El abrazo de los exploradores

Con esos ojos brillantes que se te ponen al regreso de una formidable aventura, Adolfo Su¨¢rez estaba sentado ayer en la cabecera del banco azul bajo los rel¨¢mpagos, y al ascender por el grader¨ªo sus se?or¨ªas le daban un golpecito en el hombro, le ofrec¨ªan un gui?o amistoso o un apret¨®n de manos, todo ese ritual que rodea a un h¨¦roe cuando acaba de salvarse de los cocodrilos. Su¨¢rez estaba all¨ª como el protagonista de una pel¨ªcula de terror rescatado por su propia suerte. A su lado el general Guti¨¦rrez Mellado esperaba a que Peces-Barba le formulara la pregunta convenida y le diera la entradilla para salir a escena a explicar al pa¨ªs los planos del laberinto de Creta. ?Qu¨¦ sucede en este solar que de un tiempo a esta parte los salvadores de la patria trabajan a destajo? Guti¨¦rrez Mellado se limit¨® a leer lo que todo el mundo sabe, la nota oficial del presunto complot militar y de los sucesos de Cartagena. Sin a?adir un dato m¨¢s. Este es un cuadro abstracto que cada uno debe completar con su imaginaci¨®n o con su miedo.Con una firmeza muy profesional, el ministro de Defensa subray¨® el relato con una oraci¨®n llena de alusiones a la disciplina restaurada, a la situaci¨®n controlada, a la justicia militar que ha entrado en acci¨®n.Todo ha pasado. Nada hay que temer. El ministro de Defensa est¨¢ a las ¨®rdenes del Gobierno y tiene el honor de presentarse ante la C¨¢mara para dar cumplida relaci¨®n de los sucesos. Era simplemente el sonido que uno desea oir en los momentos graves. Y la C¨¢mara aplaudi¨® su propia esperanza. Puesta en pie, excepto los socialistas que siempre matizan sus pasiones, la C¨¢mara aplaudi¨® la salida oficial del laberinto. Alianza Popular, una vez m¨¢s en una situaci¨®n de alta tensi¨®n, permaneci¨® en un silencio lleno de p¨²as.

El presidente del Congreso pregunt¨® a los socialistas si estaban de acuerdo con las explicaciones del Gobierno. Ellos han contestado que s¨ª. Pero, evidentemente, eso era lo convenido en el prospecto de mano. Los gestos y las opiniones del pasillo eran de otra ¨ªndole. All¨ª hab¨ªa abrazos de emoci¨®n, palabras de aliento, despedidas llenas de cordialidad. Por debajo de esta arboleda de saludos y buenos oficios se repart¨ªan los botijos de tila y el miedo en pastillas, entre la desilusi¨®n, el desaliento y la esperanza de salir ilesos de la ¨²ltima parte del t¨²nel.

La pregunta clave era si los sucesos militares es un perro hinchado o constituye s¨®lo la parte visible del iceberg. La opini¨®n general era esta ¨²ltima. Y al margen de los aplausos del hemiciclo el asunto consiste en que el Gobierno ha sorteado el trance ante el Congreso con cuatro datos gen¨¦ricos, una narraci¨®n superficial de los hechos y una bondadosa aquiescencia de la oposici¨®n de izquierdas que sabe perfectamente cu¨¢l es la temperatura del horno. Mal tienen que estar las cosas cuando Su¨¢rez y Guti¨¦rrez Mellado, despu¨¦s de la oraci¨®n, bajo los aplausos iluminados, se han abrazado emocionadamente como dos exploradores en medio de la selva. Adolfo Su¨¢rez es un gran conquistador de hombres. Este ha sido un abrazo entre dos arhantes pol¨ªticos, una pareja que est¨¢ cruzando lo m¨¢s abrupto del desfiladero bajo el fuego cruzado. Guardaos de los idus de diciembre. El consenso democr¨¢tico ha funcionado otra vez bajo la guerra de nervios. Bajo el miedo solidificado.