El 70 % de las parejas italianas practican el adulterio
En esta Italia llena de tensiones, donde las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos no dan abasto para hablar de graves problemas pol¨ªticos y sociales: crisis de Gobierno, terrorismo, huelgas, etc¨¦tera, ha estallado de repente un problema que parec¨ªa viejo y eterno como la muerte y que se ha apoderado de una buena parte de la informaci¨®n de peri¨®dicos y revistas: el adulterio. Empez¨® el primer diario italiano, Corriere della Sera, publicando la carta de un cincuent¨®n casado y con hijos, enamorado de una joven de treinta a?os y al borde del suicidio por su incapacidad de escoger entre la mujer y la amante.Desde aquel momento empezaron a llover a los dem¨¢s peri¨®dicos cientos de cartas de hombres y mujeres que, como si hubiesen perdi¨® un pudor ancestral, empezaron a confesar sus problemas ¨ªntimos, sobre todo sus ?adulterios?. El escritor Carlo Bo, en primera p¨¢gina del Corriere della Sera, public¨® un art¨ªculo con el t¨ªtulo ir¨®nico y malicioso de ?Es Italia una Rep¨²blica fundada sobre el adulterio? Era la respuesta a una carta sangrante de una mujer de Casa de Cinisello B¨¢lsamo, casi un suburbio de la periferia de Mil¨¢n. Esta mujer se confiesa ad¨²ltera ?por aburrimiento?, y afirmaba que no se pod¨ªa separar porque el sueldo de su marido ?no da para estos lujos?. Contaba que en su bloque de casas casi todas las mujeres ?se consuelan con el adulterio?, que sus maridos hacen lo mismo, que todos lo saben y que nadie habla. En este punto naci¨® la pol¨¦mica. Eminentes soci¨®logos afilaron sus armas para condenar esta explosi¨®n de ?intimidades? como una desviaci¨®n para silenciar la lucha en el campo ?social?. Pero les respondieron psic¨®logos y psicoanalistas diciendo que esta ?exigencia de la intimidad? es un s¨ªntoma de que los problemas sociales han perdido garra y no consiguen resolver las cuestiones m¨¢s profundas del hombre contempor¨¢neo que se es conde en el peque?o para¨ªso de la intimidad, de la novedad en la traici¨®n a ideales generalmente m¨¢s soportados que amados. El problema se increment¨® al proyectar la televisi¨®n las sugestivas im¨¢genes de esa maravillosa obra ?ad¨²ltera? de Bergman: Escenas de un matrimonio. Las locutoras de la peque?a pantalla se esforzaban para recordar que esta obra ?no es aconsejable para menores de dieciocho a?os?, pero una encuesta ha demostrado que la han visto, en un 80 %, las familias enteras, mudas ante el televisor.
A los italianos, que fueron los creadores de la amarga pel¨ªcula Adulterio a la italiana, ya no les gusta esta palabra. Dicen que es el residuo de una mentalidad ?brutalmente machista?. Los observadores recuerdan que desde que hace cinco a?os fue introducido el divorcio en Italia han disminuido las separaciones. Alguien dice maliciosamente que ?s¨®lo lo prohibido es apetecible?. Pero lo cierto es que en 1972 los divorcios fueron 32.000, y en 1975, s¨®lo 9.000, y siguen decreciendo. Pero mientras disminuyen los divorcios aumentan los adulterios. En una encuesta que publicara estos d¨ªas el semanal L'Europeo, de cada cien parejas italianas, setenta son ad¨²lteras. Es m¨¢s abundante en los hombres que en las mujeres. En esta encuesta resulta que el 80% de los italianos piensa todav¨ªa que sobre el tema del adulterio es mejor no hablar con ¨¦l o la compa?era. De cada cien personas treinta piensan que es m¨¢s grave el adulterio de la mujer que el del hombre.
En los an¨¢lisis que los diversos escritores y especialistas del comportamiento humano est¨¢n haciendo estos d¨ªas, lo que se advierte con mayor fuerza es que la gran revoluci¨®n en el campo del llamado ?adulterio? y, en general, en la revoluci¨®n sexual, la protagonista principal es la mujer. Y ha sido protagonista en el momento mismo en el cual, rota la careta del pudor, ha empezado a confesar su drama interior y a escupir toda la carga de amargura y de esclavitud que llevaba dentro. Por eso se advierte que hoy la mujer italiana es la m¨¢s dura cuando analiza y critica la relaci¨®n hombre-mujer. La mujer no quiere ni siquiera que se hable de ?adulterio? al marido. Las j¨®venes son las m¨¢s avanzadas en este campo. Llegan a re¨ªrse de sus, padres cuando son ad¨²lteros, y esto ?no por moralismo?, sino porque no comprenden por qu¨¦ siguen juntas dos personas que ?no se gustan?. Lo cierto es que los j¨®venes son los m¨¢s reacios a hablar de ?pareja?, de ?matrimonios?, que, desempolvando la vieja definici¨®n de nuestros abuelos, llaman ?la tumba del amor?. Pero la diferencia es que mientras nuestros antepasados ?se resignaban a vivir en esta tumba?, ellos prefieren examinar por qu¨¦ es tan dif¨ªcil amar ?dentro de una instituci¨®n?. Llegan a decir que incluso el hablar de ?adulterio?, de ?divorcio? y de ?aborto? es un hecho reaccionario porque en el fondo es una defensa de la ?instituci¨®n?, que es la causa de la muerte del amor.
Una cosa es, sin embargo, cierta para todos los observadores: esta explosi¨®n del ?sentimiento? y de las ?confesiones p¨²blicas? no puede dejar de ser una exigencia profunda de nuestros d¨ªas que es necesario respetar y que merece tambi¨¦n un espaci¨® en las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos.
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