Del cat¨®lico, su conciencia y la Constituci¨®n

Cuando los obispos espa?oles reconocen la mayor¨ªa de edad moral del espa?ol y le invitan a votar conforme a su conciencia, todav¨ªa tenemos que soportar inquisidores espont¨¢neos que quieren forzar al cat¨®lico al voto negativo porque as¨ª les obliga su conciencia. Concienc¨ªa formada en el oscurantismo trasnochado de un tiempo felizmente superado en el que el origen divino del poder les otorg¨® patente de corso para ejercerlo porque si Dios nos cre¨® a su imagen y semejanza, a ellos les hizo m¨¢s ?semejantes? que a los dem¨¢s.As¨ª, pueden ahora afirmar, con la impunidad y desfachatez propias de quien usa un derecho a la libre expresi¨®n que nos negaron a los dem¨¢s, que ?no puede ser divino el origen del poder si la Constituci¨®n, m¨¢s humilde ella, dice que la soberan¨ªa reside en el pueblo?. Rasgarse las vestiduras porque Dios no est¨¢ en la Constituci¨®n, ?ser¨¢ s¨®lo un descargo de conciencia o m¨¢s bien el ¨²ltimo estertor de quien pierde privilegios y prebendas? ?O es que cuando ellos ejerc¨ªan el poder recib¨ªan sobre sus cabezas la llama divina que les insuflaba la inspiraci¨®n precisa para cada decreto, cada orden ministerial o cada disposici¨®n?

Resulta parad¨®jico, si no digno de ser desenmascarado, que hasta un anciano teorizante del instrumentalismo suscriba una carta p¨²blica pidiendo el no por mandatos de la conciencia cat¨®lica y sea la misma persona que desde la Direcci¨®n General de Asuntos Eclesi¨¢sticos tramitaba expedientes para autorizar la apertura de nuevas parroquias y administraba los fondos del culto y clero. Someter a la Iglesia cat¨®lica a tama?a servidumbre deber¨ªa ser porque no s¨®lo el poder civil, sino el eclesi¨¢stico ven¨ªa de Dios y en esa Direcci¨®n General estaban puestas todas sus complacencias...