La f¨¢cil parodia

Las dos primeras pel¨ªculas de Mel Brooks -El misterio de las doce sillas y Los productores- eran dos palos de ciego por entrar en el g¨¦nero c¨®mico por la puerta que fuese, por hacerse un sitio en la industria a cualquier precio. Presumiblemente, fueron los ¨¦xitos de Woody Allen los que hicieron que Brooks se diese cuenta de las ventajas de practicar la parodia. Esta, que es uno de los pilares del cine de Allen, es en el de Brooks un recurso a la facilidad. Despu¨¦s de parodiar el western -Sillas de montar calientes-, el cine de terror -El jovencito Frankenstein- y el cine c¨®mico mudo -La ¨²ltima locura-, le ha tocado el turno al cine de suspense, y m¨¢s concretamente a Alfred Hitchcock, a quien M¨¢xima ansiedad est¨¢ dedicada y, m¨¢s que homenajear, copia al pie de la letra. En realidad, Brooks se ha limitado a construir una endeble trama en la cual los temas y tics hitchcockianos sean posibles. El plato fuerte de la pel¨ªcula lo constituyen una serie de archifamosas escenas de Hitchcock que Brooks calca formalmente y con cuyo contenido ironiza burdamente. As¨ª algunas de las m¨¢s famosas escenas de Psicosis, V¨¦rtigo, Los p¨¢jaros, Con la muerte en los talones, etc¨¦tera, son minuciosa y torpemente reproducidas por Brooks. En sus declaraciones a ra¨ªz del estreno de la pel¨ªcula ¨¦ste insisti¨® repetidamente en que M¨¢xima ansiedad era una mezcla del cine de Hitchcock y el cine de humor, cuando Hitchcock no ha hecho otra cosa en su vida que humor. Brooks, muy dado a las opiniones presuntuosas, cita siempre en sus declaraciones a Woody Allen como el gran representante, junto con ¨¦l mismo, del humor jud¨ªo en el cine americano. Allen y Brooks, en realidad, lejos de formar equipo, representan dos conceptos de humor antag¨®nicos. Brooks estar¨ªa m¨¢s en la l¨ªnea de un Blake Edwards, en cuanto a prop¨®sitos, ya que no en cuanto a resultados, pues all¨ª donde Edwards se muestra como un consumado t¨¦cnico, Brooks falla. Lo peor de Brooks no es el car¨¢cter basto o vulgar de muchos de sus gags, su premeditada falta de distinci¨®n, de clase, sino la desastrosa ejecuci¨®n de una comicidad cuya ¨²nica posibilidad est¨¢ en el exacto funcionamiento de una mec¨¢nica.Por lo dem¨¢s, Brooks, personalidad netamente histri¨®nica y autohinchada, no se contenta en M¨¢xima ansiedad con dirigir, escribir, producir e interpretar, sino que adem¨¢s nos ofrece un n¨²mero musical compuesto y cantado por ¨¦l, con un estilo de aspirante a show-man.