Pol¨¦mica alemana en torno a los tratamientos cl¨ªnicos intenisivos del c¨¢ncer
El tratamiento cl¨ªnico compulsivo agrava el c¨¢ncer y en general acorta la vida. Este es el punto de vista del m¨¦dico alem¨¢n Julius Hacketal, que opina que a la enfermedad hay que domesticarla y convivir con ella. Concretamente, con el c¨¢ncer que, en la inmensa mayor¨ªa de los casos, y seg¨²n ¨¦l, no tiene por qu¨¦ evolucionar a muerte. Julius Hacketal, naturalmente, est¨¢ siendo perseguido en la Rep¨²blica Federal de Alemania por sus ideas al respecto, y sus colegas m¨¦dicos y los fabricantes de medicamentos tienen mucho que ver con ello. En uno de sus libros ha calificado como ?tortura irracional? al tratamiento recibido por el general Franco en las semanas anteriores a su muerte. Hacketal ha sido entrevistado en Bonn por nuestro corresponsal Julio Sierra.
?No se puede tratar como animal de presa a un gato dom¨¦stico, porque entonces le convertiremos, efectivamente, en una fiera.? En s¨ªntesis, ¨¦ste es el punto de partida de una controversia a nivel cl¨ªnico y a nivel de consumidores de f¨¢rmacos, noticias y temores, cada vez m¨¢s aguda en la Rep¨²blica Federal de Alemania. De un lado, el doctor Julius Hacketal, autor de la teor¨ªa sintetizada m¨¢s arriba; de otro, la presidenta de la Asociaci¨®n Alemana contra el C¨¢ncer y esposa del presidente federal, Mildred Scheel, y una gran mayor¨ªa de m¨¦dicos.Cuatro libros explosivos, dos debates p¨²blicos en televisi¨®n con gran audiencia, tres portadas en Der Spiegel, el semanario de mayor audiencia y, prestigio en la RFA, han significado para el doctor Julius Hacketal, de Lauemburg, entrar en guerra contra los esquemas vigentes en este pa¨ªs en materia de asistencia cl¨ªnica del c¨¢ncer. ?Hacketal contra Omnes? se ha convertido en una operaci¨®n de largo alcance: humanizar la medicina empezando por ?domesticar? la enfermedad que parece menos susceptible de ello.
Pregunta. ?Seguir¨¢ usted en solitario, doctor, aun cuando la clase m¨¦dica le declare la guerra abierta?
Respuesta. Por supuesto. Hay intereses superiores a los del prestigio profesional, empezando por la consideraci¨®n del enfermo en cuanto hombre capaz de hacer frente a su destino con absoluta responsabilidad.
P. ?Tambi¨¦n en el caso de que el paciente sea un enfermo de c¨¢ncer?
R. Estoy convencido de ello. Hay que explicarle desde el principio al paciente de tumores qu¨¦ tipo de dolencia sufre. Hay que convencerle: de que el c¨¢ncer no significa de por s¨ª ni la mutilaci¨®n ni la muerte, y que hay dos formas distintas d¨¦ enfrentarse a esta realidad: consider¨¢ndolo como animal dom¨¦stico o como fiera. Normalmente el c¨¢ncer se convierte en lo segundo, cuando, en la generalidad de los casos, es lo primero. Esto hace que el c¨¢ncer reaccione violentamente. Si se le dejase en paz, la gente vivir¨ªa m¨¢s y m¨¢s tranquila. Insisto, esto es v¨¢lido para la inmensa mayor¨ªa de los casos.
P. ?C¨®mo reacciona un paciente cuando usted le informa de su dolencia?
R. Como caso muy cercano a m¨ª, valga el de mi madre. Hace largo tiempo le comuniqu¨¦ que padec¨ªa un c¨¢ncer de pulm¨®n. Ella solt¨® una estruendosa carcajada. Cuando se seren¨®, despu¨¦s de o¨ªr mis explicaciones cl¨ªnicas, quedamos en organizar su vida de modo distinto al anterior. Si se hubiera sometido a un tratamiento intensivo, como es usual en estos casos, se habr¨ªa anticipado su muerte. Seg¨²n mis observaciones, deber¨ªa existir el tumor desde hacia diez o veinte a?os. Un tiempo que vivi¨® sin temores a la enfermedad, porque ya conoc¨ªa mi punto de vista y ella misma hab¨ªa le¨ªdo sobre el tema. No hubiera ocurrido as¨ª si se hubiese sometido a diagn¨®sticos y tratamientos intensivos. Cuando hablamos tras conocer el diagn¨®stico, quedamos en que pasar¨ªa unas largas vacaciones en Gran Canaria. A su regreso observ¨¦ que la progresi¨®n del tumor se hab¨ªa reducido extraordinariamente y que su otra enfermedad, una insuficiencia card¨ªaca, hab¨ªa experimentado una mejor¨ªa. Su estado de salud se mantuvo pr¨¢cticamente estacionario y as¨ª lleg¨® a cumplir sus ochenta a?os.
Desde que apareci¨® su libro El filo del cuchillo, publicado en 1977, el doctor Hacketal ha sufrido el acoso de sus compa?eros de profesi¨®n y hasta registros policiales. En 1977 se vio sometido a un proceso de la C¨¢mara de M¨¦dicos con el fin de retirarle la licencia de cirujano. Sus colegas le demandaron y le reclamaron ante los tribunales una indemnizaci¨®n de un mill¨®n de marcos, por injurias a la profesi¨®n. Sus colaboradores recibieron cartas amenazadoras, y uno de ellos se suicid¨® al recibir una. El fiscal de Lubeca dict¨® una orden de registro, sin resultado alguno, en relaci¨®n con supuestas pr¨¢cticas abortivas. La lista de medidas de presi¨®n podr¨ªa alargarse con las correspondientes a 1978. Pero Julius Hacketal contin¨²a en la brecha: diariamente dedica ocho horas a la mesa de operaciones y once a charlar con los pacientes de su cl¨ªnica.
P. Usted insiste en la humanizaci¨®n del diagn¨®stico. ?Qu¨¦ papel tiene la emotividad en la formaci¨®n de tumores malignos?
R. Con absoluta seguridad, el c¨¢ncer tiene mucho que ver con el psiquismo. Progresivamente se aprecian m¨¢s razones para pensar que el c¨¢ncer es una enfermedad de naturaleza psicosom¨¢tica, con causas determinantes netamente psicol¨®gicas. En una gran mayor¨ªa de casos observados por m¨ª se detecta en el origen de la dolencia una larga crisis emocional. Es muy posible que cada oleada de terror al c¨¢ncer aumenten los casos de dolencias oncol¨®gicas.
P. ?Qu¨¦ hacemos entonces los profanos cuando vemos cada d¨ªa tres o cuatro noticias sobre productos que llevan en s¨ª supuestamente el germen del c¨¢ncer?
R. La gran mayor¨ªa de estas noticias son absurdas, aunque vayan respaldadas por pruebas en laboratorio. Quiz¨¢ para los productores de vinos sea positiva una informaci¨®n sobre peligrosidad de la cerveza, conclusi¨®n a la que ha llegado un investigador de Heidelberg. Por mi parte, creo que si efectivamente la cerveza produjese c¨¢ncer ya se habr¨ªa extinguido hace much¨ªsimos a?os la orden benedictina. Hay que tener en cuenta que e ¨ªndice de nitrosaminas detectada en esta bebida es muy peque?o.
P. ?Ocurre lo mismo respecto del tabaco, de la energ¨ªa nuclear ... ?
R. No, no, no. En absoluto. Que el abuso del tabaco y la exposici¨®n excesiva a radiaciones at¨®mica suele producir c¨¢ncer es algo que est¨¢ fuera de duda. Pero eso se trata de un abuso, no de un uso. Incluso fumar un par de cigarrillos al d¨ªa puede ser beneficioso, por ejemplo, como medio de regular el peso el apetito desmedido.
Entre 1976 y 1977, la asistencia cl¨ªnica logr¨® que se redujesen en I Rep¨²blica Federal de Alemania las muertes por enfermedades vasculares y coronarias. Sin embargo se increment¨® el n¨²mero de decesos por efecto de tumores, con excepci¨®n de c¨¢nceres de est¨®mago que tambi¨¦n remitieron en n¨²mero. El que las curvas estad¨ªstica desciendan o suban es para el doctor Hacketal una prueba de fuego. Pero los alemanes, como cualquier pueblo en una sociedad eminentemente industrializada, viven inmersos en el temor a la enfermedad: el botiqu¨ªn dom¨¦stico de un alem¨¢n supone un gasto anual de 2.500 millones de marcos, y este volumen tiende a incrementarse cada a?o en un 4%. Los laboratorios gastan en publicidad 180 millones y s¨®lo 71 de los 1.180 anuncios estudiados por una agencia de sondeos no confunden al consumidor de f¨¢rmacos, que tiene ante para optar un total de 50.000 productos farmac¨¦uticos distinto ?Domesticar la enfermedad?, como pretende Julius Hacketal, no f¨¢cil. Por eso est¨¢ pr¨¢cticamente solo.
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