El Madrid no acert¨® en el remate
El Madrid consigui¨® en Vigo lo m¨¢s dif¨ªcil, despu¨¦s de haber desaprovechado lo f¨¢cil. Empat¨® en los momentos m¨¢s tensos del encuentro, cuando los ¨¢nimos estaban encrespados y el rival crecido, tras haber tenido al Celta al borde de la goleada. El partido tuvo alternativas inesperadas y brind¨® gran emoci¨®n.El Celta sali¨® a por todas ea los primeros minutos. Con un f¨¦rreo marcaje en el centro del campo, super¨® las posibles acciones ofensivas del Madrid y dispar¨® sobre la puerta de M¨ªguel Angel a la menor oportunidad, pero con escaso acierto. No en vano, hasta entonces, el equipo vigu¨¦s llevaba tres goles marcados en ocho partidos. Un rebote dio opci¨®n a que consiguiera el cuarto gol en la Liga, y su consecuencia abri¨® las puertas a una seria reacci¨®n madridista.
Cuando el Madrid busc¨® el empate, el Celta se vio incapaz de frenarle. La lesi¨®n de Ademir complic¨® las cosas, porque el esquema t¨¢ctico de Laureano Ruiz se fue abajo y los madridistas comenzaron a moverse a placer por todas las parcelas del campo. Un doble fallo de Aguilar, despu¨¦s de una enorme pared de Wolff, a dos minutos del descanso, impidi¨® que la debacle del equipo c¨¦ltico se confirmase, al quedar sin patr¨®n de juego definido en la zona ancha.
Al reanudarse la segunda parte, el Madrid intent¨® dar la puntilla. Pirri pas¨® al centro del campo y Guerini, como extremo izquierda, elev¨® a cuatro el n¨²mero de jugadores en punta. El empuje que dio Molowny al equipo se tradujo en cuatro francas ocasiones de gol. En una de ellas el bal¨®n, rematado por Santillana, fue repelido por el poste. El gol, se pod¨ªa decir, era inevitable tarde o temprano. Pirri sin nadie que le cubriera, fue una m¨¢quina de convertir juego con aperturas r¨¢pidas en las que la defensa contraria quedaba desbordada. Hortas luci¨®, en diversas ocasiones, buenas maneras y valent¨ªa en las salidas.
Y el gol lleg¨®, pero marcado por el Celta en una acci¨®n de contraataque. Sus jugadores se crecieron, con un Carlos ya m¨¢s acertado, que hizo olvidar a Ademir, hasta el punto de que comenzaron a actuar con una gran movilidad que lleg¨® a poner en aprietos a la defensa contraria; Miguel Angel evit¨® el tercer gol a disparo de Jos¨¦, tras aprovechar un despiste de Sanjos¨¦, jugador que no hizo ni una sola falta en todo el partido. El p¨²blico vibraba y el ambiente se torn¨® tenso aljuzgar los espectadores parcialidad en el ¨¢rbitro cada vez que se?alaba una falta contra el Celta.
Con este ambiente emocional, el partido adquiri¨® una viva cidad extraordinaria, con un Madrid lanzado al ataque y un Celta espectacular en el contragolpe. Este toma y daca trajo el empate y una aceptaci¨®n por parte de los dos equipos con el resultado. El Madrid salvaba un punto y el Celta se quedaba con otro; aunque si bien lleg¨® a tener los dos, tambi¨¦n es verdad que mientras anduvo a la deriva s¨®lo la fortuna le salv¨® de una derrota abultada.
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