El capitalismo trilateral y la econom¨ªa espa?ola en la transici¨®n / 1
Diputado del PCE
Dos hechos recientes me han llevado a reflexionar sobre el tema a que se refiere el t¨ªtulo de este art¨ªculo. El primero, la lectura de la obra de Enrique Ruiz Garc¨ªa La era de Carter (Alianza Editorial, Madrid, 1977), donde con gran inter¨¦s se exponen las ra¨ªces del capitalismo trilateral. El segundo, la terminaci¨®n de la doceava edici¨®n de mi libro Estructura econ¨®mica de Espa?a, de cuya lectura en pruebas de imprenta extraje algunas conclusiones relacionadas con el estadio m¨¢s evolucionado del actual sistema capitalista.
Esa doble circunstancia me indujo a esbozar algunas ideas que tal vez puedan servir para algo, si se quiere meditar sobre cuestiones que por el momento los espa?oles tenemos bastante abandonadas debido a la intensa preocupaci¨®n de pol¨ªtica interior por que atravesamos. Y no es bueno que por ese inevitable inter¨¦s nos olvidemos de que si ?las ciudades est¨¢n en medio del campo?, an¨¢logamente este pa¨ªs se encuentra en medio del mundo.
Evidentemente, la situaci¨®n actual de la econom¨ªa espa?ola se relaciona de modo muy estrecho con las mutaciones de que ha sido y es escenario nuestra sociedad de unos a?os a esta parte. En ese sentido, el primer factor a tener en cuenta es la crisis econ¨®mica internacional que se desencaden¨® a finales de 1973 -por una gran complejidad de factores monetarios y energ¨¦ticos- y que se agudiz¨® muy especialmente entre nosotros como consecuencia del declive del r¨¦gimen pol¨ªtico del 18 de julio, cuya quiebra final abri¨® la definitiva transici¨®n a la democracia.
Nuevos comportamientos, viejas resistencias
Esa transici¨®n se tradujo a su vez en la alteraci¨®n de muchos patrones de comportamiento, desde el mismo momento en que empezaron a desbloquearse las rigideces preexistentes. As¨ª, no pudieron por menos de surgir nuevas expectativas a medio y largo plazo, que se plasmaron en actitudes contrapuestas. De un lado, la incertidumbre en los grupos sociales tradicionalmente m¨¢s beneficiados llev¨® a la ca¨ªda de la inversi¨®n y a la grave secuela de un paro cada vez mayor. Y en el v¨¦rtice opuesto, las aspiraciones fundadas en la esperanza de una r¨¢pida democratizaci¨®n hicieron que las clases trabajadoras presionaran para ocupar un espacio pol¨ªtico hasta entonces cerrado para ellas a cal -y canto. En consecuencia, el proceso de re ajuste del marco institucional y del contenido real del sistema econ¨®mico, pol¨ªtico y social- est¨¢ oper¨¢ndose en medio de no pocas inc¨®gnitas y dificultades y a un ritmo interferido por las resistencias desde los viejos centros del poder econ¨®mico.
En esto ¨²ltimo creo que todos podr¨ªamos estar de acuerdo: en ning¨²n pa¨ªs se ha verificado el paso de la dictadura a la democracia incipiente con un menor deterioro en el poder de los grupos econ¨®micos dominantes. Ah¨ª siguen los bancos, algunos de ellos con sus mayores beneficios en el a?o de crisis m¨¢s intensa; como tambi¨¦n gozan de excelente salud los grandes propietarios de fincas r¨²sticas, que en la pr¨¢ctica ni siquiera se vieron gravados con el impuesto sobre el patrimonio; por su parte, los especuladores del suelo y las inmobiliarias contin¨²an en la m¨¢s sistem¨¢tica explotaci¨®n; y los expedientes de regulaci¨®n de empleo en empresas de conocidos oligarcas del anterior r¨¦gimen se producen en ocasiones de forma harto dudosa. En definitiva, que los poderes econ¨®micos se mantienen pr¨¢cticamente inc¨®lumes es algo que la propia gran patronal ha reconocido con su cambio de estrategia: despu¨¦s de un a?o de invectivas contra el Gobierno, se ha percatado de que la transici¨®n le est¨¢ siendo mucho m¨¢s rentable de lo que en principio pudo suponer.
Por lo dem¨¢s -lo pon¨ªamos de relieve al principio-, el contexto exterior no pod¨ªa dejar de influir en la evoluci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Ese contexto es el de una crisis a nivel general, que impulsa la internacional izaci¨®n y la concentraci¨®n del capital en un marco de nuevas relaciones. En efecto, el panorama de los a?os sesenta y primeros setenta, de indiscutida hegemon¨ªa formal del d¨®lar, de disponibilidades de energ¨ªa abundante y barata, de crecimiento indefinido, es algo que desde 1973 se vio radicalmente trastrocado por la segunda gran depresi¨®n en lo que va de siglo. Desde luego, ¨¦ste ya no es el mundo de la larga posguerra. Es algo bien distinto que en alta proporci¨®n responde a las nuevas fuerzas tecnol¨®gicas y organizativas engendradas por el propio capitalismo en su fase anterior: los ordenadores de la cuarta generaci¨®n, la tecnoestructura de las grandes corporaciones, la trasnacionalizaci¨®n del capital, el dram¨¢tico reajuste de los circuitos financieros.
Pero no vale enga?arse. Es verdad que el capitalismo, de la posguerra, el capitalismo monopolista de Estado a nivel de un solo Estado -aunque lo arropara el imperialismo norteamericano- ha dejado ya de ser el n¨²cleo del sistema. Sin embargo, eso no significa que el propio sistema est¨¦ en trance de hundirse. En buena medida, la situaci¨®n es la contraria: se ha producido el salto a una nueva fae -a una nueva esclusa, que dir¨ªa Koestler- al adquirir el capitalismo conciencia de sus nuevas potencialidades, y al apreciar tambi¨¦n sus anteriores debilidades. Hoy, sin haber un Estado mundial que apoye al capitalismo, si que hay un sistema mundial de Estados respaldando la formaci¨®n capitalista m¨¢s evolucionada. Esto es lo que precisamente representa el capitalismo trilateral -Estados Unidos, Jap¨®n y la RF de Alemania que se estructura y centraliza a nivel planetario conforme a lo que ideol¨®gicamente quiere conocerse por muchos con el pretencioso nombre de ?capitalismo cient¨ªfico?, sobre cuya g¨¦nesis y aspiraciones nos ilustra Enrique Ruiz Garc¨ªa en su libro.
El fundamento del nuevo es quema capitalista radica en el decidido protagonismo de las mayores multinacionales. Asociadas entre s¨ª en una com¨²n, estrategia, han decidido gobernar el mundo sin aceptar m¨¢s frontera que la de su propio poder. Los Rockefeller, los Ford, los magnates del Rin y del Ruhr, los Zaibatzu japoneses, las grandes corporaciones que dominan los mercados aeroespacial, alimentario, de la qu¨ªmica, de la electr¨®nica y la inform¨¢tica, est¨¢n dando la r¨¦plica m¨¢s contundente al pensamiento progresista y tambi¨¦n a las aspiraciones emancipadoras del Tercer Mundo. Para ello utilizan su larga, cohorte de expertos y la que bien podr¨ªa calificarse de ?nueva clase pol¨ªtica multinacional?. Ser¨ªa f¨¢cil dar sus nombres, pero creo que no es preciso, pues est¨¢n en la mente de todos.
La falta de otra alternativa
La anterior reacci¨®n que frente a otra crisis de gran envergadura present¨® el capitalismo fue la ?Nueva Frontera? de Kennedy, que supo aprovechar el excedente potencial para salir del estancamiento de la era Eisenhower y responder al ?reto sovi¨¦tico?. El espectacular crecimiento de la URSS por entonces, su liderazgo en la carrera espacial, el avance ,del comunismo en Vietnam y Cuba, pon¨ªan al capitalismo en grave riesgo, proveniente, pues, de fuera del sistema. Por el contrario, en la nueva reacci¨®n que frente a la crisis actual, supone la concepci¨®n trilateral, las mayores dificultades no son externas. M¨¢s que una crisis anti-sistema por un reto desde el ¨¢rea socialista, se trata de una crisis de organizaci¨®n interna del propio capitalismo; la ?soluci¨®n? subyacente est¨¢ en ajustar las cuentas al Tercer Mundo, someter a los idealistas y dar entrada en el centro del sistema a dos candidatos a ello, Jap¨®n y Alemania. Queda claro, pues, que en 1973 no hab¨ªa, ni existe hoy por hoy, una alternativa popular atractiva para las grandes masas que pudieran ser favorables a una sociedad nueva y que hubiera representado una amenaza para el capitalismo.
En efecto, hoy en el ?soc¨ªalismo real? de los pa¨ªses del Este, aunque se hayan alcanzado metas nada desde?ables en ¨¢reas como sanidad, ense?anza, empleo, deporte, etc¨¦tera, los alicientes desaparecen en lo que concierne a libertades p¨²blicas y derechos individuales, por no hablar de la hipertrofia de la burocracia, del culto a la personalidad, etc¨¦tera. E incluso los avances econ¨®micos dejan mucho que desear en t¨¦rminos de eficiencia de inversi¨®n y niveles de consumo. Y si bien es verdad que la URSS fue baluarte y esperanza frente al imperialismo norteamericano de antes, y de momento es el ¨²nico que podr¨ªa serlo tambi¨¦n de cara al capitalismo tr¨ªlateral, no es menos cierto que se trata de un baluarte b¨¢sicamente militar. Apoya, desde luego, los movimientos emancipadores del Tercer Mundo -recientemente Angola y Etiop¨ªa, como ayer hizo con Cuba y Vietnam-, pero que en ocasiones su actividad se polariza en funci¨®n de su pol¨ªtica de gran potencia, y todo ello con una concepci¨®n muy discutible de lo que hoy puede ser la marcha al socialismo.
Por lo dem¨¢s, los partidos socialdem¨®cratas de la sucesora de la II Internacional, ni suscitan grandes impulsos populares ni transforman nada. Tambi¨¦n habr¨ªa que dedicar m¨¢s espacio a este tema, pero el espect¨¢culo de algunos Gobiernos de esa ideolog¨ªa habla por si solo, salvo quiz¨¢ excepciones como fue la de Olof Palme en Suecia. Helmut Schmidt simboliza el brazo europeo del capitalismo trilateral, sin olvidar a un Callaghan cuyos esfuerzos tienden m¨¢s a salvaguardar lo que queda de la City que no a abrir nuevos cauces para la sociedad brit¨¢nica.
En suma, en este mundo sin alternativas con fuerza para mover a la gente, el capitalismo trilateral se alza aprovechando todas sus posibilidades.
Los viejos disfraces y el caso japon¨¦s
Claro es que ese capitalismo ha de seguir usando viejos disfraces y que -por ejemplo- se dirige al ciudadano medio con su c¨¦lebre ?econom¨ªa social de mercado?, cuando en realidad lo que hace es decidir todo por ¨¦l; o le habla de la ?defensa de los derechos humanos?, en tanto que la polic¨ªa pol¨ªtica lo interfiere todo, o predica la democracia para los tercermundistas, al tiempo que la verdadera ayuda se la presta a las dictaduras, o se refiere c¨ªnicamente al humanismo, aunque en el fondo su ¨²nico criterio siga siendo la explotaci¨®n del hombre por el hombre para acumular y controlar m¨¢s.
Ahora, la nueva frontera de ese capitalismo es la conquista de todo lo importante por las grandes multinacionales y sus m¨¢s o menos vergonz,antes aliados locales, Y por eso resultan tan miopes algunas observaciones que profetizan la inmediata decadencia del ?Imperio Americano?, simplemente porque el PNB de Estados Unidos disminuye en porcentaje respecto del producto bruto mundial. Cuando en realidad est¨¢ sucediendo algo muy d¨ªstinto y bastante nuevo: que a trav¨¦s de las multinacionales, el capitalismo trilateral -Estados Unidos, Jap¨®n, RFA- se hace presente por doquier, y utiliza sus importantes recursos para distanciarse tecnol¨®gicamente de sus adversarios.
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