Ir¨¢n: un formidable mercado potencial para Espa?a
En los ¨²ltimos cinco a?os, el comercio entre Espa?a e Ir¨¢n pas¨® de cuarenta, a doscientos millones de d¨®lares. La colonia espa?ola en el pa¨ªs aument¨® considerablemente, fruto de algunos contratos para llevar a cabo proyectos de infraestructura, y se calculaba que los espa?oles residentes en Ir¨¢n antes del inicio de los disturbios en septiembre ¨²ltimo pasaban de los 2.000.
Aunque ambas cifras representan un incremento considerable de la participaci¨®n espa?ola en t¨¦rminos abstractos, comparadas con las de otros pa¨ªses europeos o Estados Unidos, que se lleva la parte del le¨®n en el comercio internacional con Ir¨¢n, tanto el volumen de intercambio comercial como los proyectos resultan irrisorios y, en opini¨®n de los representantes de los medios financieros espa?oles con oficinas en Teher¨¢n, muy por debajo de las posibilidades reales de Espa?a.En general, estos medios no ven con alarma el futuro de Ir¨¢n como pa¨ªs aliado de Occidente, aunque no abundan los que creen que la dinast¨ªa de los pahlevis podr¨¢ seguir gobernando de una manera absoluta como hasta ahora. En el mejor de los casos, seg¨²n piensan, la monarqu¨ªa podr¨ªa transformarse en constitucional y subsistir. Para lograrlo, el sha no dispone de mucho tiempo ni de muchas cartas.
La ¨²ltima baza, la posibilidad de formar un Gobierno civil moderado, m¨¢s o menos respaldado por los l¨ªderes religiosos, al menos los que residen en Ir¨¢n, parece hab¨¦rsela cerrado el propio monarca, al encarcelar al l¨ªder del Frente Nacional, heredero del liberalismo que quiso introducir ya en 1952 Mohamed Mossadegh, Karim Snadjabi.
Algunos representantes de medios financieros espa?oles han llegado a pensar que dada la precariedad de alternativas, el sha podr¨ªa regalar al pueblo chiita, cuya tercera rebeli¨®n se espera para el pr¨®ximo diciembre, mes religioso y de duelo, con una nacionalizaci¨®n del petr¨®leo m¨¢s o menos pactada con las compa?¨ªas extranjeras.
Ni siquiera esto, seg¨²n otros, le valdr¨ªa al sha, porque su problema principal es la absoluta falta de credibilidad de la corona. Nadie ve, en cualquier caso, en peligro las posibilidades futuras de negociar con Ir¨¢n. Esto era claro en los peores d¨ªas para las empresas espa?olas ya en el pa¨ªs, que han actuado alarmadas o tranquilas, movidas principalmente por la marcha de sus respectivos contratos.
As¨ª, por ejemplo, Dragados y Construcciones, que es, con mucha diferencia, la que mejor tiene organizado su trabajo y la atenci¨®n humana a sus trabajadores, les dec¨ªa que no ocurr¨ªa nada, a pesar de haberse planteado en un momento determinado la posibilidad de tener que evacuar con urgencia a su personal. Otras, curiosamente las que no hab¨ªan previsto ninguna emergencia, alarmaban a sus hombres y les dec¨ªan que los extranjeros hab¨ªan sido atacados, que su seguridad personal estaba en peligro y, en consecuencia, les invitaban a abandonar el pa¨ªs sin m¨¢s. Naturalmente, esta divergente interpretaci¨®n del momento pol¨ªtico de Ir¨¢n, con toda raz¨®n, llev¨® en algunos casos a la desbandada o el abandono del trabajo.
En lo que concierne al comercio hispano-iran¨ª, su desarrollo est¨¢ lastrado por los viejos h¨¢bitos del comerciante espa?ol que, acostumbrado a monopolizar un mercado interno y a realizar beneficios desmedidos, no considera ¨²til negociar con los escasos m¨¢rgenes que permite la extraordinaria competencia internacional, a pesar de la situaci¨®n, a veces cr¨ªtica, de sus empresas.
En un pa¨ªs en crisis econ¨®mica como el nuestro resulta por lo menos sorprendente el poco esfuerzo que est¨¢n dispuestos a dedicar a la promoci¨®n de sus negocios algunos industriales espa?oles. Las oficinas comerciales espa?olas est¨¢n llenas de demandas de empresas que quieren vender por carta. Pocas son las que est¨¢n representadas permanentemente en el mercado iran¨ª, y muchas menos las que lo visitan frecuentemente. Son, por el contrario, numerosos los compradores iran¨ªes que han venido ellos mismos a Espa?a a investigar el mercado espa?ol de exportaci¨®n.
Ir¨¢n, que en el peor de los casos ingresar¨¢ este a?o, por lo menos, 18.000 millones de d¨®lares, con sus 36 millones de habitantes, proyecta una demanda de art¨ªculos cuatro veces superior a la espa?ola, porque la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de este pa¨ªs se ha integrado s¨®lo muy recientemente al circuito del consumismo.
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