Alianza Popular: los restos del naufragio
LAS VOTACIONES en el Congreso y el Senado para,la aprobaci¨®n del texto definitivo de la Constituci¨®n han dejado claro que, exceptuando algunos votos que provienen de convicciones individuales, s¨®lo dos grupos de padamentarios se han negado a dar en conjunto su voto favorable al texto legal que va a regir de ahora en adelante la vida de todos los espa?oles, tras el pr¨®ximo refer¨¦ndum: el PNV y Alianza Popular. El Partido Nacionalista Vasco ha decidido abstenerse en el refer¨¦ndum, pero de las declaraciones de sus dirigentes se desprende que el casi centenario partido de Sabino Arana acatar¨¢ la Constituci¨®n, aun intentando desde dentro su reforma pa ra potenciar sus aspiraciones auton¨®micas y foralistas. De todas formas, ni uno solo de los votos emitidos por los parlamentarios del PNV ha sido negativo. En definitiva, la decisi¨®n del PNV, que lamentamos, encierra, sin embargo, aspectos positivos que no conviene desde?ar.El caso de Alianza Popular es muy diferente, empezando aunque s¨®lo fuera porque se trata de una agrupaci¨®n electoral la escala nacional, que consigui¨® votantes, en mayor o menor medida -m¨¢s bien en menor-, en todo el territorio del Estado en las pasadas elecciones generales. Ya en el congreso constituyente de la Federaci¨®n de Alianza Popular pudo advertirse que los resultados electorales hab¨ªan dejado maltrecho el imposible intento de unir los restos del franquismo para jugar el juego democr¨¢tico. Los grupos o minipartidos de los se?ores Silva Mu?oz y Fern¨¢ndez de la Mora, ambos ex ministros de Obras P¨²blicas bajo el r¨¦gimen de Franco, mostraron sus reticencias para embanderarse al lado del se?or Fraga en una federaci¨®n sin fisuras. Hoy, despu¨¦s de la hist¨®rica votaci¨®n constitucional, el se?or Silva Mu?oz y su divertidamente apellidada Uni¨®n Democr¨¢tica Espa?ola han decidido suspender su pertenencia a la Federaci¨®n de Alianza Popular. Es de suponer que esta suspensi¨®n alcanzar¨¢ tambi¨¦n a la titularidad de la presidencia de dicha Federaci¨®n, que ostenta el se?or Silva. Por su parte, Fern¨¢ndez de la Mora y su grupo, Uni¨®n Nacional Espa?ola, van a hacer previsiblemente lo mismo el pr¨®ximo lunes.
Ambos ex ministros de Obras P¨²blicas hab¨ªan ya expresado con anterioridad sus reticencias ante el proceso constitucional, su disconformidad ante los puntos que progresivamente se iban inscribiendo en la materialidad del texto legal. De esta manera se ha puesto en evidencia la incompatibilidad existente entre la democracia del consenso, que encarna la reconciliaci¨®n de los espa?oles y la ideolog¨ªa del antiguo r¨¦gimen, directamente emanado de una guerra civil y de la administraci¨®n de una victoria b¨¦lica de hermanos contra hermanos. Es preciso reconocer, pues, y en principio, la honestidad subjetiva de estos diputados de Alianza Popular que se han declarado incompatibles con la democracia; en realidad ya lo sab¨ªamos todo de antemano, y lo que ahora nos gustar¨ªa conocer, como al resto de los espa?oles, es cu¨¢l va a ser la actitud pol¨ªtica de estas mismas personas una vez promulgada la Constituci¨®n.
Ya dijimos cuando se constituy¨® la coalici¨®n electoral de Alianza Popular que de entre los siete ?ex magn¨ªficos? que la integraban s¨®lo Manuel Fraga pod¨ªa decir con raz¨®n que llev¨® a cabo actos liberales o liberalizadores de gobierno bajo el antiguo r¨¦gimen. Este conjunto de dignatarios del franquismo crey¨® enun principio que bastaba con tender la mano al pueblo espa?ol con declaraciones m¨¢s o menos sonoras, pero carentes de contenido concreto, para rellenar de legitimidad unas mochilas pol¨ªticas que hasta entonces s¨®lo hab¨ªa colmado el dedo del dictador. El intento de crear ?un franquismo de rostro humano? que ocupara un lugar en la derecha espa?ola se ha revelado est¨¦ril. Pero, por otra parte, estas dimisiones y estas separaciones van a tener la virtud de clarificar el panorama pol¨ªtico y de dejar tal vez las manos m¨¢s libres al se?or Fraga para jugar plenamente a la democracia, donde hasta el momento su figura se ha visto tal vez pesadamente lastrada por estas extra?as alianzas iniciales. Sin duda eso le ofrece algunas oportunidades de acercamiento a UCD y no es de desde?ar el cambio que la ruptura de AP puede suponer en el actual equilibrio parlamentario y en la estrategia de las fuerzas pol¨ªticas.
Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora ha insistido con toda claridad y a todo lo largo de su vida p¨²blica en su animadversi¨®n a la democracia pluralista, a los reg¨ªmenes de partidos -y no se concibe una democracia aut¨¦ntica sin ellos- y en el crep¨²sculo de toda ideolog¨ªa que no coincidiera con la suya propia. El ide¨®logo del ?Estado de Obras?, concepto que su autor intentara en su d¨ªa contraponer al real y concreto del Estado de Derecho y su m¨¢ximo practicante avant la lettre, su predecesor Silva Mu?oz, de cuya eficacia gubernativa es prueba esa megal¨®mana construcci¨®n del trasvase Tajo-Segura, no quisieron protestar en el pasado en tantas cuantas ocasiones se les presentaron para defender los derechos humanos, no ratificar los fusilamientos y ejecuciones m¨¢s o menos s¨²marios, evitar las torturas y denunciar toda persecuci¨®n por la justicia. Sus auroras han sido sus propios crep¨²sculos y es m¨¢s que posible que estas protestas ante el surgimiento de la democracia en Espa?a vayan a dictaminar su propia desaparici¨®n pol¨ªtica. Ni sus minipartidos ni su bagaje conceptual les ofrecen oportunidades serias para poder ejercer en el futuro un papel pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs, si no es al amparo de un sistema dictatorial y de fuerza. Su negativa a la Constituci¨®n es, en definitiva, una buena noticia, porque consuma el final pr¨¢ctico de un franquismo vergonzante que no tiene sitio en la Espa?a democr¨¢tica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.