Gritos y susurros
EL DISCURSO pronunciado, el d¨ªa de inauguraci¨®n del Congreso de UCD, por Jos¨¦ Luis Alvarez, no ha hecho sino confirmar el generalizado escepticismo acerca de la eficacia de los mecanismos homogeneizadores, puestos en marcha por la c¨²pula del Gobierno, para lograr la unidad ideol¨®gica y pol¨ªtica de su partido y disolver a los grupos que formaron parte de la coalici¨®n electoral triunfadora en los comicios de junio de 1977.Es l¨®gico que haya sido la tendencia dem¨®crata cristiana la encargada de dar, a trav¨¦s del alcalde designado de Madrid (y, ahora, tambi¨¦n, candidato oficial de su partido), la nota discordante en el Congreso. Al fin y al cabo, la pol¨ªtica del Gobierno contin¨²a siendo elaborada por un peque?o grupo del poder, procedente de los antiguos aparatos del Movimiento y de la Organizaci¨®n Sindical, con la colaboraci¨®n, en el terreno econ¨®mico y en las tareas de la organizaci¨®n de UCD, de los socialdem¨®cratas. Tampoco los liberales han sido invitados a participar en los secretos del Gobierno y se limitan, al igual que los democristianos, a conocerlas por la prensa. Pero la fuerza y las ambiciones de los dos grupos relegados son abismalmente diferentes. Mientras los liberales tienen casi como ¨²nico activo sus ideas y un reducido n¨²mero de parlamentarios, la tendencia democristiana ocupa, adem¨¢s, importantes bastiones en la sociedad y en los medios de comunicaci¨®n tiene como incentivo para sus aspiraciones el recuerdo del papel hegem¨®nico desempe?ado en la Italia y la Alemania de la posguerra por sus hom¨®logos. y no pierde la esperanza de que, la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica espa?ola abandone su actual y admirable estrategia de neutralidad -y les designe como sus representantes en el, mundo pol¨ªtico. Es comprensible que resientan, como una grave ofensa que debe ser vengada, la marginaci¨®n de que han sido v¨ªctimas durante los ¨²ltimos meses y que encuentra su m¨¢s espectacular ejemplo en la desautorizaci¨®n de los se?ores Lavilla y Herrero de Mi?¨®n como negociadores de la Constituci¨®n, desplazados en la tarea por el se?or Abril Martorell. Las carteras ministeriales que el grupo recibi¨® en julio de 1977 (Educaci¨®n, Justicia y Exteriores), el puesto concedido al se?or Fern¨¢ndez Miranda o la alcald¨ªa de Madrid otorgada al se?or Alvarez no son al parecer, contrapartidas suficientes para una corriente ideol¨®gica que, adem¨¢s, pretende intervenir en la elaboraci¨®n de la estrategia global del Gobierno y de sus decisiones fundamentales, aspira a ocupar zonas de poder en los ministerios relacionados con la vida econ¨®mica y con el gobierno de las provincias, y desea un mayor espacio de influencia en el aparato de UCD. Vamos, que lo quieren todo.
Por otra parte, la presencia en la vida espa?ola de la democracia cristiana no se circunscribe al ¨¢mbito de UCD. sino que se extiende a otras zonas del espectro pol¨ªtico a trav¨¦s de un sistema de vasos comunicantes dif¨ªciles de precisar, pero, sin duda, eficientes. Con la sola excepci¨®n de los hombres que siguieron, finalizada la guerra civil. al se?or Gil Robles en una traves¨ªa del desierto tan larga que a¨²n no ha terminado y que dudamos alcance alguna vez la tierra prometida del ¨¦xito electoral, la democracia cristiana espa?ola colabor¨® activamente con el anterior r¨¦gimen y fue uno de los m¨¢s recios pilares de aquel sistema. bautizado por algunos como nacional-catolicismo. Lo cual, por lo dem¨¢s, no fue m¨¢s que una de las v¨ªas abiertas hacia el futuro por el propio se?or Gil Robles y la CEDA, que apoyaron la insurrecci¨®n de julio de 1936 y acataron el decreto de unificaci¨®n de 19 de abril de 1937.
Esta matriz com¨²n de la casi totalidad de los grupos democristianos espa?oles, tan diferentes en ese aspecto a los socialcristianos alemanes y a los popolari italianos, explica que las diferencias entre los t¨¢citos hoy militantes de UDE, los t¨¢citos disidentes, capitaneados por el despechado se?or Osorio, y la UDC del se?or Silva Mu?oz. coalicionada dentro de Alianza Popular, sean reales, pero, a la vez, no insuperables. Las afinidades son visibles, incluso en aspectos secundarios; la ret¨®rica y la est¨¦tica oratorias del se?or Alvarez en el Congreso de UCD record¨®, aunque rebajadas de grado y de gesto, las amenazadoras apariciones tronitonantes del se?or Silva Mu?oz. Pero la semejanza alcanza, tambi¨¦n, a la doctrina. Las despreciativas palabras dedicadas por el se?or Alvarez a la ?Platajunta? no s¨®lo significaron una ofensa para sus compa?eros de partido que -como el se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez o el se?or Garrigues- jugaron un destacado papel como miembros de la oposici¨®n democr¨¢tica en sus negociaciones con el primer Gobierno Su¨¢rez, sino que resultaron altamente reveladoras de su profundo menosprecio por la larga lucha de las fuerzas populares y de los grupos intelectuales contra el anterior r¨¦gimen.
A este respecto, resulta interesante se?alar que, si bien los or¨ªgenes pol¨ªticos de los actuales l¨ªderes de partidos democr¨¢ticos no tienen por qu¨¦ ser determinantes de su conducta presente o futura, el empe?o por actualizar como virtud el apoyo al franquismo y como pecado la militancia en la oposici¨®n sit¨²a a quien defienda esa tesis en posiciones id¨¦nticas a las del se?or Silva Mu?oz y del se?or Osorio. Al lado de estos recalcitrantes del manique¨ªsmo, el presidente Su¨¢rez y sus hombres de confianza. que han demostrado su capacidad para desmontar el ?nacional-catolicismo? e instaurar el pluralismo, se nos muestran como simples profesionales del poder, cuyas vincufaciones con el franquismo no eran ideol¨®gicas o emotivas, sino meramente ocupacionales. El en¨¦rgico, enfrentamiento de los l¨ªderes ?azules? de UCD con Alianza Popular, su compatibilidad con los socialdem¨®cratas en el seno de su partido y su buena disposici¨®n para establecer acuerdos y estrategias comunes con la izquierda parlamentaria es una prueba de que se hallan en condiciones de seguir realizando su viejo oficio.
En cambio, los gritos del se?or Alvarez en el Congreso de UCD coinciden con los susurros que otros dirigentes de la democracia cristiana, situados fuera del Gobierno y a la derecha de su partido, dejan caer en medios de poder financiero, militar e institucional, acerca de la conveniencia de un ?Gobierno neutral?, sin respaldo parlamentario, para despu¨¦s del refer¨¦ndum constitucional. Deseamos de todo coraz¨®n que esa coincidencia objetiva de gritos y susurros sea casual. Porque esa conspiraci¨®n extraparlamentaria se propone, de un solo golpe, comprometer al Rey, abrir las puertas del Gobierno a quienes no pudieron conquistarlo en las urnas, aprovechar la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco para adoptar medidas de excepci¨®n en toda Espa?a, y suspender las elecciones hasta que el control de los aparatos burocr¨¢ticos permitan a ese Gobierno sedicentemente ?neutral? ganarlas para reformar la Constituci¨®n y perpetuar su poder. En suma, para acabar con la Monarqu¨ªa parlamentaria y con las instituciones democr¨¢ticas que con tantos esfuerzos y sacrificios los espa?oles estamos tratando de consolidar. La sutil l¨ªnea que va del dem¨®crata-cristiano se?or Alvarez, al cristiano-dem¨®crata se?or Osorio, debe ser expl¨ªcitamente borrada para desmentir los susurros y acallar los gritos.
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