El enigma de Ir¨¢n
LA IDEA de que el sha regrese alguna vez a Teher¨¢n es inveros¨ªmil. Las vacaciones imperiales son apenas un leve antifaz para ?salvar la cara?, un ¨²ltimo respeto a la divinidad titulada de quien los hechos convierten en un destronado, en un exiliado, en un derrotado. Pero no menos inveros¨ªmil es lo que ha sucedido: que una revuelta popular entre religiosa y populista acabe, en esta ¨¦poca, en la que todo est¨¢ preparado para que no suceda as¨ª, con el r¨¦gimen de uno de los pa¨ªses m¨¢s fuertes y m¨¢s ricos de Occidente. Algo como para erizar los cabellos a los monarcas de Jordania y Arabia, a los jeques de los emiratos petrol¨ªferos.Al sha no le han servido de nada -o quiz¨¢ solamente para prolongar su poder unos a?os m¨¢s- las grandes inversiones en seguro de estabilidad que hab¨ªa hecho. Los miles de millones de d¨®lares invertidos en el Ej¨¦rcito y sus armas, el enriquecimiento -por corrupci¨®n o simple mente por tolerancia- de los poderes paralelos, la relati va modernizaci¨®n del pa¨ªs y la creaci¨®n de nuevas clases y la subordinaci¨®n a las necesidades de Estados Unidos en una zona fronteriza no han podido salvarle. Ahora se ve por qu¨¦. El Ej¨¦rcito ha optado por salvarse a s¨ª mismo, no ha sido capaz de emplear toda su capacidad de respuesta contra un pueblo que ni siquiera ha necesitado de las armas para su peculiar revoluci¨®n -una revoluci¨®n de m¨¢rtires, de muertos y heridos, de gentes que abr¨ªan su camisa para ofrecer el pecho desnudo a los ca?ones-, y se dir¨ªa que ni siquiera ha necesitado organizaci¨®n o planes. Como si desmintiera, al mismo tiempo, la f¨®rmula marxista de que el espontane¨ªsmo est¨¢ condenado y de que el pueblo necesita una vanguardia. Este Ej¨¦rcito ha termi nado por colocar claveles en el ca?¨®n de los fusiles, como en una escenograf¨ªa que quisiera repetir la revoluci¨®n de los claveles de Portugal, el lenguaje de que el pueblo y el ej¨¦rcito est¨¢n hermanados y son una misma flor (habr¨¢ que pensar que otros pasos a la portuguesa se dar¨¢n en Ir¨¢n hasta la consolidaci¨®n de un nuevo r¨¦gimen), La aristocracia podrida ha respondido con uno de sus movi mientos m¨¢s propios y m¨¢s caracter¨ªsticos: las fugas de capital, el desentendimiento, la huida. Los hijos de la burgues¨ªa enviados a estudiar, por cientos de millares, a pa¨ªses extranjeros -las becas concedidas por Estados Unidos han sido infinitas- han regresado con un cierto esnobismo despectivo por el atraso feudal del pa¨ªs, con un idealismo democr¨¢tico y una negaci¨®n al nacionalismo. En cuanto a Estados Unidos, una vez m¨¢s han abando nado a su vasallo, cuando han encontrado una soluci¨®n de recambio. Conservar¨¢n al sha en su territorio como una fotografia de archivo que en un momento dado puede ser ¨²til: como los chinos conservaron a Norodom Sihanuk. Aunque estas reservas de legitimidad amarillenta, enve jecida, se suelen emplear demasiado tarde.
Las dos explicaciones cl¨¢sicas para la revoluci¨®n no dejan de ser sorprendentes. Una es el hambre, otra la religi¨®n. El hambre se ha acallado por medios igualmente cl¨¢sicos:, una polic¨ªa secreta cuyas celdas de tortura y patios de ejecuci¨®n han comenzado ya a salir a la luz p¨²blica, y una represi¨®n severa a cargo de miles de autoridades locales. Tambi¨¦n, como en los tiempos cl¨¢sicos, represi¨®n y tortura han multiplicado el fuego de la resistencia. El levantamiento de la religi¨®n es un hecho ins¨®lito. Normalmente, las religiones no levantan ya cruzadas ni sublevaciones (el revestimiento de catolicismo en el problema del Ulster tiene otra. significaci¨®n). Ni siquiera tiene ya ese poder una fe y una esperanza cuasi religiosas, como las que despertaba en otros tiempos el comunismo. Quiz¨¢ el Islam tenga todav¨ªa esta capacidad de hervor, y es un dato m¨¢s para que se inquiete y aterroricen las oligarqu¨ªas de la zona ¨¢ra bo- petrol¨ªfera.
Parece que ahora, en el momento en que el sha es t¨¦cnicamente destronado, y el consejo de regencia est¨¢ en aut¨¦nticos apuros para mantener la apariencia del Trono del Pavo Real, las fuerzas que tienen alguna consistencia en Ir¨¢n son cuatro. Una es la que encabezael ayatollah Jomeini, protagonista de la revoluci¨®n religiosa. Es una fuerza que va en contra del sentido del progreso -o del progresismo-, que m¨¢ntiene unas costumbres r¨ªgidas, que representa una especie de jansenismo -la fe chiita- dentro del mundo musulm¨¢n. Junto a esta fuerza est¨¢ la oposici¨®n pol¨ªtica, el Frente Nacional, que ha hecho causa ¨²nica con el ayatollah Jomeini y con las fuerzas religiosas, pero que est¨¢ irremisiblemente separada, de estas fuerzas por su incredulidad, por su escaso nacionalismo. Una tercera fuerza es el Ej¨¦rcito, adornado ahora con claveles, resucitando su vieja fe religiosa y su modernismo al mismo tiempo para no ser destruido desde dentro, para consolidar el r¨¦gimen porvenir. La cuarta fuerza es la del compromiso que representa Shapur Bajtiar, primer ministro desahuciado por Jomeini y por el Frente, sostenido por el Ej¨¦rcito y por Estados Unidos, con capacidad para mantenerse y para ser finalmente aceptado por la revoluci¨®n como salida posible; dispuesto a cumplir sus promesas de restaurar la Constituci¨®n, castigar a los culpables de los antiguos desmanes y convocar elecciones dentro de este mismo a?o.
C¨®mo van a convivir estas cuatro fuerzas es todav¨ªa un misterio. Quiz¨¢, al principio, por un cierto sentido de conservaci¨®n. Si no hay elecciones y se forma un Gobierno fuerte, dirigido por un militar, corre dos peligros: el de que la revoluci¨®n contin¨²e, o el de ser victima de los mismos vectores de fuerza que impidieron que Spinola mantuviese esa fuerza en Portugal. Si las elecciones se convocan, hay un riesgo similar al de Turqu¨ªa: el desmigajamiento de la oposici¨®n, la dificultad de la democracia aut¨¦ntica. No es f¨¢cil pensar que Ej¨¦rcito, populismo y chiismo puedan convivir f¨¢cilmente; no lo es tampoco que la socialdemocracia de Bajtiar vaya a durar. El enigma est¨¢ abierto.
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