Una intoxicaci¨®n
EL ALCAZAR de ayer, en uno de sus ?servicios especiales?, intoxica a la opini¨®n p¨²blica, maneja historiales profesionales y personales tan intachables como los de Juli¨¢n Garc¨ªa Candau, redactor-jefe de EL PA?S, y desv¨ªa las sospechas -sin ninguna evidencia que lo avale- sobre los autores del atentado a este peri¨®dico hacia la criminalidad com¨²n.El Alc¨¢zar relaciona los asesinatos del periodista retirado Paulino Mart¨ªn y del abogado Rafael Mart¨ªn Pe?a con la bomba-postal recibida en EL PA?S a nombre de uno de sus redactores-jefes. Todo ello en base a las siguientes mentiras: una campa?a period¨ªstica de Garc¨ªa Candau sobre irregularidades en el deporte de las artes marciales y una ?estrecha y sincera amistad? entre nuestro redactor-jefe y el asesinado Mart¨ªn Pe?a. Juli¨¢n Garc¨ªa Candau y Mart¨ªn Pe?a no se vieron ni relacionaron jam¨¢s, ni directa ni indirectamente tuvieron el menor contacto. Juli¨¢n Garc¨ªa Cand¨¢u, entre sus muchos y reconocidos trabajos profesionales sobre el mundo del deporte, no ha entrado nunca en investigaci¨®n alguna sobre el trasfondo que pueda existir tras las artes marciales. El Alc¨¢zar, adem¨¢s, atribuye a nuestro redactor-jefe un pasado profesional como corresponsal de Logos en Francia que nunca existi¨®. Juli¨¢n Garc¨ªa Candau no h¨¢ desempe?ado corresponsal¨ªas nunca en ning¨²n sitio para nadie.
Y a las veladas iron¨ªas que El AIc¨¢zar vierte sobre nuestro compa?ero vamos a contestar directamente. Todos los indicios y las primeras investigaciones policiales apuntan hacia terroristas de la extrema derecha como responsables del atentado sufrido contra nuestro peri¨®dico. Es evidente que otras hip¨®tesis pueden ser a¨²n barajadas, pero ning¨²n dato conocido las avala y s¨ª son muchos los indicios en el sentido que decimos. El Alc¨¢zar es un diario al servicio de la m¨¢s oscurantista reacci¨®n. cuyas fuentes de financiaci¨®n todav¨ªa siguen sin explicarse; sale todas las tardes a la calle tratando de soliviantar los ¨¢nimos y alarmar y desalentar a la poblaci¨®n con la propagaci¨®n de informaciones manipuladas, exageradas o distorsionadas. La democracia ampara la libertad de expresi¨®n. El Alc¨¢zar es, sin embargo, enemigo de la democracia y de la libertad. Merece la pena comenzar a tenerlo en cuenta.
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