Canon de televisi¨®n
?Televisi¨®n Espa?ola, habitual mensajera de noticias, es estos d¨ªas noticia en s¨ª misma por doble motivo: el PAL y el canon. En efecto, la opci¨®n pol¨ªtica acerca del sistema de televisi¨®n en color parece haberse decantado en favor de la patente alemana. Desde un punto de vista estrictamente objetivo nada cambia con esta decisi¨®n, porque desde hace a?os tanto la producci¨®n de receptores como la adquisici¨®n del costoso material t¨¦cnico destinado a los centros emisores hab¨ªa desde?ado el Secam franc¨¦s prefiriendo el PAL alem¨¢n.Se otorga, pues, "status" jur¨ªdico a una situaci¨®n de hecho pr¨¢cticamente irreversible. Pero resulta curioso que si el acuerdo se tom¨® tiempo atr¨¢s, como ahora se insin¨²a, se encuentre todav¨ªa en puertas de publicaci¨®n en el Bolet¨ªn Oficial del Estado la correspondiente disposici¨®n administrativa. No puede olvidarse que, en un pret¨¦rito no muy lejano, la elecci¨®n de una u otra f¨®rmula fue objeto de conversaciones de alto nivel y de viajes de comisiones ministeriales importantes, cuya oculta finalidad no era otra que la de negociar el tema. No cabe, pues, sorpresa por la decisi¨®n, pero s¨ª asombro por la ins¨®lita tardanza en hacerse p¨²blica.
La segunda cuesti¨®n que convierte a Televisi¨®n Espa?ola en noticia incide no solamente sobre este organismo, sino tambi¨¦n sobre todos los espa?oles, incluso en aquellos poco o nada aficionados a este medio de comunicaci¨®n. Por v¨ªa oficial se ha puesto sobre el tapete la creaci¨®n de un canon que afectar¨ªa a los poseedores de aparatos de esta naturaleza, con exclusivo alcance a los de color.
Tal iniciativa del Gobierno, que habr¨¢ de pasar por cauces parlamentarios, tampoco constituye una novedad. En Espa?a estuvo vigente el pago de una tasa hasta su supresi¨®n por ley de diciembre de 1965. Su desaparici¨®n respondi¨®, sin duda, en buena parte, a las dificultades que originaba la exacci¨®n del impuesto.
En realidad, la financiaci¨®n de la televisi¨®n constituye un problema y no s¨®lo en Espa?a. Cuando por su marco jur¨ªdico las empresas de este tipo tienen car¨¢cter de p¨²blicas o semip¨²blicas -como ocurre en Europa-, las fuentes de ingresos se suelen diversificar: tasa o canon por la tenencia y disfrute, subvenciones presupuestarias y recursos propios, que suelen proceder de la publicidad. Conviene se?alar que estos ¨²ltimos no son aceptados en algunos pa¨ªses, en tanto que el impuesto tiene car¨¢cter generalizado, con contadas excepciones, entre las que figura Espa?a.
Nos parece bien, en este como en otros temas, homologarnos con Europa, pero si la homologaci¨®n se hace por encima de lo formal. Si hay consenso en torno al canon, habr¨¢ que arbitrar un mecanismo id¨®neo que prevenga, evite o sancione el impago. Otros problemas pueden plantearse tambi¨¦n a la hora de distribuir geogr¨¢ficamente el impuesto, cuando Televisi¨®n Espa?ola no tiene todav¨ªa absoluto alcance nacional.
Suponemos que la Administraci¨®n ser¨¢ consciente de estas dificultades y que las habr¨¢ superado en su proyecto, con lo que el sistema podr¨ªa responder a los m¨ªnimos exigibles de seriedad y rigor. Si es as¨ª, bienvenido sea el canon televisivo. Porque hasta ahora los gastos cuantiosos de Televisi¨®n Espa?ola se sufragan con consignaciones presupuestarias -es decir, recurriendo a todos los espa?oles, incluso los no televidentes- y con una publicidad que, al carecer de competencia, irroga serios perjuicios a otros medios de comunicaci¨®n independientes. La tasa permitir¨ªa reducir las cuotas de mercado publicitario que absorbe hoy la televisi¨®n y recurrir en menor proporci¨®n a la aportaci¨®n estatal.?
1 octubre
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