Mario Richerda
Elementos harto simples: madera y grafito. El soporte -la madera- es recortado, silueteado caprichosamente en formas que, aun sin intenci¨®n, a menudo pueden sugerirnos nubes o pedazos de paisajes. Sobre la madera, el blanco, y sobre el blanco, el grafito aplicado en gestos tan uniformes y r¨ªtmicos como compulsivos. A veces, una cuchilla contribuye de nuevo a desvelar el blanco. Los gestos fueron o quisieron ser violentos. El resultado final, sin embargo, no lo es nada. Muchas de las obras no est¨¢n concebidas para ser colgadas en la pared, s¨®lo para apoyarlas en ella. El aire, la luz, penetra en las mismas, haciendo intervenir un nuevo elemento, la sombra. Todo parece querer remitirnos a un espacio que quiso ser continuo, envolvente, pero que acaba qued¨¢ndose como a medio camino de lo que pretendi¨® o pudo haber sido. Una especie de querer y no poder, consecuencia, parece, de las condiciones en que el trabajo fue realizado.Hablo de condiciones y quiz¨¢ deba aclarar por qu¨¦. Las de Mario Richerda son las de un exiliado chileno que, despu¨¦s de tres a?os, logra realizar su primera exposici¨®n en nuestro pa¨ªs. La condici¨®n misma de exiliado parece implicar la de testimonio, la de proclama pol¨ªtica. En este sentido, la trayectoria de Richerda resulta excepcional. En su pa¨ªs hab¨ªa practicado una suerte de conceptualismo pol¨ªtico, al que tan aficionados son, por otra parte, muchos artistas latinoamericanos (recordad, por ejemplo, la obra de la mayor¨ªa de los artistas ligados al CAYC de Buenos Aires). El exilio no le lleva, sin embargo, a ahondar en esta l¨ªnea, sino a romper con ella para encontrarse de nuevo con la pintura, con la abstracci¨®n. Dato ¨¦ste, a mi parecer, m¨¢s que positivo.
Mario Richerda
Galer¨ªa Ovidio. C/ Covarrubias, 13. Madrid.
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