Roberto Luna
?Lo que es el curso del Guadalquivir en nuestra geograf¨ªa -escribi¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Izquierdo- es la l¨ªnea de la gracia en el genio y figura de Andaluc¨ªa.? Esta l¨ªnea parece fluir con orientaci¨®n contraria a la de sus aguas, no viene de la sierra de Cazorla, ni de C¨®rdoba. Nace, seg¨²n Villal¨®n, en las Marismas y, desde all¨ª, fluye hacia Sevilla, la ciudad de la gracia por antonomasia. Su ritmo es, por tanto, mucho m¨¢s complejo de lo que pudiera parecer a simple vista. Algo que nunca han parecido comprender ni las autoridades hispalenses ni los ingenieros hidr¨¢ulicos. En vez de amoldarse a ¨¦l, lo han combatido. Han atentado una y otra vez contra su morfolog¨ªa y su paisaje, han cegado su cauce hist¨®rico a su paso por Sevilla han renunciado con ello no s¨®lo a gran parte de su historia, sino a toda la esencia que el r¨ªo, el ?r¨ªo grande?, alimentaba. Algo no medible en metros c¨²bicos de agua ni en estad¨ªsticas sobre lasdas. La gracia, la l¨ªnea de la gracia, en palabras de Villal¨®n, ese algo ?sobre lo que muchos hablan y algunos pretenden analizar como si lo que naci¨® hace mil a?os pudiera ser cazado con una gasa de mariposas y atravesado con un alfiler?. El r¨ªo ya no es el mismo. S¨®lo desde Coria hasta Sanl¨²car intuimos todav¨ªa lo que suponemos fue su ritmo. Desvelar sus secretos parece privilegio reservado a los artistas, a quienes se dejan atrapar por su fascinaci¨®n -cantaores, pintores, poetas-, a quienes no luchando contra ¨¦l pueden ser envueltos por ¨¦l mismo y es que ya lo dec¨ªa Manuel Halc¨®n, ?all¨ª no se admite velocidad superior a la que llevan las aguas del r¨ªo?. Imponiendo su ritmo, el r¨ªo impone tambi¨¦n, en cierta forma, su esp¨ªritu, sus leyes. No admitir¨¢ nunca ser considerado como simple tema o pretexto. La sabidur¨ªa del artista y, en este caso, de un fot¨®grafo, Roberto Luna, estriba en haber comprendido esto. Su habilidad en dejarse llevar, en limitarse a desplegar por su parte los medios, la t¨¦cnica estrictamente necesaria para aprehenderlo. Un trabajo por esto mismo, quiz¨¢ enga?osamente sencillo. Igual sucede con el r¨ªo: bajo su aparente calma se esconde un ritmo mucho m¨¢s complejo y excitante. Algo que no todos saben ver, en el que no todos saben mecerse. Tras esta aparente sencillez radica, muchas veces, la aut¨¦ntica dificultad, el verdadero oficio. Algo que muchas veces, demasiadas, se confunde con artificio. Y ah¨ª, en la fotograf¨ªa m¨¢s quiz¨¢, que en otras pr¨¢cticas, es donde empiezan a perderse muchos.Una visita a la Photogaler¨ªa y a sus dos exposiciones -una estrella y otra telonera, objeto precisamente de este comentario- as¨ª lo demuestra.
Roberto Luna
La Photogaler¨ªa. Plaza de la Rep¨²blica Argentina, 2
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