Escalada de locura en los arrendamientos de las plazas
La plaza de Valencia: otro arrendamiento disparatado, con esos 110 millones de base de la subasta, m¨¢s diecis¨¦is para acondicionar la taquilla. Los ayuntamientos y las diputaciones ejercen sobre la fiesta una presi¨®n intolerable, cuyas consecuencias la afectan en su misma base. Al encarecer, mediante c¨¢nones astron¨®micos, el coste del espect¨¢culo, los precios de las localidades se disparan, y esto atenta contra las posibilidades de promoci¨®n de nuevos aficionados, e incluso contra el simple mantenimiento de los antiguos. Paralelamente, las empresas arrendatarias recortan sus presupuestos, con limitaci¨®n de los honorarios que corresponden a los lidiadores y del precio del ganado.Esa presi¨®n la justifican con los fines, seguramente sociales, a los que dedican los ingresos, pero la licitud, al menos moral, del procedimiento, es muy discutible, pues los obtienen a costa de sangrar un espect¨¢culo que es fiesta popular y convertirlo en un lujo de clase; es decir, que lo hurtan al pueblo y lo desnaturalizan. Y acabar¨¢n destruy¨¦ndolo.
Pero, adem¨¢s, esas diputaciones y municipios gobiernan el espect¨¢culo taurino pr¨¢cticamente en r¨¦gimen de monopolio dentro de las ciudades donde est¨¢n situados sus cosos. El precio de terrenos urban¨ªsticamente similares para construir otros es prohibitivo para la iniciativa privada. Y por a?adidura, hay algunas corporaciones, como es el caso de la madrile?a, que en virtud de antiqu¨ªsimas c¨¦dulas reales gozan del privilegio de tener en sus manos la exclusiva de la fiesta, ya que no se puede construir otra plaza en una amplia circunferencia a su alrededor.
La escalada de locura que suponen los arrendamientos tiene su m¨¢s alta cota en los cosos de Valencia y de Madrid, y a¨²n m¨¢s en ¨¦ste, cuyas condiciones de subasta son regresivas, no aportan ning¨²n beneficio ni a los aficionados ni a la fiesta (antes bien, perjuicios), y es presumible que la adjudicaci¨®n se har¨¢ por un canon muy superior a los cien millones de pesetas por a?o. La de Valencia, por su parte, no es dif¨ªcil que alcance los treinta. He aqu¨ª, en definitiva, c¨®mo s¨®lo en dos plazas el espect¨¢culo se va a ver gravado con un coste a?adido de 150 ¨® doscientos millones de pesetas. M¨¢s del 5% de la suma de los presupuestos de todos los festejos, cualquiera que sea su categor¨ªa, que se han celebrado en la totalidad de las plazas espa?olas durante 1978.
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