Todo empez¨® en Italia
Illona Straller fue para la liberaci¨®n de las ondas italianas lo que Nadiuska a la prensa del postfranquismo. Una medianoche, hace un par de a?os, una radio privada milanesa comenz¨® a emitir susurros y orgasmos. Illona, que ahora es ya una starlette famosa, estaba al otro lado del micr¨®fono. La batalla por la ocupaci¨®n de las ondas italianas ten¨ªa ya dos a?os de historia. Despu¨¦s de una larga serie de tira y afloja con el poder, Italia se llen¨® de emisoras privadas de radio y televisi¨®n. Radio Luna, en la que estaba empleada Illona, se hizo famosa en Italia. F¨¦lix Bay¨®n analiza el fen¨®meno.
La pornograf¨ªa, es cierto, ha sido utilizada como gancho publicitario en las cadenas privadas italianas. El fen¨®meno no tiene que resultarnos extra?o. Algo as¨ª pas¨® en nuestro pa¨ªs muy recientemente, en el campo de la prensa semanal. Sin embargo, las pel¨ªculas porno de medianoche e incluso alg¨²n ex¨®tico concurso navide?o de strip-tease para amas de casa. no son argumentos suficientes que resten seriedad al fen¨®meno de la radiotelevisi¨®n privada italiana.Todo empez¨® con un pleito en el Tribunal Constitucional italiano, cuyo fallo favoreci¨® la existencia de emisoras privadas y el fin del monopolio de la RAI. Hoy en Italia hay cerca de cuatrocientas emisoras de televisi¨®n y unas 2.000 de radio.
Desde los fascistas hasta la extrema izquierda, pasando por canales exclusivamente comerciales, todo tipo de colores pol¨ªticos est¨¢n representados.
En un principio, la reacci¨®n de los grupos parlamentarios (y especialmente de la izquierda) fue t¨ªmida. Sin embargo, y viendo ya en peligro el tan defendido monopolio, todos terminaron buscando un espacio en las ondas.
A la espera de una ley que l¨ªmite definitivamente el desmadre inicial (muchas emisoras se interfieren entre s¨ª y el derecho de reservar espacios en el dial se rige por algo, semejante al derecho de ocupaci¨®n de los pioneros del Far West, las emisoras privadas van rascando en la audiencia de la RAI, que sigue siendo, con gran ventaja, la de mayor audiencia.
?Se ha observado una notable disminuci¨®n en la escucha de los tres canales de radio de la RAI a lo largo del ¨²ltimo a?o. De la televisi¨®n no tenemos noticias?, dice el profesor Lossito, de la c¨¢tedra de Sociolog¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Roma. ?Puede ser?, a?ade, ?que la gente se est¨¦ cansando del contenido excesivamente pol¨ªtico de la RAI y que, por tanto, se acerque a estaciones de car¨¢cter m¨¢s comercial. Por otro lado, han nacido tambi¨¦n otras emisoras que cubren sectores del espectro pol¨ªtico (especialmente grupos minoritarios y extrema izquierda) que no se encuentran representados en las emisoras estatales?.
En cierto modo, la aparici¨®n de los canales privados (y especialmente, en este caso, de las radios) responde a un cierto cansancio de algunos sectores de la sociedad italiana, que va desertando de su antiguo hiperpoliticismo, para irse replegando a su vida privada, reivindicando ciertos derechos que la pol¨ªtica de pactos italiana ha ido retrasando. Ejemplos de este fen¨®meno ser¨ªan. los contenidos de ciertos programas especialmente dedicados, en las nuevas emisoras, a temas como el divorcio y el aborto (derechos posteriormente reconocidos), a la ecolog¨ªa o a las drogas blandas.
Canales marginales
Fuera de las emisoras estrictamente comerciales (de las que la GBR de Roma, tanto en radio como en televisi¨®n. ser¨ªa el caso m¨¢s claro y pr¨®spero), los canales m¨¢s marginales tienen tambi¨¦n un futuro que, a pesar de sus problemas, parece optimista, por el momento. Si la inminente. como se prev¨¦, ley limita a las emisoras m¨¢s poderosas en sus fuentes de financiaci¨®n para evitar la formaci¨®n de grandes cadenas que al final vengan a configurar un monopolio compartido, el futuro ser¨¢ m¨¢s claro todav¨ªa.
Instalada en el garaje de la casa del cr¨ªtico de arte Bruno Zevi, el canal Teleroma 56 es un ejemplo de peque?a emisora de televisi¨®n con un contenido bastante lejano de lo que normalmente se entiende por comercial. Teleroma 56 busca su audiencia en sectores muy espec¨ªficos. Sabe que una ventaja de la liberaci¨®n de las ondas es la especializaci¨®n en los contenidos. As¨ª, por ejemplo, Teleroma 56 da especial importancia a los temas culturales, a la m¨²sica pop y a la poblaci¨®n romana de lengua inglesa (todos los d¨ªas hace un informativo en ese idioma).
Casi todos los colaboradores y accionistas de este canal son profesores de la Universidad de Roma. Entre mil accionistas lograron los 150 millones de liras (algo menos de quince millones de pesetas) que hicieron posibles las modestas, pero eficaces, instalaciones.
El psicoanalista Gullielmo Arcceli, el cr¨ªtico de arte Bruno Zevi y el relaciones p¨²blicas Patitucci fueron los promotores de la idea.
?Pens¨¢bamos, y seguimos pensando?, dice Patitucci, ?que se pod¨ªa hacer una televisi¨®n privada en forma integrativa, trabajando en aquellos temas en que la RAI se resiste?.
Seg¨²n Patitucci, el futuro econ¨®mico de Teleroma 56 es esperanzador. La empresa -que posee tambi¨¦n un canal de radio tiene veinte empleados asalariados y el resto son voluntarios. Cuando llegue la pr¨®xima ley, el sinn¨²mero de emisoras de televisi¨®n italianas quedar¨¢ reducido a unas ochenta. Partitucci conf¨ªa que, tanto por la veteran¨ªa del canal como por sus contenidos, Teleroma 56 estar¨¢ entre las ochenta. Mientras tanto, en un entresuelo de la calle Ibiza de Madrid est¨¢n los primeros estudios privados de Espa?a dedicados exclusivamente a televisi¨®n. Su nombre es Videoproductora, aunque a¨²n en la puerta est¨¢ el r¨®tulo de la empresa que ocupaba los locales anteriormente. El 50% del capital de la empresa es definido por su director, Alejandro Goicoechea, como ?capital neutro?. El resto est¨¢ suscrito, seg¨²n afirma, por profesionales relacionados con el mundo de la comunicaci¨®n de masas y las ventas. En un principio crearon la empresa con el fin de dedicarse a trabajos industriales y publicitarios. De la aduana de Barajas van saliendo ya los ¨²ltimos aparatos que completar¨¢n las instalaciones. ?Para comenzar a emitir?, dice su director, ?s¨®lo nos har¨ªan falta un par de aparatos cuyo precio no es precisamente alto. El problema no reside, ni mucho menos, en los costos. Vamos a ver, qu¨¦ pasa?.
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