Estaciones de ferrocarril: la originalidad de una soluci¨®n global
El urbanista Alfonso ?lvarez Mora dej¨® constancia (EL PA?S, 15 de octubre de 1978) de su entera disconformidad para con el proyecto de un circuito c¨ªvico-recreativo-cultural y de zonas verdes en torno al casco hist¨®rico de Madrid. Debido a los arquitectos Juan Navarro Baldeweg, ?ngel Fem¨¢ndez Alba y Javier Bellosillo Amun¨¢tegui, fue comentado por m¨ª dicho proyecto en estas mismas p¨¢ginas (EL PA?S, 8 de octubre de 1978), con el complemento de un par de ilustraciones gr¨¢ficas que ven¨ªan a poner de manifiesto su estricta verificabilidad, sin modificaci¨®n sustancial de lo existente o s¨²bitamente heredado: los terrenos que, al quedar exentas de uso, regalan a la ciudad y al ciudadano las estaciones de Pr¨ªncipe P¨ªo, Imperial, Pe?uelas, Delicias y Atocha (dependencias incluidas).Bajo capa de r¨¦plica tajante, la propuesta de Alfonso ?lvarez Mora entra?aba, en primer lugar, un reconocimiento palmario en cuanto a la oportunidad y clara visi¨®n de la ofrecida por nuestros tres arquitectos. Daba, en efecto, por sentada la viabilidad del circuito antedicho, cual si se tratase de un asunto conocido por ¨¦l de antemano, cuando la verdad es que ni ¨¦l, ni nadie, hab¨ªa reparado en el aprovechamiento encadenado de los extensos territorios cedidos por el desuso de las cinco estaciones madrile?as. Es de saberse y recordarse que cuantas alternativas de utilizaci¨®n y disfrute de nuestras estaciones ex ferroviarias hayan visto, de un tiempo a esta parte, la luz p¨²blica se han caracterizado por una interpretaci¨®n parcial y fragmentaria. Se ha venido hablando, sin m¨¢s de los usos a conferir a los edificios de alguna de las estaciones (las de Atocha y Pr¨ªncipe P¨ªo, primordialmente), sin que nadie insisto, hubiera adventido la posibilidad conectiva de que su conjunto se desprende y perpet¨²a en torno al coraz¨®n de la ciudad y al alcance de no pocos de sus barrios m¨¢s aislados y menos provistos de espacios abiertos.
Dado, pues, por hecho y por suyo un proyecto debido a ajena lucidez, Alfonso ?lvarez Mora propone, en segundo lugar, unos usos distintos a los supuestamente ofrecidos por Navarro Baldeweg, Fern¨¢ndez Alba y Bellosillo Amun¨¢tegui, cuando la verdad es que nuestros tres arquitectos hab¨ªan ce?ido su propuesta a la escueta liberaci¨®n y recuperaci¨®n de unos espacios que, a juicio m¨ªo (y as¨ª lo dej¨¦ escrito), supon¨ªa la ¨²ltima (?la ¨²ltima!) opci¨®n salvadora de la ciudad que nos cobija. No parece haber comprendido ?lvarez Mora la condici¨®n gen¨¦rica (por no decir descriptiva) de la citada propuesta, tal cual se divulg¨® desde estas p¨¢ginas, imaginando que, por no especificados al detalle, se nos escamoteaban en ella servicios tan indispensables como el del transporte. A favor de semejante incomprensi¨®n y al amparo de una muy relativa capacidad imaginativa, no se le ocurre (haciendo suyo, repito, un proyecto ajeno) otra soluci¨®n que habilitar para el transporte p¨²blico la enmara?ada red ferroviaria que en las cinco estaciones se inserta a modo de aut¨¦ntico laberinto.
?La soluci¨®n -nos indica en su r¨¦plica- a la penuria agobiante de una red de transporte que afecta a la zona sur de Madrid estriba en la potenciaci¨®n del transporte colectivo y concretamente- del transporte por ferrocarril.? De acuerdo, aunque con una leve salvedad en forma de pregunta: ?es necesario para ello mantener el intrincado laberinto de un holgado medio mill¨®n (?medio mill¨®n!) de metros cuadrados, en cuya vasta extensi¨®n se cruzan, entrecruzan, convergen, divergen, se interfieren, bifurcan y pluribifurcan..., para volver a cruzarse, entrecruzarse y etc¨¦tera... miles y miles de ra¨ªles ferroviarios? ?No ser¨ªa acaso suficiente, eliminando las dem¨¢s, un simple y eficaz trayecto de ida y vuelta sobre las v¨ªas en tal sentido existentes a lo largo y lo ancho de las espl¨¦ndidas explanadas de Atocha y Delicias, reconvertidas en parque?
Para el resto del circuito, muy bien sabe Alfonso ?lvarez Mora que no hay el menor problema. Su propia invectiva viene a darnos la raz¨®n: ?Esto significar¨ªa, naturalmente, contar con las instalaciones ferroviarias, a¨²n no desmanteladas, y que definen un circuito que, partiendo de la estaci¨®n de Atocha y pasando por la de Delicias, Pe?uelas e Impercial, acabar¨ªa en Norte. Y todo esto sin contar con la l¨ªnea que une Atocha con Chamart¨ªn.? Lo que ignora Alvarez Mora (y de saberlo, nos lo hurta) es que ese trayecto existe, en su mayor parte, bajo tierra, coincidente, tambi¨¦n en mayor medida, con el que en superficie han tenido la feliz idea de proponer Navarro Baldeweg, Fern¨¢ndez Alba y Bellosillo Amun¨¢tegui. La estaci¨®n de Pr¨ªncipe P¨ªo (Norte), Imperial y Pe?uelas se ven comunicadas, sin soluci¨®n de continuidad, por un t¨²nel que si anta?o sirvi¨® para el transporte de mercanc¨ªas, puede hoy destinarse, convertido en Metro, al ir y venir de los pasajeros, Bajo tierra, asimismo, e igualmente equiparable al Metro (?y ojal¨¢ que obedeciera a una mayor periodicidad y fluidez su tr¨¢nsito!) discurre la l¨ªnea que actualmente est¨¢ abierta al servicio entre Atocha y Charnart¨ªn.
De tener, en fin, una virtud descollante sobre otras cuantas m¨¢s la propuesta de nuestros tres arquitectos es, justamente, la per.fecta concordancia (en sus tres cuartas partes) entre el circuito en superficie y el subterr¨¢neo. Con destinar el primero al ejercicio c¨ªvico-recreativo-cultural, y confiar el otro al transp¨®rte de pasajeros, la cosa quedar¨ªa resuelta. Lo que uno no acierta a comprender es que ?lvarez Mora no tenga el menor escr¨²pulo en arrogarse una buena porci¨®n de originalidad de un proyecto ajeno y quiere encima hacer suya, bajo capa de presunta contradicci¨®n, la nota que mejor lo define, seg¨²n dej¨¦ dicho en m¨ª anterior comentario: ?La propuesta de nuestros tres arquitectos se caracteriza, sobre su atinada condici¨®n unitaria, por su estricta verificabilidad, sin modificaci¨®n sustancial de lo existente, de lo dado. ? Consist¨ªa y consiste en un positivo no hacer o en un decidido impedir que lo que bien pudiera entra?ar el ¨²ltimo intento salvador de nuestra ciudad concluya en feudo de una inconfesable operaci¨®n especuladora, fundada en rumor fidedigno, en alarmante sospecha.
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