El futuro de las c¨¢maras agrarias
A los cinco meses de las controvertidas elecciones a c¨¢maras agrarias, estas entidades -constituidas en corporaciones de derecho p¨²blico- no han encontrado a¨²n el lugar que les corresponde ni han delimitado todav¨ªa claramente sus funciones y f¨®rmulas de actuaci¨®n. El Gobierno, que impuls¨® en su d¨ªa contra viento y marea las elecciones, ha pasado a la retaguardia y espera que sean las mismas c¨¢maras las que establezcan un marco de actuaci¨®n acorde con los l¨ªmites de funciones que en su d¨ªa se establecieron.Mucho nos tememos que pasen todav¨ªa bastantes meses hasta que las propias c¨¢maras se aclaren yempiecen realmente a funcionar como en, otros pa¨ªses europeos. Y ello por numerosas circunstancias.
Renovaci¨®n
En primer lugar, no se ha borrado a¨²n la imagen franquista de estas instituciones.Cuarenta a?os de verticalismo no se superan en cinco meses ni siquiera en aquellas provincias donde la renovaci¨®n de cargos directivos ha sido total; nada digamos de aquellos lugares donde las antiguas c¨¢maras se han reproducido en las nuevas y sus dirigentes no s¨®lo son los mismos de antes, sino que su mentalidad verticalista contin¨²a imperturbable. A prop¨®sito de esto, cabr¨ªa resaltar la peculiaridad de las elecciones en el campo si se cifra en sus resultados: hay provincias, incluso lim¨ªtrofes, en las que en una de ellas el presidente de la c¨¢mara provincial se declara radical de izquierdas y en la otra su colega se autosit¨²a de Fuerza Nueva hacia la derecha. No nos extra?a que la Adininistraci¨®n haya decidido coger ?con pinzas? el tema y dejar pasar el tiempo hasta que se vaya decantando la mayor¨ªa. Por otra parte, estas instituciones tienen fuertemente limitada su autonom¨ªa dada su casi total dependencia de los Presupuestos Generales del Estado. Desaparecida la cuota sindical obligatoria en el campo, obtener los fondos correspondientes a trav¨¦s de derramas voluntarias entre los agricultores no es tarea f¨¢cil; los campesinos son desconfiados y en muchas poblaciones no empezar¨¢n a colaborar con la c¨¢mara hasta que quede probada la eficacia de ¨¦sta. Si tal prueba ser¨¢ dif¨ªcil de ofrecer por las c¨¢maras locales, a¨²n lo ser¨¢ m¨¢s para las provinciales, y poco menos que imposible para la futura Confederaci¨®n Nacional de C¨¢maras. Por eso, la ayuda del Estado habr¨ªa de recaer, en estos primeros momentos, sobre las c¨¢maras de ¨¢mbito local y comarcal, porque son ellas las que est¨¢n realmente cerca del agricultor y las que tienen unas claras funciones de inter¨¦s com¨²n para todos los habitantes de un n¨²cleo rural. Ser¨¢ necesaria, pues, la ayuda econ¨®mica del Estado en los pr¨®ximos Presupuestos, pero creemos que, en el plazo m¨¢s breve posible, la Administraci¨®n s¨®lo deber¨ªa pagar los gastos correspondientes a los secretarios de las c¨¢maras -que son funcionarios del Estado- y dejar que el resto de los gastos sea sufragado por los agricultores en el grado que ¨¦stos consideren conveniente, de acuerdo con la eficacia demostrada por cada instituci¨®n.
En cuanto al temor que en su d¨ªa mostraron las organizaciones profesionales y sindicatos a las posibles injerencias de las c¨¢maras en temas puramente reivindicativos, hay que reconocer que, salvo raras excepciones (como la protagonizada por las c¨¢maras de C¨®rdoba y Ja¨¦n en la negociaci¨®n de la campa?a del aceite), dicho temor se ha revelado injustificado. Hasta ahora, al menos, las c¨¢maras se han movido en los m¨¢rgenes de la consulta y la colaboraci¨®n con la Administraci¨®n se?alados en el decreto que las cre¨®.Prueba de ello son los dict¨¢menes que acaban de entregar los presidentes provinciales al ministro de Agricultura sobre algunos temas de inter¨¦s general, destacando entre ellos dos que pueden resultar ¨²tiles: el elaborado acerca de la futura ley de Aguas y el correspondiente al problema de los incendios forestales. No es que haya que echar las campanas al vuelo, pero es preciso dar a estos trabajos un justo valor.
Entonces... ?sirven para algo las c¨¢maras?
Pues de momento su utilidad es m¨¢s bien escasa, pero dados sus inicios relativamente serenos de actuaci¨®n y la experiencia de otros pa¨ªses, cabe concederles un margen de confianza, al menos a medio plazo. Una nota final sobre la posibilidad de constituci¨®n de la Confederaci¨®n Nacional de C¨¢maras, que est¨¢ prevista en el decreto regulador. Pensamos que no debe precipitarse en general dicha constituci¨®n hasta que se empiece a funcionar de abajo arriba. S¨®lo habr¨ªa una circunstancia que aconsejar¨ªa acelerar la creaci¨®n del ¨®rgano nacional: la iniciaci¨®n de las conversaciones definitivas para la incorporaci¨®n de Espa?a a la CEE.
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