La peligrosidad de las salidas es casi inevitable
El mayor peligro en una carrera de f¨®rmula-1 se centra en la salida. El tremendo accidente ocurrido en el circuito italiano de Monza lo ha vuelto a poner de manifiesto una vez m¨¢s. Por m¨¢s medidas de seguridad que tenga un circuito, en la arrancada ¨¦stas se convierten en m¨ªnimas, al rodar los veinticuatro coches juntos, separados s¨®lo por escasos cent¨ªmetros, a veces, incluso en con tacto. Cualquier maniobra extra?a, el m¨¢s leve error, puede provocar una cat¨¢strofe en la que se ven involucrados muchos pilotos.
Cuestionar aqu¨ª el posible peligro de la f¨®rmula-1 parece absurdo. Un piloto que toma parte en una competici¨®n de este tipo se juega la vida en cada carrera. Antes incluso de ¨¦sta, en los entrenamientos, ya sean oficiales o privados. Hay demasiadas muertes que pueden probarlo. Pero, en cierta forma, la grandeza y la belleza de este de porte radica precisamente en eso: el riesgo de perder la vida en cualquier error.En ocasiones, sobre todo despu¨¦s de haberse producido accidentes corno el de Monza, que han conmovido a todo el mundo, se han puesto en tela de juicio las posibles medidas de seguridad de los circuitos. Se ha llegado a dise?ar el circuito ideal, en el que la pista estuviese rodeada de zonas de escape que permitiesen a los pilotos salirse del circuito sin peligro para sus vidas.
Sin embargo, nunca ha llegado a cuajar. En primer lugar, porque construir hoy un circuito es car¨ªsimo, y una obra de este tipo precisar¨ªa varios miles de millones que dif¨ªcilmente se amortizar¨ªan despu¨¦s. Por eso, lo que se hacen son peque?as modificaciones sobre los ya existentes. En segundo lugar, porque al p¨²blico le gusta ver de cerca el espect¨¢culo, oler ese especial aroma que desprenden estos b¨®lidos, poder casi tocar a sus ¨ªdolos. Finalmente, porque como dice Jacky Ickx, en un caso l¨ªmite que podr¨ªa ser el correr en una pista de un aeropuerto con el circuito delimitado s¨®lo por unas rayas pintadas en el suelo de tal forma que el que se saliera pudiera volver a entrar en el mismo sitio como si de un fuera de banda se tratara, el espect¨¢culo tardar¨ªa poco en morir.
Hay que tener en cuenta que es precisamente en las curvas r¨¢pidas donde se reconoce a un buen piloto. En las lentas, casi todos van igual, hay pocas diferencias.
Pero es en la salida donde el riesgo es m¨¢ximo. En ella, los veinticuatro pilotos clasificados, los mejores despu¨¦s de la criba de los entrenamientos oficiales, est¨¢n pr¨¢cticamente pegados, casi en contacto unos con otros. Hasta hace poco, los corredores se alineaban en la parrilla de salida con tres en la primera fila, dos en la segunda, tres en la tercera, dos en la cuarta y as¨ª sucesivamente. Ahora, lo hacen de dos en dos, precisamente en busca de reducir el contacto entre los monoplazas. La ¨²nica soluci¨®n viable, por el momento, ser¨ªa la de aumentar la distancia entre las diferentes filas, para hacer a¨²n menor esa posibilidad.
Instantes despu¨¦s de haberse dado la salida, estos b¨®lidos, cargados con casi doscientos litros de gasolina y sin ning¨²n tipo de carrocer¨ªa que sirva de protecci¨®n -lo que se asemeja a la carrocer¨ªa no es m¨¢s que una liger¨ªsima capa de fibra de vidrio que rodea al piloto y a los dep¨®sitos de gasolina-, empujados por unos motores con quinientos caballos de po tencia, ruedan desenfrenadamente a m¨¢s de doscientos kil¨®metros por hora. Todos en pelot¨®n, agrupados, casi en contacto. En esos momentos, el piloto, en s¨®lo fracciones de segundo, debe estar pendiente de forma simult¨¢nea de buscar un posible hueco por delante de ¨¦l por donde poder colarse; de mirar por los espejos retrovisores para que ninguno de los que le siguen pueda rebasarle; de vigilar por los lados a los que le rodean para no engancharse con ellos, y, al mismo tiempo tambi¨¦n, de,conducir esa m¨¢quina, accionando el acelerador, el embrague, el cambio y el freno, para dominarla a tan elevada velocidad. El m¨¢s m¨ªnimo error, la m¨¢s leve indecisi¨®n, puede provocar una tra.gediacomo la que haocurrido en-el circuito de Monza, que ha costado la vida del piloto sueco Ronnie Peterson.
Pero lo que ha ocurrido en Monza puede pasar en cualquier circuito. Con independencia del error del juez de salida, que dio ¨¦sta cuando los ¨²ltimos coches a¨²n no estaban parados, accidentes en las salidas han ocurrido en much¨ªsimas ocasiones. Las m¨¢s de las veces, por fortuna, sin consecuencias fatales. S¨®lo en esta temporada, en la que Monza constitu¨ªa la prueba n¨²mero catorce, ha habido cinco accidentes importantes en las salidas de otros tantos grandes premios. El balance es lo suficient¨¦mente clarificador como para que los organizadores de este deporte-espect¨¢culo reconsideren el sistema actual.
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