Gran Breta?a teme un gran ataque surafricano en Angola
El Gobierno de Londres ha movilizado a sus representantes diplom¨¢ticos en Pretoria, Luanda y Lusaka, ante el temor de un pr¨®ximo ataque surafricano en gran escala contra los campos del Movimiento de Liberaci¨®n de Namibia (SWAPO) en Angola. La intervenci¨®n brit¨¢nica sigue a la conformaci¨®n en Johannesburgo de importantes movimientos de tropas hacia la frontera de Namibia con Angola y a la intensificaci¨®n de los reconocimientos a¨¦reos surafricanos en la zona.
Angola, que ha movilizado a 200.000 hombres e impuesto el toque de queda en sus provincias del Sur, acus¨® ayer formalmente a Sur¨¢frica de instigar y armar a los autores de dos atentados en Huambo, una de las principales ciudades del pa¨ªs, en cuya calle principal estallaron el jueves dos bombas, que mataron a cuarenta personas e hirieron a m¨¢s de un centenar. Seg¨²n la versi¨®n de Luanda, el Gobierno surafricano intenta desestabilizar Angola antes de invadir de nuevo su territorio para destruir las bases del SWAPO. Tras el fracaso de las negociaciones entre las Naciones Unidas y el Gobierno surafricano acerca de una f¨®rmula que permitiera la supervisi¨®n internacional de las elecciones de Namibia, Pretoria teme una escalada guerrillera destinada a impedir los comicios que bajo su exclusivo control se celebrar¨¢n el mes pr¨®ximo en el territorio que ocupa ilegalmente. Los pa¨ªses africanos presionan al Consejo de Seguridad, que reabri¨® el viernes su debate sobre Namibia, para que decrete sanciones obligatorias contra el r¨¦gimen de Pretoria si ¨¦ste lleva a cabo sus planes para instalar un Gobierno cliente en Windhoek.Medios period¨ªsticos londinenses sugieren que el partido gobernante surafricano necesita imperiosamente desviar la atenci¨®n de sus graves dificultades internas mediante una aventura exterior. Los ¨²ltimos episodios de la crisissi generada por las acusaciones de corrupci¨®n oficial al m¨¢s alto nivel -acusaciones efectuadas por un juez investigador nombrado por el propio poder y ahora cesado- son la petici¨®n de la oposici¨®n para que dimita el primer ministro, Peter W. Botha, y la renuncia forzada del ex ministro de Informaci¨®n Connie Mulder como jefe del partido gobernante en Transvaal.
Las amenazas de silenciamiento a la prensa, de otra parte, no han conseguido sino acrecentar las especulaciones acerca de la participaci¨®n del propio Botha, junto con el ex jefe de polic¨ªa del presidente Vorster y el citado se?or Mulder, en el comit¨¦ que, con el conocimiento del entonces primer ministro John Vorster, autoriz¨® la malversaci¨®n de m¨¢s de mil millones de pesetas de fondos p¨²blicos en el lanzamiento, en 1976, de un peri¨®dico aparentemente privado, The Citizen, pero destinado, en realidad, a ganar para el Partido Nacional, y desde el Ministerio de Informaci¨®n, las elecciones generales de 1977.
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