨ªa de ellos, peligrosos. Lidiarlos, sobre todo pasarlos de muleta, ten¨ªa un m¨¦rito tremendo. Cuanto m¨¢s, intentar el toreo lucido y reposado que admiten los toros de carril. Y eso, precisamente, sucedi¨®. Hab¨ªa toreros. El Inclusero y Ra¨²l S¨¢nchez intentaron faenas y consiguieron pases de incuestionable calidad. Los derechazos de El Inclusero al segundo de la tarde, limpios, hondos, relajados, fueron el documento acreditativo de que este modesto es uno de los mejores muleteros con que contamos (y ah¨ª est¨¢: en el olvido). El tercero quer¨ªa coger, embest¨ªa para pegar la cornada. Ra¨²l S¨¢n chez eludi¨® el riesgo no huyendo (y se lo hubi¨¦ramos aplaudido, ?por supuesto que s¨ª!), sino me ti¨¦ndose en el terreno del toro hasta apabullarle y obligarle a tomar la muleta. Hubo momen tos en que ya no corr¨ªa peligro el torero, sino el toro, porque ¨¦ste ten¨ªa delante un le¨®n desmelenado.
En el quinto, que ya no quer¨ªa coger, sino volver a la finca, con las vacas, se invirtieron los papeles. Como a Ra¨²l S¨¢nchez le han dicho -y ¨¦l sabe- que es tosco con el toro f¨¢cil, se estiraba, compon¨ªa posturas y le sal¨ªa un pastel de pocos sabores. No es, exactamente, que s¨®lo luzca con los pregonaos; es que con ¨¦stos, valor por descontado, es ¨¦l mismo, est¨¢ natural, mientras que con el animalito de carril pierde la personalidad queriendo imitar una est¨¦tica que le es ajena. As¨ª y todo, aparte buenos derechazos, instrument¨® al principio de la faena ayudados y pases de la firma, torer¨ªsimos y de bella ejecuci¨®n, y la coron¨® con un volapi¨¦ extraordinario, que se debe colocar entre los mejores de la temporada.
El Inclusero hab¨ªa intentado faena con el cortijoliva sobrero, que se quedaba en la suerte y se revolv¨ªa con peligro, y luego hubo de acabar con el toro de la tragedia. A ¨¦ste lo mat¨® bien y mal al otro. Pero su actuaci¨®n, como la de Ra¨²l S¨¢nchez, hab¨ªa sido de torero con oficio y agallas. Es indignante la injusticia de los empresarios con estos toreros, que ya llevan a?os en los mismos trances: contratan poco y sejuegan la vida, pr¨¢cticamente para nada.
Babelia
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