Plata al amigo, palo al indiferente, plomo al enemigo
La dinast¨ªa nicarag¨¹ense de los Somoza, que permanece en la c¨²spide militar, pol¨ªtica, econ¨®mica y social de su pa¨ªs desde 1936, posee antecedentes gallegos que emigraron a este nudo centroamericano a principios del siglo pasado. Un ascendiente nicarag¨¹ense, Bernab¨¦ Somoza, se destac¨® como delincuente com¨²n y forajido no desprovisto de astucia. En 1845 se incorpor¨® a una insurrecci¨®n popular y logr¨® borrar parte de su imagen anterior, que le hab¨ªa dado el apodo de Siete Pa?uelos.
Sin embargo, el encumbramiento de sus descendientes no llegar¨¢ hasta la irrupci¨®n de Anastasio Somoza Garc¨ªa, sobrino-nieto de Siete Pa?uelos, en la escena pol¨ªtica de su pa¨ªs. Dotado de una gran inteligencia natural, sin estudios, procedente del lumpen-campesinado y nacido en la localidad de Masatepe, del departamento de Carazo, el a?o 1896, Anastasio Somoza Garc¨ªa, a quien, pronto todos llamar¨ªan Tacho, contaba con una peque?a plantaci¨®n cafetera en el pueblo donde naci¨®. Emulando algunas andanzas de su pintoresco t¨ªo-abuelo, fue detenido en 1921 como falsificador de moneda
Tres mujeres en la leyenda
En una carrera considerada como mete¨®rica, ingres¨® en el Ej¨¦rcito nicarag¨¹ense, llamado Guardia Nacional, y en un plazo proporcionalmente brev¨ªsimo se situ¨® en la c¨²spide de esta milicia. A partir de entonces ya nunca ser¨ªa abandonada por su dinast¨ªa, que la lleg¨® a convertir en su brazo-armado. En pocos a?os se sit¨²a como brazo derecho del entonces presidente Moncada, a quien le un¨ªa una gran amistad y con el cual guardaba un parecido f¨ªsico extraordinario. Tacho, hijo de indios, hab¨ªa debido su carrera, seg¨²n el parecer popular extendido entonces por Nicaragua, a tres mujeres. La primera, siempre seg¨²n la leyenda, a su madre, que eligi¨® al poderoso general Moncada como padre de su hijo. La segunda, su esposa, Salvadora Debayle, hija de un comerciante y financiero de or¨ªgen jud¨ªo-franc¨¦s. La boda de Tacho con Salvadora, mal vista en un principio por los influyentes Debayle, que le observaban como a un plebeyo, fue admitida luego, cuando apreciaron el encumbramiento irresistible del primer Somoza de la dinast¨ªa. En cuanto a la tercera mujer a quien el pueblo atribuye su ascensi¨®n era Miss Hanna, conocida por todos en Managua, esposa del embajador norteamericano. Esta mujer, seg¨²n la leyenda, goz¨® con holgura de la destreza sexual de Tacho.
Sin embargo, lo qu¨¦ parece haber encumbrado, sin duda alguna, a Somoza es su propia inteligencia, su aproximaci¨®n al general y presidente Moncada, sus excelentes oficios cerca del embajador norteamericano y, sobre todo, el asesinato del l¨ªder nacionalista nicarag¨¹ense Augusto C¨¦sar Sandino en febrero de 1934, a quien atrajo con malas artes a una cena incluida dentro de un programa de negociaciones y que result¨® ser una celada mortal para Sandino, s¨ªmbolo de la seberan¨ªa y de la dignidad nacional nicarag¨¹ense, as¨ª como de la independencia de toda Centroam¨¦rica.
Con la desaparici¨®n de Sandino todo el poder iba a pasar, poco a poco, al irrefrenable Tacho. Su falta de instrucci¨®n la compensaba con una gran inteligencia pol¨ªtica, que expres¨® en numerosas ocasiones mediante una red de pactos con el Partido Conservador, de cariz olig¨¢rquico, que con el tiempo lleg¨® a convertirse en ligeramente progresista, por su creciente opesici¨®n a Somoza Garcia.
R¨¢pidamente, con una gran habilidad que se ha conservado hasta sus sucesores, Somoza I situ¨® en los puestos claves de la vida parIamentaria, partidaria y econ¨®mica a sus parientes y allegados. El mandaba ya, desde 1932, la Guardia, Nacional y contaba con el apoyo incondicional del todav¨ªa influyente Moncada, su mentor pol¨ªtico. En esta primera ¨¦poca el iletrado Somoza otorg¨® la cartera de Educaci¨®n Nacional,a un adl¨¢tere suyo, tras superar la prueba de montar sobre un toro, al cual permaneci¨® amarrado durante alg¨²n tiempo. Somoza, premiaba a sus amigos. En su lema, denominado las tres pes, se inclu¨ªa esta gratitud: plata para el amigo, palo al indiferente y plomo para el enemigo. Pronto la casi totalidad de los nicarag¨¹enses pasaron a formar las dos terceras partes de este lema.
Entre tanto, su carrera pol¨ªtica continuaba. Se hab¨ªa codeado ya en 1944 con Dwig D. Eisenhower, con el mism¨ªsimo Franklin Delano Roosevelt, en Washington. A este presidente se atribuye la frase ?... puede ser que Somoza sea un hijo de..., pero es nuestro hijo de ... ?. Estados Unidos paseaban L su fiel aliada, que a la saz¨®n se hab¨ªa convertido en palad¨ªn de Ia lucha antifascista, por otra parte, absolutamente inexistente en su pa¨ªs. Aqu¨ª est¨¢ una m¨¢s de las claves de su ¨¦xito sobre tode econ¨®mico. Al declararse la segunda guerra mundial Anastasio Somoza I declar¨® unilateralmente la guerra a Aleman¨ªa y a Jap¨®n. Los alemanes manten¨ªan desde hac¨ªa a?os grandes inversiones en Nicaragua, que Somoza nacionaliz¨® ayudado por su Guardia Nacional y sus amigos de los bancos neoyorkinos. Haciendas, cafetales, plantac¨ªones de tabaco, algodonales, industrias, hasta el diario La Estrella de Nicaragua, de propiedad germana. Somoza lo incaut¨® y cre¨® el diario Novedades, conocido luego en todo el pa¨ªs por el vulgo, como diario No-verdades, al servicio permanente del dictador y su familia.
La, gran baza econ¨®mica del primer Somoza fue esta nacionalizaci¨®n, por la cual pag¨® diez d¨®lares. Por las dem¨¢s pag¨® luego la misma cifra de cada una, ya que se erigio en comprador ¨²nico de los bienes de alemanes yjaponeses. Los bienes pasaron a nutrir su propiedad y constituyeron el origen de su fortuna, que llegar¨ªa a ser, en sus descendientes, sin duda alguna, la m¨¢s larga de Centroam¨¦rica y una de las m¨¢s elevadas del mundo.
No obstante, no todo discurr¨ªa tranquilamente en su azarosa vida pol¨ªtica. En 1944 una huelga general masiva exigi¨® de los poderes -los que quedaban- la renuncia de Somoza, por su pol¨ªtica brutalmente dictatorial, que hab¨ªa sembrado el pa¨ªs de miseria, cuando no de cad¨¢veres de opositores a su r¨¦gimen. El pueblo odiaba su entreguismo a los extranjeros, sobre todo a Estados Unidos, que manipulaban a su antojo la pol¨ªtica, la econom¨ªa y todos los aspectos de la vida social nicarag¨¹ense. Una vez m¨¢s el viejo Moncada sali¨® en defensa de su reto?o pol¨ªtico, y Somoza se afirm¨® en el poder. Personalmente dirigi¨® la represi¨®n contra sus opositores. Los que lograron salvarse huyeron a Costa Rica y a M¨¦xico. El resto, dirigentes sindicales o l¨ªderes partidistas, fueron asesinados sin contemplaciones -lo mismo que trescientas familias sandinistas once a?os antes- por la siempre poderosa Guardia Nacional, cada vez m¨¢s similar a los cuerpos selectos de lucha antisubversiva norteamericanos.
Un presidente ?loco?
Utilizando los plazos constitucionales a su antojo, en el sentido de alargarlos o aminorarlos seg¨²n sus conveniencias, Anastasio Somoza I decide, en 1947, ceder formalmente el poder, para que asuma la presidencia nicarag¨¹ense un civil. Su nombre, Leonardo Arg¨¹ello, impuesto en la presidencia por Somoza. Arg¨¹ello utiliza la cabeza y trata de civilizar un poco su mandato, se distancia poco a poco de Somoza, pero ¨¦ste, a los veintisiete d¨ªas -exactamente- de mandato de Arg¨¹ello, logra que el Parlamento, desde siempre controlado por el jefe de la dinast¨ªa, deponga al osado pol¨ªtico con el criterio de que est¨¢ loco.
La locura de Arg¨¹ello fue corregida inmediatamente. Somoza nombr¨® al viejo pol¨ªtico V¨ªctor Rom¨¢n y Reyes para la presidencia de Nicaragua.
Muerto el anciano pol¨ªtico, Anastasio I asume otra vez, en 1950, el poder, tras un pacto con los conservadores. El capitaneaba el Partido Liberal Nacional, que de liberal no ten¨ªa nada y de nacional bastante poco, dada su extrema dependencia de los norteamerica os Paralelamente ha ido amasando una cada vez m¨¢s considerable fortuna, nutrida por su matrimonio con do?a Salvadora Debayle, que le ha dado a la saz¨®n tres hijos. Por su cuenta, el ya viejo Somoza ha conseguido otro hijo, Jos¨¦, que gozar¨¢ de cierto ascendiente en la Guardia Nacional. Los hijos leg¨ªtimos de Somoza, Luis, Anastasio y Lilian, con el tiempo, poseer¨¢n Nicaragua. La fecha para su acceso a esta propiedad ser¨¢ la de 1956, cuando Rigoberto L¨®pez, un joven poeta nacionalista ¨¦mulo de Sandino, asesina a Anastasio Somoza Garc¨ªa, en la ciudad de Le¨®n, mientras el viejo dictador -gran amador de todas las formas de dominio- asist¨ªa a la convenci¨®n pre-electoral de su partido, en una recepci¨®n. Tambi¨¦n muri¨® el poeta.
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