El asilo pol¨ªtico y el terrorismo
EL MINISTRO de Asuntos Exteriores espa?ol, Marcelino Oreja, viaj¨® ayer a Par¨ªs, al terminar su viaje por Africa, para plantear el tema del refugio de terroristas de ETA en territorio franc¨¦s. Es un tema que se plante¨® ya en tiempos de Franco, y en ellos era de dif¨ªcil soluci¨®n por parte de Francia. La m¨¢s antigua y sostenida doctrina francesa en este tema era la de un respeto considerable -y admirable- por el asilado pol¨ªtico de cualquier pa¨ªs y de cualquier r¨¦gimen que no respetara las libertades democr¨¢ticas. Francia tiene el honor de haber sido el refugio tanto de los jud¨ªos que hu¨ªan de Hitler como de los ciudadanos de pa¨ªses comunistas que hu¨ªan del estalinismo. Las requisitorias que se hac¨ªan entonces desde Espa?a iban generalmente firmadas por jueces militares, y Francia no reconoc¨ªa en su jurisdicci¨®n a tribunales militares para juzgar civiles en tiempos de paz. La mezcla de casos entre activistas de ETA con los refugiados pol¨ªticos espa?oles de la oposici¨®n democr¨¢tica pod¨ªa, por lo dem¨¢s, dar origen a confusiones considerables. El advenimiento de la Monarqu¨ªa parlamentaria en Espa?a ha modificado de manera sustancial ese panorama. Las administraciones de la mayor parte de los pa¨ªses donde hab¨ªa asilados espa?oles, algunos desde la guerra civil -especialmente en Latinoam¨¦rica- les han comunicado ya que su estatuto de refugiados hab¨ªa terminado y que a partir de ahora ser¨ªan considerados como residentes extranjeros ordinarios -lo cual est¨¢ produciendo algunos conflictos por la existencia de antiguos intereses que ahora se ven en riesgo-. Con la excepci¨®n de alg¨²n lamentable caso relacionado con la libertad de expresi¨®n y en v¨ªas ya de soluci¨®n, ning¨²n espa?ol tiene ya que cruzar la frontera para evitar ser perseguido por sus ideas o sus actividades pol¨ªticas. La Constituci¨®n espa?ola ampara y protege las libertades y los derechos de los ciudadanos, al menos con la misma extensi¨®n y amplitud que en el resto de los pa¨ªses de la Europa democr¨¢tica. Naturalmente, los cr¨ªmenes y atentados terroristas, aunque se cometan bajo el disfraz de las motivaciones pol¨ªticas, nada tienen que ver con el ejercicio de las libertades. Antes por el contrario, son su m¨¢s feroz e implacable enemigo. El terrorista puede as¨ª quedar aislado como delincuente de derecho com¨²n; los supuestos motivos pol¨ªticos que aduce no son dignos de ser tenidos en cuenta en una sociedad defensora de la convivencia pac¨ªfica que respeta las libertades de todos; aunque es l¨®gico que cada caso de extradici¨®n solicitada lo examine un magistrado, conforme a derecho, y el amenazado tenga todas las oportunidades de ejercer su defensa.
Si la antigua figura del refugiado pol¨ªtico espa?ol ha desaparecido, la tradicional hospitalidad francesa est¨¢ sufriendo tambi¨¦n algunas variaciones que la hacen parecer en muchos casos arbitraria e incluso aplicada a su propia conveniencia. No s¨®lo se sigue dando amparo a los terroristas vascos, en una interpretaci¨®n exagerada y abusiva del asilo pol¨ªtico. En el extremo opuesto de esa hermen¨¦utica, se ha concedido la extradici¨®n de quienes, en teor¨ªa, ten¨ªan derecho de asilo. As¨ª, no fue por ejemplo demasiado justificada la extradici¨®n del abogado de la RFA Croissant, defensor de terroristas en el pa¨ªs que solicitaba su entrega, de no haber mediado conveniencias econ¨®micas y pol¨ªticas entre los dos pa¨ªses. Por otro lado, la tradicional exigencia de que los refugiados no conviertan la naci¨®n que les asila en el cuartel general de sus actividades pol¨ªticas es aplicada a entera conveniencia del Gobierno franc¨¦s. No parece justificado que en estos momentos el ayatollah Jomeini, desde Par¨ªs, pueda ejercer una actividad pol¨ªtica sobre su pa¨ªs, sea cual fuere la faz¨®n y la justicia moral con que se le considere; sin embargo, Francia acaba de prorrogar su permiso de residencia con la anuencia de pr¨¢cticamente todo el mundo, pero siempre bajo la sospecha de que act¨²a as¨ª para mantener un lazo especial con el futuro r¨¦gimen iran¨ª y con su petr¨®leo, apostando por el triunfo de la revoluci¨®n que patrocina el ayatollah. La realidad es que en los ¨²ltimos a?os la polic¨ªa francesa y el Quai d'Orsay se han valido arbitrariamente de la amplitud con que se puede considerar el estatuto del refugiado, poniendo en la frontera o entregando directamente a sus pa¨ªses a personas claramente inocentes de todo lo que no fuera delito pol¨ªtico, y en virtud de que pod¨ªan molestar a la pol¨ªtica de gobierno en Francia, y amparando, en cambio, en otros casos a quienes pod¨ªan ser acusados de delitos comunes.
Es preciso que Francia no siga haciendo o¨ªdos sordos a las reiteradas solicitudes espa?olas -quiz¨¢ demasiado blandamente expuestas- que piden que, por lo menos, se ponga fin a las actividades en territorio franc¨¦s de grupos o personas sospechosas de actuar con violencia en territorio espa?ol; otra cosa dar¨ªa est¨ªmulo a las sospechas de que existe una especie de pacto t¨¢cito entre las autoridades francesas y los terroristas de ETA para que ¨¦stos no act¨²en dentro de Francia en cuestiones que puedan perjudicar la integridad francesa. Estas sospechas est¨¢n alimentadas por el hecho de que la cuesti¨®n de la nacionalidad vasca no se plantee m¨¢s que acad¨¦mica y espor¨¢dicamenie en ?Euskadi Norte?.
Por lo dem¨¢s, no tiene por qu¨¦ ponerse, ni mucho menos, en entredicho el derecho de asilo. El estatuto de refugiado pol¨ªtico es una de las grandes conquistas de la civilizaci¨®n contempor¨¢nea, pero no ampara bajo ¨¦l a los terroristas contra la democracia. En Francia, como aqu¨ª, hay que conservarlo y, si es posible, ampliarlo. La acusaci¨®n de terrorismo, por lo dem¨¢s, no debe en ning¨²n caso esgrimirse contra los inocentes, como parece que puede ocurrir en Espa?a con refugiados latinoamericanos que est¨¢n sufriendo un trato amenazador. Ahora bien, ?qu¨¦ dir¨ªa el Gobierno franc¨¦s si en Jaca o Fuenterrab¨ªa existiera un ?Gobierno? corso o bret¨®n en el exilio, y en Arag¨®n o Guip¨²zcoa se preparasen y recibieran apoyo las acciones terroristas de los nacionalistas de Breta?a o C¨®rcega, que de cuando en cuando act¨²an contra Francia y hasta tambi¨¦n han llegado a causar v¨ªctimas humanas?
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