Post Minimal Art
Modernidad, se?ora vieja y, sobre todo, resabiada. En tiempos gust¨® de gestos grandilocuentes, de aparatosas ceremonias. No parece sentirse a gusto en ellas ahora. Quienes la conocen bien aseguran que se torna cada d¨ªa m¨¢s discreta, m¨¢s silenciosa, aunque no por eso, menos astuta. As¨ª, por ejemplo, sus ¨²ltimas visitas. Frente al efectismo casi circense de alguno de sus histriones (Vostell), ante el aura cuasirreligiosa y desdibujada con que se recibe a alguno de sus cl¨¢sicos (Kandinsky), ella nos sigue distinguiendo, de tarde en tarde, con alguna que otra visita. No, por breves, menos sugerentes, como esta exposici¨®n -Post minimal art- organizada por el Grupo- 15 en colaboraci¨®n con la Parasol Press de Nueva York.Muestra, si no exhaustiva, s¨ª representativa en su terreno (obra gr¨¢fica) de lo que se ha venido bautizando como tercera generaci¨®n de la pintura americana. Obras de Sol le Witt, Agnes Mart¨ªn, Robert Ryman, Mel Bochner, Robert Mangold, Silvia P. Mangold, Brice Marden y Edda Renouf. M¨¢s que de generaci¨®n, quiz¨¢ habr¨ªa que hablar de galaxia (t¨¦rmino empleado por J. M. Bonet en reciente conferencia), pues no s¨®lo sus edades resultan de lo m¨¢s dispares, sino que, en igual forma, sus afinidades y coincidencias parecen a menudo tan sutiles que pesan m¨¢s las diferencias entre ellas. La herencia -y tambi¨¦n las consecuencias- de las dos primeras generac¨ªones (expresionismo abstracto y minimal) est¨¢n aqu¨ª desarrolladas hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Atr¨¢s quedaron la m¨ªstica del gesto y la acci¨®n.
Post Minimal Art
Galer¨ªa Grupo-15. Cl Fortuny, 7
Fue seguramente pensando en estos pintores y a?orando el vitalismo exuberante, la ferocidad gestual del primer expresionismo abstracto, que Rosenberg escribiera en 1969: ?Hasta ahora la actualidad primaria delarte de vanguardia era la frescura.? Hoy, en cambio, ?la frescura se ve reemplazada por la recombinaci¨®n de elementos familiares?. Recombinaci¨®n que, creo, no excluye la frescura. Esta, por ejemplo, es particularmente evidente en desarrollos que incluso podr¨ªan calificarse de ?rigoristas?, como los de Ryman, Agnes Martin o el mejor Sol le Witt. Recombinaci¨®n efectuada, desde luego, en un contexto muy distinto, menos proclive a los reduccionismos te¨®ricos, a las normativas, en el que podemos reconciliamos con el ?regusto clasicista? de un Mangold o con el refinamiento de un Marden, con ?licencias? que no hace mucho tiempo nos hubieran parecido fuera de lugar, con ese gusto por lo bien hecho, por lo bien acabado, que parece caracterizar la obra de todos estos pintores. Recombinaci¨®n, en fin, que en ocasiones nos desconcierta en algunos de sus desarrollos. L¨®gico si tenemos en cuenta que ?desarrollo? y ?reducci¨®n? parecen coincidir en un mismo y, resbaladizo territorio, el de la paradoja. A ¨¦l parecen abocarnos las ¨²ltimas experiencias de la pintura. En ¨¦l habr¨¢ que situarse para enfrentarse a ellas.
Modernidad, se?ora al parecer cada vez m¨¢s esquiva. Quienes la conocen bien aseguran que hace a?os que no reparte carnets.
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