El mar cambia de derechos
EL CONFLICTO pesquero de Espa?a con las autoridades del Mercado Com¨²n Europeo coincidi¨® con el comienzo de la s¨¦ptima sesi¨®n de las Naciones Unidas en Nueva York sobre el Derecho del mar, suspendida el pasado 19 de mayo en Ginebra. Esta nueva sesi¨®n se cree que durar¨¢ cuatro semanas, sin que quepa esperar grandes resultados, de ella ni la elaboraci¨®n de un tratado internacional que, en el mejor de los casos, no estar¨ªa redactado antes del verano de 1980. No est¨¢n todav¨ªa maduros los tiempos para que se encuentre un consenso en una materia donde en el espacio de pocos a?os, a partir de la segunda guerra mundial, se ha pasado de la consideraci¨®n del mar como patrimonio com¨²n de la Humanidad a su progresiva apropiaci¨®n por los pa¨ªses. La extensi¨®n de las actividades pesqueras, la b¨²squeda de las materias primas y la posibilidad t¨¦cnica de su explotaci¨®n y aprovechamiento pese a las profundidades facilita esta invasi¨®n. El Derecho del mar, surgido en la posguerra, encuentra sus formulaciones bajo los impulsos de las conquistas t¨¦cnicas y de las acciones unilaterales de los pa¨ªses en favor de la ampliaci¨®n de las zonas econ¨®micas exclusivas que en su d¨ªa, con toda probabilidad, recibir¨¢n un reconocimiento legal en el Derecho internacional m¨¢s expl¨ªcito que hoy. En lo que se refiere a la pesca para un pa¨ªs como Espa?a que tradicional e hist¨®ricamente ha faenado en caladeros que hoy pasan a formar parte de aquellas zonas -tanto en aguas comunitarias como en las de Noruega, Estados Unidos y Canad¨¢-, los t¨ªtulos para seguir haci¨¦ndolo dif¨ªcilmente podr¨¢n seguir fundament¨¢ndose en los derechos hist¨®ricos y en la existencia de caladeros tradicionales; se basar¨¢n en la negociaci¨®n con lospa¨ªses, con todas las fluctuaciones que traigan consigo.
La actual firmeza del Gobierno espa?ol frente a las autoridades comunitarias deber¨ªa ir acompa?ada por eso de una actitud, no menos firme, en la reestructuraci¨®n de nuestra flota pesquera que la proporcione nuevos horizontes para su trabajo.
La lucha contra la poluci¨®n y los derechos de explotaci¨®n de los fondos constituyen elementos centrales en las sesiones de trabajo de Nueva York. Un desastre como el del Amoco-C¨¢diz en las costas de Breta?a podr¨ªa haber sido evitado si las autoridades francesas hubiesen dispuesto de facultades de intervenci¨®n a bordo que, ahora, los Gobiernos ceden ante la propiedad del armador del buque. En cuanto a los fondos marinos, la existencia de n¨®dulos con materias valiosas plantea la reclamaci¨®n de la propiedad sobre los mismos y las facultades para su explotaci¨®n, especialmente por parte de Estados Unidos. Muy probablemente, como ya ocurri¨® con la plataforma continental a efectos de las prospecciones petrol¨ªferas y con las ampliaciones a las doscientas millas para las actividades pesqueras, se producir¨¢ una nueva carrera entre las naciones para dominar tambi¨¦n el fondo del mar.
Para preservar las riquezas o para adquirirlas, nada escapa a la avidez de la conquista del mar. Resta saber qu¨¦ autoridad internacional vigilar¨¢ la normalidad en ¨¦sta expansi¨®n. Pero la transformaci¨®n del Derecho del mar parece irreversible. Tanto en lo que se refiere a la pesca como en la lucha contra la poluci¨®n o la explotaci¨®n de los fondos marinos, lo que se est¨¢ tratando en Nueva York debe preocuparnos muy directamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.