Marsillach responde a Pellicena
Yo nunca he dicho que Jos¨¦ Luis Pellicena -ni Jos¨¦ Luis Alonso- me hubiera retirado el saludo. Tampoco he insinuado que ambos esperaran ser contratados por m¨ª en el Centro Dram¨¢tico Nacional como contrapartida obligada a su gentileza al encargarme la versi¨®n castellana de Las manos sucias. En primer lugar, porque -como muy bien explica Pellicena- el encargo me vino por la v¨ªa empresarial de Olga Moliterno y, en segundo, porque ninguno de los dos Jos¨¦ Luises necesita, para colaborar en el Centro Dram¨¢tico, de otros avales que los de su propio talento en tantas ocasiones demostrado.Si cuando se publico la entrevista conmigo en EL PAIS del 9 de septiembre no precis¨¦ posteriormente estas circunstancias fue porque me pareci¨® que quedaba bastante claro que mi entrevistadora se limitaba a recoger un rumor de la calle sin otro fundamento que el de la insidia acostumbrada de los ociosos.
Tambi¨¦n, en dicha entrevista, se aseguraba que Guillermo Mar¨ªn est¨¢ furioso conmigo porque le he echado de los teatros nacionales. Falso. Supongo a Guillermo lo bastante equilibrado como para no enfadarse sin motivo. El se?or Mar¨ªn tiene desde hace muchos a?os un sueldo fijo de mil quinientas pesetas, con cargo actualmente a los presupuestos del organismo aut¨®nomo, que depende de la Direcci¨®n General de Teatro. Dicho sueldo -una especie de vitalicio- lo percibe aunque no est¨¦ incluido como int¨¦rprete en los repartos de las obras que se representan. Nada he hecho yo para quitarle estas mil quinientas pesetas que, con toda seguridad, necesita. Intent¨¦ que alg¨²n director esc¨¦nico le llamara para su reparte) y no lo consegu¨ª. Pens¨¦ que tal vez pudiera sernos ¨²til como profesor de declamaci¨®n. pero Fern¨¢n G¨®mez. quien dirige el ¨²nico texto cl¨¢sico de esta temporada, quiso que los actores dijeran el verso sin que se notara que lo era. ?D¨®nde colocar entonces a Guillermo Mar¨ªn? Me pidi¨® permiso para colaborar con el TEC en As¨ª que pasen cinco a?os y se lo di. (Sin quitarle, naturalmente, el sueldo que como posible colaborador del Mar¨ªa Guerrero alguien le asign¨® desde hace tiempo.)
Pero la autora de mi entrevista no dec¨ªa que yo aceptaba como cierto el posible enfado del se?or Mar¨ªn, as¨ª que -insisto- no me sent¨ª en la obligaci¨®n de hacer aclaraciones.
Tampoco dije exactamente que todos los directores, actores y autores estuvieran indignados conmigo. Me refer¨ªa tan s¨®lo a algunos; por otra parte los de siempre. Ni que hubi¨¦ramos descubierto a un ?fen¨®meno? que se llama Imanol Arias. Me limit¨¦ a explicar que de las pruebas hab¨ªan salido int¨¦rpretes que iban a ser protagonistas y mencion¨¦ el nombre de Imanol, entre otros.
Bueno, no hay por qu¨¦ rasgarse las vestiduras. Estas cosas suceden con frecuencia en las entrevistas. A m¨ª la que me hizo la se?orita Karmentxu Mar¨ªn en tu peri¨®dico me parece excelente y estoy totalmente de acuerdo con ella, aunque las circunstancias me hayan obligado a especificar, una vez m¨¢s, ciertas cuestiones.
Director del Centro Dram¨¢tico Nacional
Madrid
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