Solidaridad con Chile

LA CONFERENCIA Mundial de Solidaridad con Chile, que ayer se clausur¨® en Madrid, ha servido para conmemorar la resistencia del pueblo chileno contra la dictadura. Todo el espectro pol¨ªtico democr¨¢tico espa?ol se hab¨ªa unido, en principio, para colaborar en esta labor de la organizaci¨®n de la conferencia y dar, al mismo tiempo, testimonio de solidaridad con aquel pa¨ªs. Sin embargo, esta unidad inicial se rompi¨® en v¨ªsperas de la apertura de la conferencia, al retirarse de la misma la delegaci¨®n del partido gubernamental, Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico.A partir de esta retirada quedaron en solitario los partidos de la izquierda espa?ola. De ah¨ª que la declaraci¨®n de UCD, reiterando su condena del r¨¦gimen chileno al, mismo tiempo que explicaba su retirada por razones poco claras -la influencia sovi¨¦tica, por ejemplo, o la ausencia de la Democracia Cristiana chilena-, suene como una vaga justificaci¨®n sin efecto alguno. La presencia de UCD en la conferencia hubiera sin duda contrarrestado la coloraci¨®n izquierdista que al final ha revestido. Pues, adem¨¢s, y pese a la ampila mayor¨ªa de representaciones de partidos comunistas y socialistas, la presencia de personalidades que no pueden ser acusadas de marxistas -como la del profesor Ruiz-Gim¨¦nez- ha sido clara.

El planteamiento de esta conferencia era inequ¨ªvoco: se trataba, sobre todo, de dar testimonio en favor de los derechos humanos y de solidaridad ante un r¨¦gimen dictatorial. Buscar en ello maniobras-izquierdistas suena ya tradicionalmente a excusa para quien no ha querido asumir sus responsabilidades. Al fin y al cabo, y aunque su representaci¨®n num¨¦rica fuera francamente minoritar¨ªa, la presencia de UCD en la masiva manifestaci¨®n contra el terrorismo del pasado viernes honr¨® al partido y le otorg¨® credibilidad democr¨¢tica, y nadie pens¨® que se tratara de una maniobra marxista, pese a la gran mayor¨ªa socialista y comunista que se registr¨®.

Es de lamentar, por tanto, la ausencia de UCD de la Conferencia de Solidaridad con Chile, pues ha supuesto, desgraciadamente, que la misma haya revestido un tono unilateral. Y la defensa de los derechos humanos, en Chile o en cualquier otro lugar del mundo, no es, y no debe ser, patrimonio de la izquierda, sino de cualquier dem¨®crata, de la ideolog¨ªa que sea. La retirada ucedista se concilia adem¨¢s muy mal con las numerosas declaraciones del Gobierno espa?ol en el ¨¢mbito internacional en defensa de los derechos humanos. En esta ocasi¨®n el partido del Gobierno ha perdido la oportunidad de demostrar con los actos lo que los ministros dicen en sus palabras. Aunque cabe preguntarse, a la postre, si no habr¨¢n sido finalmente directrices gubernamentales las que hayan dictado, por necesidades comerciales o de pol¨ªtica exterior, esta espantada. Por esta misma ausencia la responsabilidad de Espa?a a la lucha del pueblo chileno y de otros pueblos latinoamericanos ha quedado incumplida y nuestro testimonio ha sido, desgraciadamente, parcial.