La inspecci¨®n fiscal hace realidad el ?sIogan? "Hacienda somos todos"
Cuando todav¨ªa no hace un a?o que la reforma fiscal funciona en nuestro pa¨ªs, son ya cuatro los posibles casos de delito fiscal que se encuentran ante el ministerio fiscal y que pueden tener como fin el ingreso en prisi¨®n de acusados y convictos de evasi¨®n tributarla.No hace ni siquiera un a?o, esta posibilidad no exist¨ªa. Espa?a era un pa¨ªs en donde el Poder no exig¨ªa el pago de tributos, pero a cambio no conced¨ªa la categor¨ªa de ciudadanos a los miembros de la comunidad. En el corto per¨ªodo que va desde la aprobaci¨®n en Cortes de las medidas urgentes de reforma fiscal, primer paso dado para el radical cambio de la estructura tributaria espa?ola, hasta el d¨ªa de hoy, el espa?ol ha tomado conciencia de que Hacienda somos todos. Si en ocasiones este cambio de actitud ha estado motivado por una clara conciencia ciudadana, generalmente la metamorfosis ha tenido como g¨¦nesis el trabajo y la actuaci¨®n de un no demasiado amplio grupo de hombres y mujeres: los inspectores de Hacienda, tanto en su versi¨®n de auxiliares corno de superiores, y que, una vez superados los enfrentamientos suscitados por la reforma del cuerpo propiciada por el Iinistro Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, est¨¢n realizando una labor digna del mejor elogio.
Un profesional, integrante de uno de los cuerpos de ¨¦lite, no demasiado bien vistos por la sociedad, realiz¨® su declaraci¨®n sobre la renta para 1976 por un total de siete millones de pesetas; cuando fue posible realizar la regulaci¨®n, sus ingresos subieron a dieciocho millones, de pesetas; tras la investigaci¨®n realizada durante un a?o por dos inspectores, se le ha abierto, recientemente una acta por 41 millones de pesetas. Para ello se ha recurrido uno por uno a todos los clientes del citado profesional y recopilado las facturas reales y no las oficiales durante m¨¢s de un a?o hasta llegar a redactar un acta de m¨¢s de trescientas p¨¢ginas. Este profesional deber¨¢ pagar a Hacienda un total de veintid¨®s millones de pesetas. Semanas despu¨¦s de haberse levantado el acta, una nutrida representaci¨®n corporativa del colegio a que pertenec¨ªa elcitado profesional se personaba en el Ministerio de Hacienda para enterrar el hacha de guerra y expresar sus deseos de no defraudar en el futuro al fisco.
Una actuaci¨®n profunda y selectiva de los inspectores f¨ªscales ha sido suficiente para terminar con la evasi¨®n fiscal en buena parte de un colegio profesional. El hecho no es aislado, y durante el segundo semestre de 1978 se ha prodigado con frecuencia y ha posibilitado unas expectativas de recaudaci¨®n para los pr¨®ximos a?os que ni los prop¨ªos responsables de la reforma fiscal hab¨ªan previsto para tan corto per¨ªodo de tiempo.
M¨¦dicos, en sus m¨²ltiples especialidades, corredores de comercio, registradores de la propiedad, pequenos y medianos comerciantes y, en fin, todas las profesiones liberales, que a la postre es donde se concentra una buena proporci¨®n del fraude fiscal, han merecido la especial¨ªsima atenci¨®n de los inspectores. Unicamente los abogados han quedado por el momento libres de una investigaci¨®n profunda, pero para 1979 ya est¨¢ previsto que sean varios los inspectores que se dediquen a fondo a este tipo de profesionales y ?duerman con ellos si es necesario?.
Investigar al gran capital
En base a un plan de inspecci¨®n, los ejecutivos de grandes empresas, los accionistas mayoritarios, miembros de los consejos de administraci¨®n y representantes del gran capital, han sido durante este a?o pasado, y lo ser¨¢n durante este que acabamos de empezar, especial punto de referencia para la inspecci¨®n fiscal. ?En contra de lo que cree la opini¨®n p¨²bl¨ªca, los grandes nombres del capitalismo espa?ol -se?ala un representante de la inspecci¨®n- declaran hasta la ¨²ltima peseta, aunque ello no implica que no paguen a Hacienda en base a toda una serie de desgravaciones y deducciones que sin una en¨¦rgica inspecci¨®n sobre sociedades es casi imposible descubrir su veracidad o falsedad?.
En efecto, declaraciones de cin,cuenita, cien o 150 millones de ingresos que se ven anulados al declarar que se han destinado a una fundaci¨®n, la compra de acciones burs¨¢tiles o las mil formas de desgravar que la propia ley contemplaba hasta ahora, han estado a la orden del d¨ªa, y no cupo investigaci¨®n de ning¨²n tipo, ya que la ley apoyaba este tipo de fraude y las sociedades serv¨ªan de tapadera para estas cosas. A partir del presente a?o, la situaci¨®n cambiar¨¢ radicalmente, ya que se limitan al 15% de los ingresos, lo que se puede desgravar, y se hace posible una m¨¢s profunda investigaci¨®n sobre sociedades, hecho este imprescindible si se quiere detectar el fraude a nivel personal.
Nombres demasiado sonoros son los que pueden salir a la luz p¨²blica a lo largo de 1979. Uno de ellos declara m¨¢s de mil millones de patrimonio y unos ingresos anuales de s¨®lo dos millones de pesetas. ?Caer¨¢, caer¨¢ -se?ala un responsable de la inspecci¨®n-, ya que en estos momentos son muchos los inspectores en toda Espa?a que est¨¢n detr¨¢s de esta persona?.
Primero la informaci¨®n
?C¨®mo opera la inspecci¨®n? A la vista de los resultados no se puede decir que vayan dando palos de ciego. Por el contrario, antes de entrar a investigar se cuenta con una informaci¨®n exhaustiva, que no deja de'ser una d¨¦cima parte de lo que vendr¨¢ con posterioridad. Agencias de viaje, clubs de golf, urbanizadoras, cacer¨ªas, carreras de caballos, coches de importaci¨®n, industrias de embarcaciones de recreo y un sinf¨ªn de industrias m¨¢s son investigadas previamente con el fin de recoger la inicial informaci¨®n que servir¨¢ de base para encontrar las grandes bolsas de fraude -hoy absolutamente descubiertas-, gente que no ha realizado nunca su declaraci¨®n y contribuyentes que pueden ser ¨²tiles para una inspecci¨®n m¨¢s profunda que act¨²e como catalizador para el resto del sector y produzca u a reacci¨®n en cascada, dentro de una u otra profesi¨®n.
La inspecci¨®n act¨²a en base a un plan realizado conjuntamente por los representantes del cuerpo, en el que participan democr¨¢ticamente todos. Los nombres a inspeccionar son elegidos igualmente por el mismo m¨¦todo, exigi¨¦ndose no resultados positivos en el levantamiento de actas (hasta hace poco los inspectores recib¨ªan sus honorarios en base al n¨²mero de actas levantadas), sino el cumplimiento del plan fijado de antemano. ?C¨®mo se mide la productividad de los inspectores? La ¨²nica forma es contando con un inspector jefe por cada veinte inspectores y trabajando en equipo muy conjuntadamente.
Durante 1978 han sido muchos los profesionales que han tenido la ocasi¨®n de comprobar c¨®mo funciona la inspecci¨®n fiscal en Espa?a. Un ejemplo claro es el de los m¨¦dicos, en sus diversas especialidades. As¨ª, un inspectorantes de solicitar informaci¨®n de un radi¨®logo, cuenta con todo un detallado dossier facilitado por los fabricantes, de placas para radiograf¨ªas, por el cual conocen con antelaci¨®n qu¨¦ n¨²mero de unidades ha sido comprado por cada m¨¦dico a investigar, lo cual impide de hecho cualquier tipo de fraude en sus declaraciones de ingresos. Algo similar ocurre con los odont¨®logos, y as¨ª, los prot¨¦sicos dentales han sido sometidos a un estrecho marcaje en lo que se refiere a los trabajos realizados por ellos a lo largo del a?o.
Existe, por otro lado, una gran preocupaci¨®n en los inspectores de Hacienda por las personas que no han realizado nunca su declaraci¨®n de Hacienda, d¨¢ndose el caso que a lo largo de 1978 han sido varios miles los casos descubiertos de personas que con unos gastos considerables no hab¨ªan realizado nunca la citada declaraci¨®n a metodolog¨ªa que se sigue para investigar estos casos es simple y enormemente eficaz. Clubs de golf, agencias de viaje, urbanizadoras, cacer¨ªas, importaci¨®n de veh¨ªculos, compra de embarcaciones deportivas y otras actividades caras son investigadas concienzudamente por los inspectores de Hacienda, que descubren en ocasiones casos qu¨¦podrian entrar dentro de la definici¨®n de esperp¨¦ntica, y as¨ª se ha llegado a descubrir situaciones comunes corno la de una persona que habiendo realizado durante 1977 un crucero, un safari y que habita en el lujoso barrio madrile?o de Somosaguas no hab¨ªa realizado declaraci¨®n alguna sobre la renta a lo largo de toda su vida.
Una de las acusaciones que se hacen frecuentemente a los inspectores fiscales hace referencia a la frialdad con que deciden los levantamientos de actas y la demanda de datos a los investigados. En opini¨®n de los dirigentes de la Inspe.cci¨®n, la acusaci¨®n puede resultar parcialmente cierta, ya que la escrupulosidad de esta funci¨®n es m¨¢xima. Sin embargo, se considera que el inspector en Espa?a y en estos momentos se pasa en ocasiones de benevolente y comprensivo.
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