Ernst Haas
Ernst Haas. As¨ª defin¨ªa su trabajo Ernst Haas, uno de los fot¨®grafos m¨¢s importantes de nuestro tiempo, en una entrevista publicada en 1976 como pr¨®logo a su libro -ensayos prefiere llamarles Haas- sobre Alemania:?El reportero es un deportista que, relajado, con el cuello de la camisa abierto, corre detr¨¢s de lo que pasa, quiere atrapar los sucesos, recoger las noticias, informar. No obstante, le dir¨¦ francamente que la realidad no me interesa. Mis problemas son de orden art¨ªstico. Son m¨¢s bien problemas de pintor, porque yo soy pintor, un pintor que no tiene paciencia para pintar, por esto fue por lo que me hice fot¨®grafo. Deseo una imagen que lo diga todo, sin una palabra. Esta es la raz¨®n por la que no me gusta que haya textos bajo las fotograf¨ªas.?
La Photogaler¨ªa, Plaza de la Rep¨²blica Argentina, 2
N¨²?ez de Balboa, 37
Esta ¨®ptica de pintor de la que habla Haas es particularmente evidente en sus ensayos sobre Nueva York, Par¨ªs, Grecia y, sobre todo, en el m¨¢s conocido de ellos, La Creaci¨®n, que en 1958 le sirvi¨® para ser votado como uno de los mayores fot¨®grafos vivos en una encuesta realizada por la revista Popular Photography.
Sin embargo, las fotograf¨ªas que actualmente se exponen en Madrid no forman parte de ninguno de estos trabajos, sino que pertenecen al primer reportaje fotogr¨¢fico que realizara Haas, la serie Viena 1946; Fin y Principio. En aquellos a?os Haas, obviamente, no hab¨ªa desarrollado todav¨ªa su peculiar forma de hacer y entender la fotografia. Pero ello no es ¨®bice para que nos encontremos con un reportaje mod¨¦lico en su g¨¦nero. Una disecci¨®n descarnada de la Viena de la posguerra, su ciudad natal, en la que los supervivientes, vagan como fantasmas entre las ruinas y los escombros, castigados por las secuelas de la guerra: la miseria, el hambre, el desabastecimiento, el mercado negro, la inseguridad y la desesperanza. La vida sigue, parece querer decirnos Haas, y el principio siempre viene despu¨¦s del final, cavando sus cimientos sobre los cad¨¢veres de los millones de muertos y el recuerdo de miles de desaparecidos. De esta Viena tuvimos ocasi¨®n hace poco tiempo de ver otro importante testirnonio. Me refiero a la pelicula ?El tercer hombre?, de Carol Reed, repuesta por televisi¨®n hace unos meses. A pesar de las evidentes diferencias entre ambos trabajos, no deja de haber entre ellos coincidencias que van m¨¢s all¨¢ del a?o y el lugar. Sobre todo, esa puesta en escena enf¨¢tica, casi tremendista, pero que nos vale, que nos sirve, porque en ocasiones no lo es m¨¢s que la propia vida.
S¨¢lomon comparaba la psicolog¨ªa del reportero con la del cazador. No se trata s¨®lo de estar en el sitio oportuno en el momento oportuno, sino, fundamentalmente, de saber estar. Pasar inadvertido, trabajar silenciosamente, pacientemente, ver sin ser visto, sin llamar la atenci¨®n, oculto o, cuando menos, disimulado. El fallo m¨¢s m¨ªnimo puede espantar la caza. Porque lo que importa en estos casos no es tanto la nitidez de la imagen como su oportunidad, el saber dispararjusto a tiempo. No se busca la pose, sino la expresi¨®n: recoger ese instante ¨²nico que quiz¨¢ nunca m¨¢s se vuelva a repetir. S¨¢lomon Hass y muchos m¨¢s supieron estar y nosotros no podemos menos que agradec¨¦rselo.
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