Un hombre fuerte
? Pero hay otra "ley no escrita" que se ha roto con la proclamaci¨®n de Juan Pablo II, no tan espectacular como la del monopolio de los cardenales italianos, pero de tremendo peso en la pol¨ªtica vaticana: la del predominio de la curia, de la burocracia vaticana a la hora de la elecci¨®n tanto del hombre como de su orientaci¨®n pol¨ªtica y pastoral. La fr¨¢gil y pat¨¦tica figura del papa Luciani, que tampoco fue un hombre de la curia sensu strictu, en lucha sorda con las costumbres y la visi¨®n del mundo vaticano, da una idea de la fuerza y la capacidad de presi¨®n de la burocracia vaticana sobre su Pont¨ªfice.Por muy vinculado que est¨¦ a la curia, Juan Pablo II, como su antecesor, no es un hombre a la medida de ella. Viene de un pa¨ªs y de un tipo de lucha que forzosamente marcan un car¨¢cter y crean una peculiar idea del mundo y de la catolicidad que no concuerdan bien con la pr¨¢ctica cotidiana del tradicional arzobispado de Roma. De ah¨ª que sea presumible que los pasillos vaticanos le vengan estrechos a un pastor de esta especie, curtido en el supremo reto de la Iglesia de este siglo, el que supone para ella su supervivencia en las burocracias socialistas.
Contribuye mucho a esta primera impresi¨®n saludable de la proclamaci¨®n de Juan Pablo II su propio aspecto personal en los ant¨ªpodas del de Luciani; su juventud, 58 a?os, augura un papado largo y erradica la idea de un Papa de transici¨®n; su extraordinaria capacidad oratoria, que ofreci¨® dos toques de maestro en el m¨ªnimo discurso de ayer tras la proclamaci¨®n. S¨ªntomas todos de una personalidad segura, en¨¦rgica y en contacto con los resortes que mueven a los hombres de la calle.
17 octubre
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