Mosc¨² padece el m¨¢s grave desabastecimiento desde la guerra
?... y pr¨®spero a?o nuevo?. El sovi¨¦tico, esc¨¦ptico por naturaleza, ha sonre¨ªdo tristemente cuando le deseamos felicidades. El tr¨¢nsito del 78 al 79 no ha sido muy alegre, que digamos, por estas latitudes. Un diciembre crudo y fr¨ªo, olvidado desde los a?os cuarenta. Un desabastecimiento alimenticio ?como no lo record¨¢bamos desde los peores d¨ªas de la guerra?. En Mosc¨² se ha racionado, en las ¨²ltimas semanas, la carne, la mantequilla y el salchich¨®n, entre otros productos.
Cristina Kauzov, antes Onasis, intent¨® arrancar anoche su reci¨¦n comprado ¨²ltimo modelo de Volvo, preparado para las m¨¢s bajas temperaturas, con el fin de llevar a su esposo Serguei a la fiesta social de la embajada de Canad¨¢; todos sus esfuerzos fueron in¨²tiles y el coche no arranc¨®. Desconsolada llam¨® al embajador canadiense, Robert A. D. Ford, quien envi¨® un ?propio? a buscar a la feliz pareja del a?o para que no se desluciese su fiesta.Cristina Kauzov, preocupada con su problema de locomoci¨®n, posiblemente no ha tenido tiempo de comprobar las vicisitudes por las que han pasado los moscovitas en estos d¨ªas. El desabastecimiento de art¨ªculos de primera necesidad ?no lo record¨¢bamos desde los peores d¨ªas de la guerra?. El problema de los alimentos, nos han dicho, es duro, mucho m¨¢s que el fr¨ªo, pero real, y ni los propios dirigentes lo han ocultado. Estas semanas ha faltado carne en las tiendas oficiales, donde el kilo cuesta dos rublos -240 pesetas-, si bien pod¨ªa encontrarse en los mercados koljosianos a siete rublos el kilo -840 pesetas.
Las largas filas ante las tiendas de alimentaci¨®n han sido, de alguna forma, dram¨¢ticas. Horas y horas esperando a m¨¢s de treinta grados bajo cero eran habituales hasta el ¨²ltimo d¨ªa del a?o en busca de los dos kilos de carne, el kilo de salchich¨®n y el medio kilo de mantequilla, que, por persona, correspond¨ªan a los sufridos ciudadanos que estaban dispuestos a celebrar el nuevo a?o bajo el signo de una prosperidad inexistente.
Mientras los extranjeros, abastecidos en tiendas especiales, no hemos tenido problemas para conseguir todo tipo de alimentos, en los comercios normales faltaban las cl¨¢sicas cajas de diez huevos.
Sin pretender hallazgos dram¨¢ticos, lo cierto es que hoy Mosc¨² es una ciudad triste y silenciosa. La circulaci¨®n es escasa porque el parque de autom¨®viles est¨¢ pr¨¢cticamente parado debido a las bajas temperaturas. Se ha reducido el n¨²mero de los veh¨ªculos de servicios p¨²blicos, autobuses y trolebuses.
La ¨²nica soluci¨®n es el metro. Ese metro tan elogiado en las gu¨ªas tur¨ªsticas pero que en la pr¨¢ctica no responde a las necesidades de una poblaci¨®n de m¨¢s de ocho millones de habitantes. Si no se tiene la suerte de vivir en las proximidades de las estaciones, puede necesitarse hasta media hora para llegar a la parada m¨¢s pr¨®xima, cuya distancia est¨¢ establecida en m¨¢s de un kil¨®metro.
Mosc¨², hoy, primer d¨ªa de 1979, no es precisamente una fiesta. Todo lo contrario. A los problemas f¨¢cticos de temperatura, que han ocasionado que las calefacciones no funcionen, exista fr¨ªo en las viviendas y las familias no quieran salir de sus casas se ha revelado el problema real, de un a?o donde las previsiones econ¨®micas han fallado por completo y han dejado en este mes a la poblaci¨®n pr¨¢cticamente desabastecida de alimentos.
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