El trienio
Hale, ya est¨¢ otra vez Espa?a vuelta abajo, por qu¨¦ no decirlo claro, ya nadie espera nada, es como ir¨®nico todo lo que leemos sobre las futuras elecciones generales, es como meternos un filme mudo, de risa, en el descanso de una de g¨¢nesters, ya est¨¢ otra vez Espa?a de cabeza, rota y sonante la campana de Huesca, con la cabeza de un muerto renovado cada manana, ya est¨¢ el botafumeiro de Santiago volando s¨®lo por la b¨®veda de la Historia, ya est¨¢ otra vez Wifredo el Velloso asesinando gente por las tapias, tiene una, parabellum, Wifredo el Velloso, que maneja extramuros o intramuros, seg¨²n lo apartado o c¨¦ntrico que viva el infrascrito, que hay muchos infrascritos, ya, en la lista negra de las pompas f¨²nebres.Me parece que fue Mar¨ªas quien dijo que la libertad, en Espa?a, suele durar un trienio. Y no caemos en la cuenta de que se est¨¢ acabando el trienio, desde que matamos a Franco de muerte natural. Lo que en la Historia de la humanidad son los terrores del milenio, en Espa?a son los renovados y asiduos horrores del trienio, que va a dar otra vuelta la tortilla espa?ola, con sus amarillos goyescos y regoyescos, mientras matamos gente en la Corte de los Milagros, diario milagro inverso de un juez o un general muerto, como un zurcido negro en el tejido igual y resignado de la vida cotidiana.
Ya anda otra vez el Ebro cuesta arriba, ya est¨¢ otra vez Espa?a ardiendo como una escoba incendiada y esgrimida, ya nadie espera nada del inventa y al f¨®ndo pasan tropas, gentes, sombras, el trienio civil, el trienio militar, el relevo de la guardia en Palacio. cuando en Palacio no hay nadie y los ni?os que miraban por detr¨¢s de la verja son ya todos v¨ªctimas o verdugos, se han hecho adultos odiando, porque el odio madura al espa?ol.
Cenando la otra noche con los duques de Alba, ve¨ªa yo en galer¨ªas, cuadros y tapices, esa doble Historia de Espa?a que es la que algunos cuadros cuentan y otros callan, c¨®mo tanto fragor de caballos, tanta eterna batalla, tanta guerra (glosado todo, al¨ªgero, por la conversaci¨®n del duque), se resuelve finalmente, del comedor a la chimenea, en un cuadro cubista, muy peque?o, en un picasso antiguo y breve. Y s¨®lo ah¨ª, por fin, en la geometr¨ªa ir¨®nica de Picasso, se serenan las cosas, reposa Espa?a tanto arrastre de muertes y de infantes.
Pero Picasso, al fin, tuvo que pintar Guernica, siquiera para volver a su iron¨ªa exiliada en calzoncillos. Qu¨¦ dif¨ªcil, aqu¨ª, que nos nazca un Picasso, un hombre etu¨¢nime, un ir¨®nico, un epic¨²reo, s¨¢tiro/fauno violador de Europa. Y los pocos que nacen, tienen que irse. Gaya se ex?lia eternamente sin razones muy claras para.ello. Ya est¨¢ otra vez Espa?a a muerte viva, a¨²n no han ardido iglesias, pero arde la Constituci¨®n, -catedral de palabras que duda entre el rom¨¢nico militar y el g¨®tico religioso- por sus cuatro puntas, reci¨¦n sancionada, y arde sobre todo por do m¨¢s pecado hab¨ªa, por su art¨ªculo 15, donde dice que ?todos tienen derecho a la vida?, y eso ha irritado mucho a los enterradores trienales.
Ya han roto el hilo, ya nadie cree nada. Aquella luz tan clara de aquel junio, cuando sal¨ª a va,tar y Espa?a estaba azul, como Juan Ram¨®n ni?o viera una vez a Dios, aquella luz nos la han nublado a tiros, aquella entrada del pueblo en la Historia, por el foro del d¨ªa, aquel fuenteovejuna sin ajusticia:do no fue m¨¢s que el ¨¢pice de un trienio: tres a?os de paz ni siquiera victoriana como tres asterisc¨¢s por cada medio siglo de dictadura. Ya est¨¢ otra vez liada.
Con ojos de historiador de la calle o glosador esteta de lo que ignoro, he visto siempre en Liria la sinfon¨ªa de cuadros, duques, ¨®leos, que viene a remansarse, a decir su palabra final, a desvanecerse y aclararse en esa nota ¨²ltima y clara del cuadrito de Picasso, que no es algo aparte del conjunto, sino la consecuencia -flor geom¨¦trica- de tanto caos hist¨®rico y barroco.
As¨ª quisi¨¦ramos la Historia de Espa?a, Espa?a en su historia, acordes por fin el ruido y la furia en una Constituci¨®n racional, en una ¨ªdeaci¨®n cubista, intelectual, en una cosa mentale. Y cuando eso parece que iba a ser, vuelve la carnestolenda de los muertos, los generales y los magistrados, el dinejo ir¨®nico y sin patria, el odio sin voz ni rostro (porque Mart¨ªn Villa no acierta a d¨¢rselo). Ya est¨¢ otra vez Espa?a vuelta abajo, toda Espa?a campana de Huesca con una cabeza fresca cada ma?ana, de v¨ªctima renovada, a modo de badajo, tocando a entierro loco.
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