Willen de Kooning, en la Fundaci¨®n Juan March
Fundaci¨®n Juan March.Castell¨®, 77
Por felic¨ªsima iniciativa de la Fundaci¨®n Juan March se exponen en Madrid obras recientes de uno de los pintores m¨¢s fascinantes de estos ¨²ltimos treinta a?os: Willem de Kooning. La exposici¨®n compren de cuadros de gran formato, esculturas y, sobre todo, litograf¨ªas, ¨¦stas en proporci¨®n mayor de lo que habr¨ªa sido deseable. Con todo, la exposici¨®n de De Kooning parece destinada a convertirse en uno de los grandes acontecimientos art¨ªsticos de la temporada.
Dicen que la principal caracter¨ªstica de los cuasares, dejando aparte el desconcertante enigma de su verdadera identidad, es que son, a la vez, cuerpos ins¨®litos y se hallan muy distantes. Como cuasares llegan a las exposiciones de la capital las se?ales del arte del universo mundo. Radiaciones, indicios de otras hipot¨¦ticas galaxias, contempladas desde la discreta, ca¨®tica, desproporcionada galaxia del mundo art¨ªstico madrile?o. All¨ª, un destello de Bacon; all¨¢, una radiaci¨®n m¨¢s prolongada de Kandinsky; m¨¢s cerca, el cometa Vostell, apenas perceptible el p¨¢lido y breve fuego postminimalista. La imagen completa de ese universo cambiante s¨®lo puede recomponerse mediante el relleno de enormes espacios vac¨ªos.
Nos llega ahora una pieza que es preciso situar en uno de los m¨¢s notorios vac¨ªos de ese rompecabezas. S¨®lo nos llega un destello reciente de una amplia vida dedicada a la pintura. Bien venido sea lo que, felizmente para quienes gustan de la pintura, llega. Willem de Kooning, 74 a?os, nacido en Rotterdam, pero neoyorquino por adopci¨®n, emigrado a Am¨¦rica ilegalmente en 1926, amigo de Gorky y Davis desde muy temprano, colaborador de L¨¦ger en un mural encargado por el Federal Art Proyect, celebra su primera exposici¨®n colectiva junto con -entre otros- Pollock, en 1942, y desde su primera individual -en 1948- su obra ha conocido un reconocimiento un¨¢nime, una influencia enorme. En palabras de Dal¨ª, se trata ?del m¨¢s grande, el m¨¢s dotado, el m¨¢s aut¨¦ntico punto final de la pintura moderna?.
De Kooning pertenece al n¨²cleo principal de la escuela de Nueva York. Expresionista abstracto, aunque nunca abandone totalmente la referencia figurativa en su obra. En su obra, como en la de ning¨²n otro, puede verse lo que la action painting pudo significar a finales de los a?os cuarenta y comienzos de los cincuenta. Ninguno como ¨¦l ejercer¨¢, en un primer momento, una influencia tan notoria y ninguno como ¨¦l ir¨¢ tan en contra del propio ¨¦xito, huyendo de la repetici¨®n, aunque le cueste verse envuelto en graves contradicciones, de las que no siempre obtendr¨¢ un gran provecho. Siempre estuvo en contra de la tendencia que impon¨ªa la dieta adelgazante al arte contempor¨¢neo. En su obra, ciertamente, hay altibajos, pero porque ninguno como ¨¦l jug¨® tan fuerte en esa puesta que es la pintura, confiando ¨²nicamente en sus propias fuerzas.
De Kooning atraviesa por todas las influencias intelectuales y estil¨ªsticas que hicieron posible el nacimiento del arte norteamericano a mediados de este siglo, pero no trata de justificarse nunca con ellas. Las asimila, en la soledad del, estudio, hasta hacerlas perfectamente suyas o se enfrenta a ellas con los cambios bruscos de su estilo, hasta ponerlas plausiblemente en cuesti¨®n. Siempre es posible reconocer, a trav¨¦s de esos cambios de estilo, la huella inconfundible de su mano. El m¨¢s comentado tiene, lugar en 1950, cuando tras pintar una de las obras m¨¢s notables del expresionismo abstracto, Excavaci¨®n, habiendo obtenido ya una acogida m¨¢s favorable que ning¨²n otro pintor de su generaci¨®n, vuelve a ocuparse de la figura femenina, tema obsesivo, reiterado a lo largo de su obra. Durante dos a?os, en el l¨ªmite de sus, fuerzas, estar¨¢ pintando su Mujer I, hasta conseguir la transformaci¨®n en figura monstruosa del cuerpo amable. Se trata del primer enfrentamiento con la opini¨®n favorable hacia su obra; nadie le auguraba el ¨¦xito, pero a la larga conseguir¨¢ imponer el reconocimiento. El empe?o, aunque menos dram¨¢tico, volver¨¢ a repetirse en varias ocasiones m¨¢s. En cada una de ellas, la cr¨ªtica y el p¨²blico anuncian su declinar, su ocaso definitivo.
?La l¨®gica del trabajo de De Kooning no se funda en una consistencia racional, sino en una lucha sin Fin con la pintura y sus posibilidades? (Rosenberg). Este parece el pie m¨¢s adecuado para una fotograf¨ªa en la que se le ve en su amplio estudio de Springs, Long Island, enfrente. lejos, un cuadro de gran tama?o; entre medias, por el suelo desparramados. irregularmente superpuestos. una gran cantidad de papeles sobre los que aparecen trazos que no pertenecen todav¨ªa por completo a ninguno de ellos. Es la imagen de un hombre desesperado, que permanece all¨ª dentro gran parte del d¨ªa, en gran tensi¨®n desde el momento en que atraviesa la puerta del enorme estudio, especie de mausoleo que ¨¦l mismo dise?¨® para encerrarse dentro. Es la imagen de un hombre empe?ado con todas sus fuerzas en una tarea que por momentos le sobrepasa, para el que el arte y la vida es una misma cosa: pues, se dir¨ªa, s¨®lo vive verdaderamente mientras pinta. Habla por medio de aforismos carentes de sentido para quien desconoce su conflicto.
Es un dibujante dotado e inventivo. Su brochazo es r¨¢pido, preciso. El mayor problema con el que se enfrenta es el del acabado, el de reconocer el momento en que el cuadro no admite m¨¢s retoques, so pena de fracaso. Por esa raz¨®n, porque a menudo insiste demasiado en el acabado, y porque su brochazo es r¨¢pido y en¨¦r gico, alcanza muchas veces cotas ete gran calidad en los esbozos y en los ¨®leos de ejecuci¨®n r¨¢pida sobre papel. Seg¨²n Greenberg, tiene una cierta inclinaci¨®n por el gusto franc¨¦s, especie de calidad peyorativa que trabaja en contra de quien la posee, especie de incapacidad natural para lo moderno, que no siempre los franceses reconocen como suya.
Hablando de De Kooning, se ha citado frecuentemente el paralelismo que en algunos aspectos existe entre ¨¦l y Picasso. En la ambici¨®n y el empe?o que ponen en su oficio, en la tendencia a la deformaci¨®n de la fisonom¨ªa femenina, en la utilizaci¨®n de temas de la tradici¨®n pict¨®rica, en los muchos cambios de estilo, en el sentido del contorno y del. claroscuro, que les lleva a insistir en el modelado, en lo escult¨®rico, a no poder separarse de la figura. Tal vez podr¨ªa decirse que De Kooning se distrae menos, se permite menos bromas con su trabajo, aunque no carezca por ello de sentido de la iron¨ªa.
Creo que, aunque no est¨¦ ampliamente representada en esta exposici¨®n, merece la pena detenerse un momento en la escultura. La dedicaci¨®n de De Kooriing a la escultura, tambi¨¦n a la litograf¨ªa, es relativamente reciente. Estando en Roma en 1969 encontr¨® a un amigo escultor que dispon¨ªa de una peque?a fundici¨®n. En ella pasar¨¢n al bronce algunas de las peque?as Figuras que por primera vez, tras muchos a?os (cuenta que de estudiante le repugnaba el tacto del barro), modelar¨¢ en arcilla. Sus esculturas, como las de la mayor parte de los pintores, son la transposici¨®n volum¨¦trica de algunos de los problemas de su pintura, de su dibujo. De Kooning modela frecuentemente como dibuja, con los ojos cerrados, y son las formas as¨ª obtenidas las que m¨¢s le satisfacen. Al proceder de esta forma pierde parcialmente la idea de conjunto, de ubicaci¨®n en el espacio y de proporci¨®n interna de la pieza que s¨®lo la vista puede darle. De ah¨ª tal vez que sus primeras figuras tuvieran un tama?o reducido, a la medida de sus manos. Conforme va tomando en serio esta ocupaci¨®n nueva, trata de ir acentuando la contradicci¨®n ampliando las dimensiones. Su deseo ser¨ªa realizar una obra monumental, de unos diez metros, proyecto que no ha llevado a t¨¦rmino por dificultades t¨¦cnicas.
Sus esculturas dejan ver f¨¢cilmente alguna de sus influencias. La indefinici¨®n de las formas y la tosquedad del acabado, que deja aparentes las operaciones del modelado, hacen pensar en Medardo Rosso y en algunas esculturas de Matisse, e incluso Degas, este ¨²ltimo sobre todo por la sensaci¨®n de movimiento. Se dir¨ªa que la escultura desempe?a en De Kooning un papel similar al que desempe?aba en Matisse: poner orden en el cerebro para la pintura, poner orden en las sensaciones, solucionar un problema escult¨®rico que luego sirva en la pintura. De hecho', es posible ver c¨®mo, despu¨¦s de su paso por la escultura, su pintura ha abandonado algo la preocupaci¨®n por el contorno, por la matizaci¨®n de los planos, para hacerse m¨¢s caligr¨¢fica, m¨¢s fluida.
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