Los supervivientes, sin trabajo
Manuel Hern¨¢ndez Marrero y los hermanos Miguel Angel y Eusebio Rodr¨ªguez Garc¨ªa, los tres supervivientes de la masacre del Cruz del Mar, a¨²n siguen con pesadillas. Y los recuerdos, imborrables, de la noche del 27 de noviembre de 1978, surgen en todas sus conversaciones: la cena, los hombres-rana, las metralletas, los explosivos y el joven, casi un ni?o, Sebasti¨¢n, el pinche de cocina de catorce a?os, del que nunca se ha sabido m¨¢s junto a los otros cinco desaparecidos.El caso de Manuel Hern¨¢ndez, hermano del patr¨®n del barco fallecido, es toda una tragedia. Tiene siete hijos y vive en una casa -si se le puede llamar casa- de dos habitaciones en la localidad conejera de Tiagua. ?Mi hijo, el mayor, ha tenido que dejar la escuela para ponerse a trabajar de ayudante; necesitamos dinero.? S¨®lo ha recibido 20.000 pesetas, al igual que los hermanos Rodr¨ªguez Garc¨ªa, desde el 27 de noviembre, consiguiendo su mujer otras 30.000 ?porque con el otro dinero no se puede mantener una casa de familia de nueve personas?.
Manuel ya no es el mismo. Desde que regres¨® padece de unos extra?os temblores y, seg¨²n su mujer, ?no tiene ¨¢nimos para volver a pescar, ni siquiera en el litoral de la isla?. Sigue muy afectado por la tragedia y est¨¢ tratando de conseguir un trabajo de conserje ?o algo por el estilo, ya que sus condiciones f¨ªsicas no le permiten ya realizar trabajos duros?. Manuel Hern¨¢ndez dice, finalmente, que s¨®lo afirm¨® durante los interrogatorios que Salem Embarec, el polisario conocido por Paquito, se parec¨ªa a uno de los agresores, pero no que fuera ¨¦l rotundamente.
Por otro lado, los hermanos Miguel Angel y Eusebio Rodr¨ªguez andan desconcertados ante el futuro. Con 20.000 pesetas han estado ?tirando? estos dos meses. ?No tenemos ¨¢nimos de volver a pescar en las costas del Sahara; tenemos derecho a afirmarlo porque nadie sabe lo que hemos pasado. ? Ellos tratan de encontrar un ?trabaj o en tierra, que es donde se est¨¢ m¨¢s seguro?.
Tambi¨¦n se encuentran defraudados de todo el mundo: ?Al principio, todo eran atenciones y palabras de aliento; ahora, cuando han pasado dos meses, nadie se acuerda de nosotros. Incluso Jos¨¦ Mar¨ªa I?igo, cuando nos llam¨® para el programa Fant¨¢stico, nos dijo que pag¨¢ramos nosotros el billete a Madrid que luego ellos nos lo abonaban, y a¨²n estamos esperando el importe. ?
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