Mel Brooks el ultimo representante del cine c¨®mico americano
?A Alfred Hitchcock y a m¨ª nos gusta mucho el vino. Por de pronto tenemos eso en com¨²n. Despu¨¦s de ver M¨¢xima ansiedad me regal¨® una caja de vino franc¨¦s, de la cosecha del 61. Estuvo en el rodaje el d¨ªa de la secuencia de la ventana y se cay¨® al suelo por culpa de la risa. Necesitamos tres personas para levantarle?, comenta Brooks.La secuencia de la ventana es uno de los mejores gags del filme: la c¨¢mara enfoca, desde lejos, un lujoso comedor de la gran mansi¨®n. En un lento travelling se ¨¢cerca a la sala. Vemos en primer t¨¦rmino la ventana del lujoso comedor. La c¨¢mara avanza impert¨¦rrita. Cuando llega al cristal ¨¦ste se rompe con estruendo y los comensales -que hasta ese momento hab¨ªan despreciado la presencia de la c¨¢mara- se vuelven sorprendidos. Lo l¨®gico es que la c¨¢mara se hubiera introducido en el comedor sin romper nada, pero en las pel¨ªculas de Brooks la l¨®gica adquiere significaciones distintas a las habituales.
Brooks es tan t¨ªpicamente americano que su padre es de origen polaco, y su madre, rusa. Una infancia dura en el Brooklyn neoyorquino en plena depresi¨®n. Sus bi¨®grafos se?alan que fue esta etapa de su vida la que le confiri¨® esa especial agresividad, pero lo cierto es que Brooks ejemplifica una vez m¨¢s ese t¨®pico social del self-made-man. Todo lo que tiene y lo que es se lo debe a su trabajo. ?Y qu¨¦ es Mel Brooks?, ?soy, sin duda, el maestro de la comedia?, declara con esa mezcla de desfachatez y autoconvicci¨®n tan representativa del burlesque. ?En Estados Unidos est¨¢bamos Woody Allen y yo. Ahora s¨®lo estoy yo, al menos de los de la vieja escuela. Woody se ha dedicado a un drama sobre las mujeres, Interiores. Por m¨¢s que lo pienso no s¨¦ qu¨¦ puede saber sobre las mujeres, pero bueno, as¨ª lo escogi¨®.?
A los catorce a?os de edad -siguiendo esa eran tradici¨®n norteamericana- era empleado en una piscina, por ocho d¨®lares semanales. En esto coincide con uno de los hermanos Marx, que, como cuenta Groucho en su autobiograf¨ªa, fue vigilante en una playa, justo hasta que un ba?ista comenz¨® a tener problemas de flotaci¨®n. En ese instante todo el mundo pudo comprobar que Chico Marx no sab¨ªa nadar. De aquellos ocho d¨®lares a la semana (unas 640 pesetas), el joven Brooks ha llegado a producir una pel¨ªcula como M¨¢xima ansiedad con un presupuesto de cerca de 280 millones de pesetas, es decir, un presupuesto medio en una pel¨ªcula norteamericana. Pese a todo, a?ora la ¨¦poca dorada de Hollywood, cuando los estudios manejaban cifras inimaginables, contratos en exclusiva con docenas de actores, etc¨¦tera. ?Absolutamente -a?ade Brooks-,a?oro aquella ¨¦poca y me encantar¨ªa poder rodar como entonces. Los productores ten¨ªan una gran personalidad, hab¨ªa cientos de actores, docenas de directores, guionistas por todas partes. Ahora todo est¨¢ subdividido por parcelitas. Hay mucha gente especializada en cosas muy concretas, pero sin la vida que ten¨ªa aquella ¨¦poca en la que, en verdad, se pod¨ªa hablar de una gran familia. Me encantar¨ªa poder rodar con Carole Lombard, por ejemplo. Pero ya se acab¨®.?
?El humor y los humoristas, al menos en su mayor¨ªa, siempre han sido de izquierdas porque su visi¨®n del mundo, y del poder, es cr¨ªtica, corrosiva?, responde Brooks.
"Sinceramente pienso que el presidente de Estados Unidos y cualquiera de los humoristas norteamericanos tienen un trabajo muy similar: los dos tratamos de enga?ar al p¨²blico. Por esto no creo que fuera muy dif¨ªcil el que yo viviera una temporada en la Casa Blanca y ¨¦l hiciera pel¨ªculas, sobre todo si hablamos de Gerald Ford. ?
En la filmograf¨ªa de Mel Brooks existe una evoluci¨®n muy clara. Sus dos primeras pel¨ªculas, Los productores y, El misterio de las doce sillas eran historias originales y, como se?ala ¨¦l mismo, ?hab¨ªan nacido para el fracaso?. Desde entonces comenz¨® a parodiar alguno de los g¨¦neros cinematogr¨¢ficos. En Sillas de montar calientes, era el western. Con El jovencito Frankestein rend¨ªa homenaje al g¨¦nero del terror a la vez que consegu¨ªa crear gags de gran efecto. En La ¨²ltima locura, era el cine c¨®mico mudo el centro de la trama y en M¨¢xima ansiedad, el ?suspense?.
?Me di cuenta de que el p¨²blico necesita y exige puntos de referencia para situar las verdades del comportamiento humano y en aquellas primeras pel¨ªculas no los hab¨ªa. Desde entonces cambi¨¦ mi concepto del cine. Ahora, para m¨ª, lo m¨¢s importante es el p¨²blico. Mis pel¨ªculas duran dos horas y media y tras diversos pases a las secretarias, ch¨®feres y personal de la produciora, las voy reduciendo hasta dejarlas en los noventa minutos que ven todos los espectadores. Es verdad que las pel¨ªculas las pienso, escribo y realizo sin pensar en lo que le puede gustar a la gente, pero una vez acabadas comienzo a rezar para que les guste.?
El pragmatismo de Brooks, tambi¨¦n t¨ªpicamente americano, invade sus Proyectos. ?No ruedo con Gene Wilder o Marty Fieldman porque ahora, son muy caros. Sigo muy de cerca los gustos de la gente hasta el d¨ªa en que tenga el dinero suficiente para llenar todas las salas de cine del mundo. Entonces har¨¦ el cine que me d¨¦ la gana. ?
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