La paz de los violentos
LA CONCESI?N del Premio Nobel de la Paz a dos antiguos enemigos hoy dispuestos a reconciliarse por la intervenci¨®n y la imposici¨®n de un tercer poder superior a ellos, puede tener el car¨¢cter moral con que los premios fueron fundados: estimular a los j¨®venes a perseverar en el camino que siguieron los elegidos. El peligro es que de los j¨®venes terroristas que van abriendo hoy su execrable camino de sangre en el mundo podr¨¢n pensar que labor omnia vincit y que perseguidos y vituperados hoy por una sociedades que recibe sus heridas, sus amenazas y sus destrozos pol¨ªticos pueden llegar a ver un d¨ªa sus nombres inscritos, ni m¨¢s ni menos que en el mismo palmar¨¦s de los servicios a la Humanidad en que est¨¢n los nombres de Sadat y de Begin.A condici¨®n de que obtengan el poder. Es decir la legalizaci¨®n de sus m¨¦todos. O la canalizaci¨®n por v¨ªas regulares de una acci¨®n violenta irregular. Ni Sadat ni Begin han sido parcos o renuentes en el empleo de la violencia durante el desarrollo de sus vidas, no ha renunciado en el poder a los m¨¦todos que consideraron en su juventud que eran los m¨¢s adecuados para la defensa de sus ideales. El sentido de la fuerza sin m¨¢s l¨ªmites en su uso que la capacidad absoluta para emplearla, y el miedo a la represalia, el contexto en el que han vivido siempre les ha impresionado y ha sido impregnado por ellos. Desde las matanzas de brit¨¢nicos, jud¨ªos y comunistas y la conspiraci¨®n contra la monarqu¨ªa que inspir¨® a Sadat desde que se afili¨® a los ?oficiales libres? de Egipto, y las matanzas de brit¨¢nicos, ¨¢rabes y arios que inspir¨® la vida de Begin, afiliado a la Irgun Zvai Leumi y a la Haganah, hasta la sucesi¨®n de guerras entre los dos pa¨ªses, ninguno de los dos ha conocido la paz, ni han concebido la pol¨ªtica, sin sangre. Sus actos podr¨¢n ser considerados como heroicos abnegados por sus respectivos partidarios: podr¨¢n ser, y son, defensores de sus patrias, de sus comunidades y de sus ideas. Pero relacionar sus nombres con la paz parece considerablemente desplazado, a menos que se tenga como puede tenerlo el comit¨¦ noruego que concede el Nobel, un concepto muy original y muy peculiar de la paz. Lo obtenido ya en otras ocasiones: cuando se le concedi¨® a Kissinger (para lo cual, sin embargo, hab¨ªa otros subterfugios posibles). Hubo tambi¨¦n un a?o en que quisieron conced¨¦rselo a Churchill -el imperio brit¨¢nico no hab¨ªa sido sustuido todav¨ªa por el imperio americano- hombre que tambi¨¦n hab¨ªa dedicado su vida enteramente a la guerra, desde la de los boers la de Cuba hasta la segunda guerra mundial: la edad y el electorado brit¨¢nico le impidieron participar en m¨¢s. Pero entonces hab¨ªa alg¨²n pudor el mundo, y Churchill no fue elegido para el Nobel de la Paz. Se le compens¨® d¨¢ndole el de literatura. Siempre las cuestiones literarias han producido menos rubor a sus recompensadores oficiales.
La acci¨®n por la que ha sido concedido el Premio Nobel de la Paz a Sadat y a Beguin tambi¨¦n muy lejos de ser una realidad palpable. El comit¨¦ estima que los acuerdos de Camp David ?representan una victoria de la idea de paz en esa parte del mundo?: ni los acuerdos han sido voluntarios, sino impuestos por Estados Unidos ni se est¨¢n cumpliendo por ninguna de las dos partes, ni van a proporcionar la paz a aquella parte. Las llamaradas de L¨ªbano, la nueva asociaci¨®n de Siria con Irak y la unidad del ?frente de rechazo? que va a reunirse en Bagdad y puede producir una guerra, la desesperaci¨®n de los palestinos condenados y las posibles implicaciones de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en la cuesti¨®n puede hacer esperar realmente nada relacionado con la paz.
Quiz¨¢ la concesi¨®n del Premio Nobel el presidente Adolfo Su¨¢rez, a quien se cit¨® como candidato cualificado hubiese sido un tema demasiado local: hubiera provocado algunos risue?os comentarios en nuestro pa¨ªs, habr¨ªa fortalecido la inspiraci¨®n de los caricaturistas y habr¨ªa sido un serio apoyo electoral a UCD, pero en todo caso no hubiera ofendido el concepto de paz. No hay duda de que la Monarqu¨ªa espa?ola ha hecho un servicio imborrable a la reconcillaci¨®n entre un pueblo dividido y por caminos de pacto y de di¨¢logo. El Premio Nobel de este a?o es en cambio un premio al cansacio del guerrero, no al esfuerzo del paciflicador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.