"Playboy", el erotismo de calidad llega a Espa?a
Hace ahora veinticinco a?os, concretamente en diciembre de 1953, en pleno apogeo de la guerra fr¨ªa, caza de brujas y puritanismo en las esferas oficiales, y justo cuando el americano medio comenzaba a instalar su primer frigor¨ªfico en casa y se desataba en la gente joven el frenes¨ª del rock, siempre unido a la imagen de unos pantalones oscuros y estrechos, justo entonces Marilyn Monroe irrump¨ªa, multiplicada en 70.000 ejemplares, en las portadas del primer n¨²mero de Playboy, fen¨®meno que derivar¨ªa en uno de los imperios del erotismo m¨¢s impresionantes.
Han tenido que pasar veinticinco a?os para que esta revista se editara, por fin, en Espa?a y en espa?ol; pero estas no son las circunstancias norteamericanas, porque ahora en Espa?a la industria del erotismo devora, mensualmente, ochocientas toneladas de papel, o lo que es lo mismo, los espa?oles -por supuesto con frigor¨ªfico, y hasta con televisor en color- se gastan al mes trescientos millones de pesetas para comprar cuatro millones de ejemplares de publicaciones er¨®ticas.Hugh M. Hefner, periodista, fundador y editor de Playboy, a sus 54 a?os todav¨ªa se considera la imagen misma del sexy. La comercializaci¨®n del s¨ªmbolo -el conejo-, la revista y el emporio comercial de clubs creado en torno a ella tienen hoy un valor que se calcula en m¨¢s de mil millones de d¨®lares. La revista se hab¨ªa iniciado tan s¨®lo con un capital de 6.000 d¨®lares.
Cent¨ªmetro a cent¨ªmetro la revista fue descubriendo ante los ojos del p¨²blico americano, primero, y del europeo, despu¨¦s, las fronteras de la sociedad permisiva hasta alcanzar, en 1972, m¨¢s de siete millones de ejemplares de venta. A partir de esta fecha y debido a la competencia de otras revistas del mismo o parecido estilo, la tirada de Playboy se reduce a cinco millones de ejemplares que se venden en Estados Unidos. Pero para entonces, la empresa ya se hab¨ªa ramificado, pr¨¢cticamente, por todo el mundo.
El Playboy de hoy cuenta con cinco casinos -cuatro en Inglaterra y uno en Jamaica-, tres hoteles de superlujo, clubs privados en ocho ciudades norteamericanas, una editorial, una productora de cine, dos fincas de recreo y un rascacielos, sede de la compa?¨ªa, en Chicago. La revista se edita, aunque con diferente con
tenido, en los idiomas m¨¢s importantes del mundo occidental: ingl¨¦s, franc¨¦s, alem¨¢n, italiano, y ahora, en espa?ol.
Hefner no ha dejado pasar oportunidad ni ha escatimado medios para mantener la imagen de su empresa en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos norteamericanos. Sus acciones publicitarias han sido desde prestar su avi¨®n particular para transportar ni?os vietnamitas tras la retirada de las tropas norteamericanas hasta recorrer veintiocho ciudades norteamericanas con un cheque de, 25.000 d¨®lares en busca de una bunny, una joven que encarnara los veinticinco a?os de Playboy. Seg¨²n la propia revista, m¨¢s de 3.000 j¨®venes norteamericanos de todas las profesiones y niveles de vida acudieron a la llamada.
Con cr¨ªticas desde ¨¢mbitos religiosos, que la han considerado la imagen moderna del pecado; desde plataformas pol¨ªticas, que la han juzgado como descomprometida y trivializante, y a pesar, incluso, de las cr¨ªticas de las feministas, que la interpretan como un insulto y una clara explotaci¨®n de la mujer, lo cierto es que Playboy y su silueta, que ha acompa?ado a miles de objetos de consumo, se ha convertido durante estos veinticinco a?os en un nuevo s¨ªmbolo del sistema de vida norteamericano.
Playboy comienza a editarse en Espa?a en un momento en el que no necesita romper ning¨²n mercado de erotismo -cuatro millones de ejemplares de revistas er¨®ticas consumen los espa?oles al mes-. Entre otras revistas de su estilo, se le han adelantado Lui y Penthouse. Sin embargo, Playboy, ese genuino Playboy en ingl¨¦s, ha sido el acompa?ante permanente del ejecutivo espa?ol en todos sus viajes al extranjero. En los tiempos duros, no permisivos, cuando era impensable que apareciera un desnudo femenino en una revista en color o un texto desenfadado o fr¨ªvolo, Playboy entraba en Espa?a en los maletines de los managers, ejecutivos y hombres de negocios.
La liberalizaci¨®n en materia de erotismo, iniciada con la transici¨®n pol¨ªtica, no ha sido f¨¢cil en Espa?a. Incontables secuestros, patrullas especiales de polic¨ªa antiporno, medidas especiales de edici¨®n, multas de hasta quince millones de pesetas (Sexy Contact y La Voz de Rompeolas) o de seis millones (por dos veces a Private) hablan por s¨ª mismo de la falta de criterios administrativos en la catalogaci¨®n y permisividad del erotismo en Espa?a.
Dentro de esta gama de publicaciones er¨®ticas el llamado internacionalmente erotismo de calidad est¨¢ representado en gran manera por Penthouse, pero sobre todo por Playboy. La lucha por la edici¨®n en espa?ol de estas dos publicaciones ha sido dura. Se enfrentaban los intereses de Antonio Asensio, gran patr¨®n de Intervi¨² y presidente del grupo Editorial Z, y Jos¨¦ Ilario, antiguo asociado con Asensio.
El problema tard¨® en resolverse. El grupo Z se queda con la edici¨®n espa?ola de Penthouse (escribe aqu¨ª Xaviera Hollander), mientras que Jos¨¦ Ilario adapta el Playboy a Espa?a dentro del grupo de editoriales que posee Jos¨¦ Manuel Lara, el de Planeta. De esta forma queda homologado para Espa?a el erotismo de ?qualit¨¦?, m¨¢s acentuado en Playboy, tanto en sus contenidos y precio (doscientas pesetas) que en Penthouse (contenidos m¨¢s fr¨ªvolos que se venden por cincuenta pesetas menos).
Playboy espa?ol, dirigido por el periodista Iv¨¢n Tubau, mantiene el mismo formato que la edici¨®n internacional y contiene el mismo tipo de reportajes gr¨¢ficos. Sin embargo, sus contenidos literarios est¨¢n elaborados en su mayor parte por escritores, periodistas y colaboradores espa?oles, sobre temas espa?oles. Por ejemplo, el n¨²mero dos, que corresponde a este mes de diciembre, mes del veinticinco aniversario, incluye un art¨ªculo de Juan Mars¨¦, premio Planeta 1978; un reportaje-informe de Gregorio Mor¨¢n, sobre una serie de ex reyes, ex dictadores y personajes ilustres que viven exiliados en Espa?a, y una larga entrevista de Josep Mart¨ª G¨®mez y Josep Ramoneda con Alfonso de Hohenlohe. Figura tambi¨¦n un art¨ªculo del novelista alem¨¢n G¨¹nter Grass.
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