La herencia sanitaria
Doctor en MedicinaDiputado del PSOE por Madrid
Toda acci¨®n revolucionaria debe tener un contenido de trascendencia. La conciencia revolucionaria no es el reflejo del mundo existente, sino que constituye gran proyecto de un orden social y humano nuevo a¨²n no existente. Pero la decisi¨®n de ser un revolucionario socialista, por encima del socialismo cient¨ªfico, de la dial¨¦ctica, del an¨¢lisis de la historia, est¨¢ en la gran fe que tenemos en el hombre y en el enorme caudal que encierra, para transformar el mundo, la sociedad, la naturaleza sta trascendencia que contiene nuestro trabajo de socialistas, aplicada al hombre, en el terreno de los derechos fundamentales se expresa, de forma apremiante, en el derecho a la salud.
La manipulaci¨®n y la pol¨ªtica de lucro que predomina en nuestra sociedad, no ha respetado aquella parcela de la actividad humana que se orienta a la protecci¨®n de la salud del individuo y la sanidad de la colectividad. La pol¨¦mica respecto a qu¨¦ filosof¨ªa deba aplicarse a la pol¨ªtica de salud enfrenta a una concepci¨®n de la t¨¦cnica por la t¨¦cnica, el desarrollo por el desarrollo y la sociedad de consumo en donde el hombre-m¨¢quina tiene que producir plusval¨ªa para servir al sistema de producci¨®n, con otra que trata de hacer al hombre protagonista de su salud, part¨ªcipe de la promoci¨®n de la salud de la comunidad, poniendo al servicio de estos fines todo el enorme acervo tecnol¨®gico y cient¨ªfico que en los ¨²ltimos a?os han puesto a nuestro alcance el progreso de las ciencias. El fin ¨²ltimo de esta actitud es alcanzar mayores cotas de libertad, igualdad, fraternidad y solidaridad, de tal forma que ayuden a los hombres a realizarse y a ser m¨¢s felices.
Es f¨¢cil comprobar que el r¨¦gimen autoritario implantado en 1939 frustr¨® un comienzo de esperanza en el terreno de la salud, que intent¨® implantar la Rep¨²blica. Se escogi¨®, en cambio, la primera alternativa para asegurar la producci¨®n, despu¨¦s de reprimir a las clases trabajadoras y de arrebatarles todos sus derechos de hombre y de ciudadanos por medio de una maniobra demog¨®gica que, con la intenci¨®n de asegurar un sistema de producci¨®n v¨¢lido para la dictadura, cubriera ciertos riesgos. As¨ª naci¨®, el SOE (Seguro Obligatorio de Enfermedad). Su finalidad ¨²ltima era, antes que los cuidados sanitarios, la mera asistencia y la curaci¨®n del hombre productor enfermo.
De aqu¨ª, de estas premisas, parte toda la pol¨ªtica sanitaria de los ¨²ltimos cuarenta a?os, entrando, en un c¨ªrculo maligno en donde la ense?anza de la medicina pierde todo contenido social, se abandona cualquier supuesto de educaci¨®n sanitaria del pueblo, se degrada paulatinamente la medicina preventiva y la higiene industrial y laboral se cubre de legislaci¨®n farragosa que en muchos casos no se cumple. Este c¨ªrculo se cierra con la etapa de la industrializaci¨®n; ¨¦sta se hace sin planificar y el hombre, en nuestro pa¨ªs, sufre en grado m¨¢ximo las agresiones del medio social, econ¨®mico y ecol¨®gico progresivamente degradado, en donde tiene que desarrollar su trabajo y su vida.
Los intereses de la clase dominante exigen, para el proceso de industrializaci¨®n estimulada por los planes de desarrollo, el ¨¦xodo del campo a la ciudad de masas de trabajadores que proporcionan mano de obra barata por la doble maniobra de deprimir el campo por la falta de equipamiento y de asentamiento en los cinturones industriales de los centros de producci¨®n que coinciden, en general, con las grandes ciudades.
?Qu¨¦ alcance tiene todo este proceso para el estado de salud de un pueblo? Inadaptaciones de la vida humana, no inserci¨®n en la vida cultural, analfabetismo, falta de escolarizaci¨®n, trabajo de menores, viviendas escasas, hacinamiento, rupturas familiares irreparables, delincuencia juvenil, drogas, alcoholismo, jubilados y pensionistas sin parques ni espacios libres, contaminaci¨®n del aire y del agua, trabajos peligrosos y t¨®xicos sin protecci¨®n para aportar las riquezas de toda la familia al pago de una vivienda muchas veces insolubre, jornadas de trabajo agotadoras, ¨ªndices de accidentes de trabajo y tr¨¢fico que suponen costes sociales y econ¨®micos equivalentes a todas nuestras exportaciones, ciudades deshumanizadas generadoras de enfermedades ps¨ªquicas de todo tipo, nutrici¨®n en grandes sectores de poblaci¨®n insuficiente, mortalidad general e infantil alt¨ªsima, falta de equipamientos sanitarios en los cinturones industriales y en las zonas rurales abandonadas.
Esta gran trampa donde han ca¨ªdo las clases trabajadoras tiene una consecuencia sanitaria: la asistencia primaria, que naci¨® viciada, en cuarenta a?os no ha cambiado en su estructura organizativa; si acaso la construcci¨®n de grandes hospitales y ciudades sanitarias que no responden a un plan moderno de salud, asistencia masificada, deshumanizada, caos organizativo, hipertrofia de burocracia, enfrentamiento entre el sanitario y el enfermo, entre servicios y comunidad.
De esta triste historia de la sanidad espa?ola hay una larga lista de responsables y un corto n¨²mero de ciudadanos que la denunciaron. Se ha creado una conciencia colectiva en el pueblo que ve como se ampl¨ªan los sectores protegidos, como se incrementan las cuotas de los trabajadores sin posibilidad de reingreso y con incidencia en el poder adquisitivo de los salarios, los empresarios son conscientes de que los costes de la Seguridad Social hacen peligrar la econom¨ªa de las empresas, aumentan los costes de producci¨®n y disminuyen la competitividad, sin que, a cambio, se mejore la asiste.ncia, se atienda a los enfermos ps¨ªquicos correctamente, se haga pol¨ªtica de salud.
Pues bien, a¨²n siguen los puestos de direcci¨®n y de ejecuci¨®n en las mismas manos; el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social ha heredado esta filosof¨ªa de la salud y gran parte de los responsables de este caos sigue empleando los mismos m¨¦todos de autoritarismo e ineficacia. No se han respetado los compromisos de participaci¨®n y control en la gesti¨®n por parte de los usuarios, t¨¦cnicos y Parlamento que contemplan los Pactos de la Moncloa.
La opini¨®n p¨²blica no conoce el destino del bill¨®n quinientos mil millones de pesetas aproximadamente del presupuesto del departamento. Puede que el Ministerio de Hacienda y la Vicepresidencia de Econom¨ªa den alg¨²n dato, pero lo evidente es que el pueblo, las clases profesionales sanitarias, las centrales sindicales, los ¨®rganos oficiales representativos que tienen responsabilidad en la pol¨ªtica de salud, no est¨¢n satisfechos de la gesti¨®n del departamento ministerial, de la que es responsable el equipo gubernamental.
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