Las oposiciones
Como catedr¨¢tico de la Universidad, interesado en su pronta, justa y eficiente reforma, que cada a?o ha de formar repetidamente parte de tribunales de oposici¨®n, quisiera en nombre del sentido com¨²n y del bien del pa¨ªs proponer algunos cambios f¨¢ciles, l¨®gicos y factibles, que supondr¨ªan una gran simplificaci¨®n, un inmediato y significativo ahorro de tiempo, dinero y energ¨ªas, y un obvio aumento de rendimiento.Me parece un despilfarro absolutamente absurdo que hoy d¨ªa, en que los servicios de correos y tel¨¦grafos funcionan satisfactoriamente, hayan de reunirse todos los miembros de un tribunal -que no son tres, sino " cinco o siete- s¨®lo para ?constituirse? y ponerse de acuerdo en la fecha en que ha de comenzar la oposici¨®n a cierta(s) plaza(s). Igualmente me parece bastante absurdo que el tribunal haya de reunirse otra vez, a los pocos meses, para la ?presentaci¨®n? de los opositores, siendo as¨ª que los. ?ejercicios? no empiezan hasta unas dos semanas despu¨¦s, lo que exige un tercer desplazamiento y el abandono de las tareas propias ineludibles. Por otro lado, los ejercicios quinto y sexto de las oposiciones a c¨¢tedra o agregadur¨ªa son relativamente innecesarios y aleatorios, y bastar¨ªa, a este respecto, el curriculum del opositor para valorar sus m¨¦ritos con sensatez y justicia.
Mi propuesta a corto plazo va todav¨ªa m¨¢s lejos en el sentido de que en tanto -en cuanto no se modifique esencialmente el sistema de oposiciones, siguiendo cauces que nos acerque a Europa- los tribunales, constituidos por un n¨²mero suficiente y representativo de jueces competentes en la materia que juzguen, para que la objetividad sea m¨¢xima y las veleidades m¨ªnimas, se re¨²nan y decidan s¨®lo hacia una vez al a?o. Su funci¨®n, por lo dem¨¢s, deber¨ªa ser m¨¢s la de habilitar que la de actuar como c¨®mplices de un enredo o ¨¢rbitros de una contienda.
Tan importante o m¨¢s que la selecci¨®n de candidatos es que estos, al tomar posesi¨®n o ser, en su caso, requeridos a desempe?ar su oficio docente-investigador por las respectivas universidades interesadas -que en esto convendr¨ªa que fueran ciertamente aut¨®nomas-, se avengan y comprometan a vivir exclusivamente de, por y para la Universidad. Los puestos universitarios deben ser cubiertos s¨®lo por profesores capaces que est¨¦n dispuestos a trabajar en ellos con eficacia, dedicaci¨®n y entrega, y no por z¨¢nganos o aprovechados que sue?en con privilegios o con dormirse en los laureles.
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