El "s¨ª" a la Constituci¨®n
Enmi ¨¦poca de intelectual Independiente habr¨ªa tenido muchos comentarios cr¨ªticos que hacerle a la Constituci¨®n. Ahora mismo tengo que controlarme para no empezar una letan¨ªa que a la vez que pusiera de relieve los defectos del texto resaltara la brillantez y la originalidad de mi pensamiento. Ciertamente habr¨ªa podido destacar extremos positivos, como es el caso de los art¨ªculos que se refieren a las autonom¨ªas. Pero tambi¨¦n aqu¨ª habr¨ªa buscado sobre todo poner de relieve mi objetividad y mi imparcialidad que, dicho sea de paso, habr¨ªan reforzado la fuerza de mis ataques y el prestigio de mi figura. No nos enga?ernos: yo creo que habr¨ªa estado bien en mi papel porque, los intelectuales -o incluso los pol¨ªticos de presencia testinionial- tienen la obligaci¨®n de ser heterodoxos. Son catalizadores profesionales del programa social., Tanto que cuando consiguen la aceptaci¨®n del p¨²blico para sus ideas y pasan con ello a la ortodoxia, o cambian de ideas o se jubilan. Esta actitud es la que he practicado toda mi vida y me he cansado de hablar y de escribir contra el.franquismo (expedientes disciplinarios, TOP, multas, bueno ustedes ya saben).Pero llega el 15 de junio y me pareci¨® que se entreabr¨ªa -aunque fuera s¨®lo una rendija- la puerta de la democracia. Cre¨ª, equivocado o no, que por lo menos en una primera etapa deb¨ªa dejar de ser aspirante al t¨¢bano, no recuerdo si socr¨¢tico o demosteniano, que sobre la grupa del noble caballo del Gobierno ateniense le aguijonea para que se encabrite en rebeld¨ªa. Me. ha parecido necesaria la suspensi¨®n, por un momento, de mis anhelos de utop¨ªa para pasar a la colaboraci¨®n realista en la construcci¨®n de un pa¨ªs en que entre otras cosas los utopistas puedan pensar y hablar libremente. Aquello de dejar la torre de marfil aunque sea por poco rato.
Yo he vivido de ni?o la sorprendente humillaci¨®n de ver a unos padres vencidos emprender la ruta del exilio en Am¨¦rica con unas pocas maletas, muchos hijos y ni un duro. Todo.esto a m¨ª me parece que no se debe repetir, pase lo que pase.
Todos hemos visto c¨®mo la precipitaci¨®n y el dogrnatismo y extremismo verbal de muchos han malogrado experiencias sociales mil en Chile y fuera de Chile. Estas imprudencias no se deb¨¦n repetir, pase lo que pase. ?Y qui¨¦n puede pensar que Espa?a est¨¦ hoy inmune a qu¨¦ cosas de este tipo ocurran?
Frente a todas las cuestiones que van mal en Espa?a algo marcha bien y me parece que este algo compensa todo lo dem¨¢s. El pa¨ªs real no est¨¢ enfrentado. Los partidos pol¨ªticos mayores, los que representan una parte abrumadora de la poblaci¨®n espa?ola, no est¨¢n enfrentados. Nuestros l¨ªderes, las cabezas visibles de nuestra p¨®l¨ªtica, no est¨¢n enfrentados.
Hay muchas cosas, demasiadas, que no funcionan y que habr¨¢ que corregir, pero nadie puede decir que el juego pol¨ªtico, hoy en Espa?a, sea a vida o muerte. Nadie puede decir que husmea tragedia, como se husme¨® sangre muy pronto en la vida de la Segunda Rep¨²blica. S¨ª, s¨ª, ya s¨¦ que se me va a hablar del orden p¨²blico. No hace mucho que escrib¨ª un art¨ªculo en este mismo peri¨®dico que titul¨¦ ?Goteo sangriento?, en el que expres¨¦ mi preocupacion por las alteraciones del orden y propuse soluciones. Pero en este momento es preciso concretar, si queremos precisar la realidad de las cosas, que la violoncia est¨¢ en manos de grupos marginados, que no pueden pretender la representaci¨®n de nadie y que, de hecho, no dicen representar a nadie. No est¨¢n, afortunadamente, en condiciones de arrastrar al pa¨ªs por caminos de suicidio. La pol¨ªtica responsable en todos los rincones de la geograf¨ªa espa?ola, incluso en el Pa¨ªs Vasco, est¨¢ contra el derramamiento de sangre. Es posible que de momento esa unanimidad contra el terrorismo resulte poco eficaz en la lucha contra el mismo, pero hist¨®ricamente esta voluntad de paz por parte de todos es lo que cuenta. Nadie, ni siquiera esos amigos que me dec¨ªanhaber comprado un piso en Perpi?¨¢n para cuando muriera Franco, piensan que estemos en los proleg¨®menos de otra guerra civil. Y esto es lo que hay que mantener. En Espa?a lo ¨²nico que vale a medio plazo es esa democracia en paz -lo que quiere decir normalidad civilizada- que estamos empezando a conseguir pero que todav¨ªa no hemos consolidado.
La Constituci¨®n es una prueba mas -seguramente la m¨¢s ?inportante- de esa voluntad de paz.- Claro que como tal es producto de mil transacciones y claro tambi¨¦n que por eso mismo no es perfecta. O se dialoga y se transige o se va a las manos. Por lo menos en Espa?a. Que quede, pues, claro que la Constituci¨®n es un documento de paz y que esto s¨®lo la justifica. No hay que decir que establece los mecanismos para su propia reforma y perfeccionamiento. Reforma y perfeccionamiento que se podr¨¢n conseguir despu¨¦s de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, democr¨¢tica y pac¨ªficamente. La Constituci¨®n, se?ores, pretende cerrar oficialmente la etapa de la violencia desde el poder para abrirle las puertas a la convivencia, al di¨¢logo y al respeto de las personas. Yo no me siento capaz de negarle mi voto afirmativo.
De fracasar los comicios del d¨ªa 6, ?tendr¨ªamos que volver a las leyes Fundamentales? ?O iniciar la redacci¨®n de una nueva Constituci¨®n con otro per¨ªodo de dos a?os de incertidumbre en que nadie se atreve a gobernar, la econom¨ªa anda manga por hombro, y el orden en la calle por los suelos? Ni siquiera los que abogan por la abstenci¨®n se atreven a pensar en lo que pasar¨ªa si la Constituci¨®n no se aprobara. Y es que incluso si se aprobara fr¨ªamente y con escasa votaci¨®n, se dar¨ªa un grave traspi¨¦. Le habr¨ªamos mermado nuestro apoyo al primer paso adelante de la libertad en nuestro pa¨ªs despu¨¦s de cuarenta a?os. Yo comprendo que se vote s¨ª a la Constituci¨®n con el prop¨®sito desde hoy de modificarla por medio de los resortes que ella misma permite. Pero no comprendo la mirada huidiza, el ¨¢nimo vergonzante y la trastienda enganosa de los que se van a abstener con la secreta esperanza de que otros aprueben la Constituci¨®n que ellos dicen repudiar. Basta de querer comer a dos carrillos. La democracia exige c¨ªudadanos responsables que act¨²en responsablemente cada d¨ªa del a?o.
La Constituci¨®n cierra una etapa de nuestra historia de signo autoritario que yo he desaprobado desde que en 1939 surcaba en un camarote de tercera el mar oc¨¦ano. Al mismo tiempo, la Constituci¨®n abre una puerta al futuro y a la esperanza. No puede ella sola garantizar lo que nos espera. Pero sin ella el desbarajuste social y pol¨ªtico, hoy y aqu¨ª, est¨¢n asegurados. Por eso yo votar¨¦ que s¨ª a la Constituci¨®n. Y una vez aprobada volver¨¢, tal vez, a mi vocaci¨®n de te¨®rico en la seguridad y la libertad de un clima democr¨¢tico alque esta Constituci¨®n habr¨¢ contribuido m¨¢s que cualquier otro acto pol¨ªtico.
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