Los partidos, divididos a nivel comunitario ante las elecciones del Parlamento Europeo
?Europa es la esperanza?, rezar¨¢ el slogan de los carteles anunciadores de la campa?a europea en Francia que costar¨¢ diez millones de francos (unos 160 millones de pesetas salidos de la caja com¨²n de la CEE la agencia Havas se encargar¨¢ de sensibilizar a los 37 millones de electores franceses que intervendr¨¢n en los comicios de junio 1979, destinados a crear el primer Parlamento Europeo elegido por sufragio, universal y directoA pesar de las controversias, a¨²n exacerbadas, en los pa¨ªses de los nueve, sobre la significaci¨®n de futuro Parlamento y sobre sus poderes a pesar de Ias dificultades que a¨²n no han superado las diversas tendencias pol¨ªticas de la CEE para establecer programas comunes, tanto en el ¨¢rea comunitaria como en las otras, regiones e pa¨ªses con peso en el planeta (URSS, EEUU, China, Tercer Mundo, Jap¨®n) se concede una importancia sin precedentes al escrutinio del a?o que viene: nueve pa¨ªses que figuran entre los m¨¢s ricos del mundo van a dotarse de un poder que no se desea supranacional, ni mucho menos, pero que una vez en funciones desencadenar¨¢ un proceso, muy lento probablemente, pero irreversible, hacia una integraci¨®n de potenciales humanos, econ¨®micos y sociales que podr¨¢n influir sensiblemente en el ?juego? de la relaci¨®n de fuerzas en el mundo.
El Parlamento Europeo que se elegir¨¢ en junio de 1979 encuentra su fundamento jur¨ªdico en el Tratado de Roma que cre¨® la CEE el 25, de marzo de 1957. El texto referido estipula que la asamblea parlamentaria europea estar¨¢ formada por ?delegados? o por representantes elegidos por sufragio universal.
Hasta, la fecha, el Parlamento Europeo, est¨¢ compuesto por ?delegados?, es decir, se trata de una representaci¨®n indirecta de los pa¨ªses la CEE, ya que estos ?delegados? son designados por los Parlamentos de cada uno de los pa¨ªses de los nueve. De aqu¨ª que las competencias, del Parlamento Europeo actual sean m¨ªnimas, por no decir nulas.
Te¨®ricamente sus poderes son los siguientes: control sobre la actividad de la Comisi¨®n de Bruselas y sobre la del Consejo de Ministros. En la pr¨¢ctica esta competencia apenas la ha ejercido, porque el celo nacional de cada miembro se lo impide. En segundo lugar, el Parlamento tiene un poder consultivo y tambi¨¦n participa en la elaboraci¨®n del presupuesto anual de las comunidades.
El tema de discordia
El gran tema de fricci¨®n entre europeos y antieuropeos, cara a la elecci¨®n por sufragio universal del nuevo Parlamento, se centra, precisamente, en la cuesti¨®n de sus futuros poderes: si esos poderes van a ser los mismos, es decir, pr¨¢cticamente nulos, ?para qu¨¦ ofrecerle al Parlamento la representatividad que le confiere el sufragio universal directo?.
S¨®lo el tiempo resolver¨¢ la inc¨®gnita que ha hecho de los comunistas franceses los m¨¢s furibundos enemigos de la construcci¨®n europea, secundados por los gaullistas. Aunque por razones distintas, a caballo de la ?patria sagrada e intocable?, los unos y los otros desconf¨ªan del Parlamento Europeo como de un ?diablo cojuelo? que va a colarse en la Europa de las patrias para disolverlas. Las dos formaciones, la semana pasada, alertaron sobre sus intenciones de boicotear la promoci¨®n del Parlamento durante la campa?a a trav¨¦s de la televisi¨®n del Estado.
Impotentes ya para impedir su elecci¨®n, los antieuropeos se muestran precavidos en la medida de lo posible, contra lo que determinar¨¢ el ¨¦xito o el fracaso de los comicios: la tasa de participaci¨®n de los electores de los nueve. En teor¨ªa, los ciudadanos del ¨¢rea comunitaria son mayoritariamente favorables al establecimiento del Parlamento. Seg¨²n se desprende de estad¨ªsticas y sondeos repetidos desde hace ya varios a?os, cerca de un 70% del electorado de la CEE se manifiesta partidario, de la elecci¨®n por sufragio universal, directo. Italianos, luxemburgueses y holandeses son los m¨¢s europeos. Gran Breta?a y Dinamarca son los europe¨ªstas m¨¢s reticentes.
La movilizaci¨®n de los electores depende de los partidos pol¨ªticos de cada pa¨ªs. De aqu¨ª que en Francia especialmente, estos ¨²ltimos hayan centrado ya su actividad en la preparaci¨®n de los comicios. En este terreno, de importancia capital, las diversas corrientes pol¨ªticas comunitarias han franqueado algunos pasos por el camino de la integraci¨®n, pero lo que m¨¢s resalta, ocho meses antes del escrutinio, son las dificultades de todo orden.
Federaciones de partidos
En efecto, al tratarse de elecciones europeas, la organizaci¨®n de la campa?a debiera contar con plataformas tambi¨¦n europeas para ofrecer coherencia y sentido al instrumento com¨²n que trata de elaborarse. De momento, a pesar del trabajo ya iniciado por los partidos pol¨ªticos de los pa¨ªses de los nueve desde hace a?os, la realidad no va mucho m¨¢s all¨¢ de las buenas intenciones.
Oficialmente tras concertaciones m¨²ltiples y penosas, existen ya tres federaciones de partidos pol¨ªticos europeos: Uni¨®n de los Partidos Socialistas de la Comunidad Europea, Federaci¨®n de los Partidos Liberales y Dem¨®cratas de la Comunidad y Partido Popular Europeo, que integra a las formaciones dem¨®crata-cristianas de la CEE.
Estas federaciones, existen sobre el papel, pero no han cuajado en plataformas electorales dotadas, de programas comunes para unificar la acci¨®n en la campa?a electoral.
Los liberales y los dem¨®crata-cristianos han llegado, cada cual por su lado, a formular un programa pol¨ªtico com¨²n pero esto s¨®lo fue posible a base de compromisos y de ambig¨¹edades que hacen dudar de su eficacia a la hora de ponerlo en pr¨¢ctica. Los unos y los otros, en materia, econ¨®mica por ejemplo, no han podido aclarar en qu¨¦ medida son partidarios de la libre empresa y hasta d¨®nde est¨¢n dispuestos a aceptar la planificaci¨®n estatal.
Los dem¨®crata-cristianos no fueron capaces de definir claramente, como fundamentos de la sociedad, no s¨®lo la familia, sino tambi¨¦n otros tipos de c¨¦lulas sociales.
La federaci¨®n socialista no ha elaborado ni un compromiso en sentido estricto. Tras no pocos esfuerzos, el proyecto de manifiesto com¨²n fue abandonado. La cuesti¨®n econ¨®mica fue tambi¨¦n la manzana de discordia m¨¢s abultada entre los partidos socialdem¨®cratas y los socialistas: cuatro proyectos de democracia econ¨®mica fueron, presentados por las diversas formaciones. Mientras unos propon¨ªan la simple participaci¨®n de los obreros en comit¨¦s de vigilancia de las empresas, otro proyecto preconizaba la autogesti¨®n. El problema nuclear no figura, en los intentos de proyecto socialista, lo que evidenciar¨ªa tambi¨¦n las dificultades, de entendimiento.
Por eso el PS franc¨¦s ha realizado su propio programa, que ser¨¢ lanzado espectacul¨¢rmente, en Lille, la semana pr¨®xima, en presencia de todos los l¨ªderes de la Internacional Socialista, incluidos los de los partidos socialistas de tres pa¨ªses candidatos al mercado com¨²n (Espa?a, portugal y Grecia)
Todas estas cuestiones, revelan la dificultad de realizar campa?as electorales comunes, sin olvidar que obst¨¢culos de otros ¨®rdenes t¨¢mpoco han sido superados: la campa?a com¨²n de un partido con sus, hom¨®l¨®gos podr¨ªa irritar a los electorados nacionales. Por ejemplo, muchos socialistas galos no se resignar¨ªan a alinearse con las teor¨ªas socialdem¨®cratas del canciller alem¨¢n Helmut Schmidt. Otro tanto ocurrir¨ªa con partidos que, en el plano nacional son competidores (gaullistas y giscardianos, en Francia, o liberales y republicanos, en Italia) y a nivel europeo podr¨ªan figurar en la misma federaci¨®n.
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