Juan Bosch
Cuando el Caribe levanta sus banderas de olor y en el viento viaja la miseria de un peque?o y luminoso pa¨ªs negro, mulato o cuarter¨®n, en un barrio residencial de Santo Domingo, en una especie de Viso desatendido y pobre, est¨¢ Juan Bosch, el hombre providencial de la Rep¨²blica Dominicana, el Allende de una revoluci¨®n que no se ha hecho. El pelo blanco y los ojos claros, la mirada noble y un como sosegado enfado en todo lo que hace y dice:-Mire usted, Umbral, Trujillo introdujo en la Rep¨²blica Dominicana el capitalismo nacional, que no exist¨ªa. Casi todo lo que cre¨®, en la industria, en la vida p¨²blica, en el comercio, era suyo. El era el jefe econ¨®mico y pol¨ªtico de este pa¨ªs. Ten¨ªa todos los poderes. Ahora, Carter, que es un hombre que reza veinticuatro horas al d¨ªa, seg¨²n ¨¦l mismo ha confesado, necesita crear aqu¨ª una especie de democracia formal que no encaja para nada con la realidad econ¨®mica de la Rep¨²blica Dominicana. La democracia es la expresi¨®n natural de una sociedad capitalista. Nosotros no somos eso. El Partido Revolucionario, que yo fund¨¦, nunca va a ser marxista, y est¨¢ sirviendo para llevar adelante este experimento absurdo que le conviene a Estados Unidos. El socialismo democr¨¢tico es la expresi¨®n de las sociedades capitalistas del norte de Europa. Tampoco nosotros tenemos nada que ver con eso. Usted ha visto el pa¨ªs, Umbral.
Bosch, escritor y pol¨ªtico, ocupa dos pisos en la segunda planta de una especie de chalet de vecinos, y su coche est¨¢ en la calle, pintado del morado. alegre, que es el color de su partido.
-El fascismo de Franco hizo en Espa?a, parad¨®jicamente, la revoluci¨®n burguesa que Espa?a no hab¨ªa hecho. Por eso ustedes est¨¢n ahora en condiciones de implantar una democracia de amplias libertades. Porque, de una forma u otra, esa democracia es el sistema que corresponde a su estadio econ¨®mico e industrial. Y el proceso espa?ol ya no lo va a parar nadie.
Santo Domingo es una gir¨¢ndula de palmeras y chabolas. Hay playas privilegiadas donde los oradores de hemiciclo se. ba?an frente al tibur¨®n m¨ªtico -nunca mitol¨®gico-, con fondo de marimbas y millones. La miseria est¨¢ pintada de rosa y azul. La noche cae espesa de olores y eyaculaciones del mar. A los males sagrados que donan las pr¨®vidas mulatas en sus cuerpos hermosos y prostituidos, se les llama ?el navajazo?.
-?Qu¨¦ es lo que se lleva Estados Unidos de este pa¨ªs?
-Se lo llev¨¢ todo. Desde el az¨²car hasta la mano de obra. Tenemos unos cientos de miles de parados y otros cientos de miles emigrados a Estados Unidos. Trujillo mataba obreros de otros pa¨ªses y esos pa¨ªses le reclamaban. Decidi¨® emplear s¨®lo dominicanos, matar s¨®lo dominicanos, y as¨ª no le reclamaba nadie. Yo, actualmente, saco un peri¨®dico semanal con una tirada de m¨¢s de 30.000 ejemplares. Y uno o dos libros al a?o. De eso vivo. Nuestro peque?o partido va creciendo.
Le visitan continuamente j¨®venes revolucionarios. En su despacho tiene una gran foto con Fidel Castro, y otra de Allende. ?Yo perd¨ª parte de mi vida creyendo en la democracia. Luego le¨ª a Marx y Engels y ya no creo en ella. No vamos a transformar el pa¨ªs por las armas ni por los votos, pero contamos con el tiempo.? Juan Bosch es el exiliado interior que sale por la televisi¨®n y los peri¨®dicos. La conciencia dura de un pa¨ªs distra¨ªdo. Varias generaciones de parados miran el mar o la carretera. Las ruinas de Col¨®n y el barrio virreinal son el inmenso y sucio tendedero de la historia por donde el mar enciende candelas, en la noche, y la prostituci¨®n se exalta contra un viejo farall¨®n espa?ol.
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